Una vez iniciada la Xª edición de la Volvo Ocean Race desde la ciudad de Alicante es bueno hacer balance y preguntarnos los beneficios reales de este acontecimiento, además de lo deportivo. Es bueno alabar las buenas gestiones y callar críticas innecesarias, aunque respetables en cualquier caso.
Destaca la colaboración entre administraciones públicas. Ha sido el Estado, a través de decisiones del Gobierno, quien ha sufragado los gastos de las infraestructuras. La Generalitat se ha encargado de organizar el evento. El Ayuntamiento de Alicante, co-organizador y sede. Los patrocinadores, con sus sponsors, han cubierto los gastos.
El acceso a la ciudad de Alicante por el norte, a través de la Avenida de Denia, ha cambiado considerablemente. Con cuatro carriles por dirección en algunos tramos (dos de servicio y dos como carretera general) y tres en otros. Con una gran fuente ornamental en la confluencia de la Gran Vía y los Jesuitas. Palmeras en la mediana. Una nueva imagen.
La Volvo Ocean Race y su Village han sido un extraordinario escaparate de Alicante a nivel mundial, trayendo a cerca de un millón de visitantes en veintitrés días. Este evento nos sitúa en el mapa de forma definitiva. Ya no estamos sólo al sur de Benidorm ó de Valencia y al norte de Murcia. Ahora estamos donde estábamos, pero con repercusión internacional por derecho propio.
Con los visitantes ha habido una extraordinaria ocupación hotelera durante estos días, con casi el 100 % , consiguiéndolo el último fin de semana. Además, el impacto económico directo de este evento náutico deportivo se estima en unos setenta millones de euros.
Los ingresos conseguidos por el Consorcio Alicante 2008-2009 procedentes de empresas privadas, unos catorce millones de euros, “una cantidad cercana a la autofinanciación” en palabras de Jaime Lissavetzky, Secretario de Estado del Deporte, supone que la organización, el montaje y la celebración de este evento deportivo “no van a repercutir en el bolsillo de los ciudadanos”.
La ciudad de Alicante ha ganado un espacio en el puerto como zona de ocio. Hay un nuevo paseo volado, con unas vistas extraordinarias del castillo, de las playas, de la ciudad y del mar. La fachada marítima se hace así más popular, permitiendo acercar más el mar a la ciudad. Esta obra ha tenido tal repercusión que alcaldes de otras ciudades de la cuenca mediterránea han venido a Alicante para tomar ideas y desarrollarlas en sus localidades.
Y algo más, muy importante, que puede pasar desapercibido. Gracias a la Organización, buena parte de las regatas se han podido disfrutar desde tierra al navegar cerca de la costa. Tanto el primer entrenamiento oficial del 2 de septiembre, la regata in-port del 4 de octubre, la regata pro-am del 5 de octubre y el primer tramo de la etapa Alicante-Ciudad del Cabo del 11 de octubre. Esto ha contribuido al gran apoyo popular a estas regatas y la gran confluencia de público a los diversos actos y actividades en la Village. También ha facilitado el acompañamiento a la flota de veleros por cientos de embarcaciones privadas. Por todo esto, este post lo dedico a la Organización y a los espectadores, entre los que me encuentro.
Y nos queda el recuerdo imborrable de estos días. En un atardecer anónimo, sin bullicio, he vuelto al paseo volado. Personas haciendo footing ó caminando como yo. Aunque hay una ligera brisa, sigo oyendo el rugir del mar y el fuerte Levante del 11 de octubre. Aunque somos pocos los que estamos ahora en este paseo, sigo oyendo el griterío de la gente, sus risas, sus exclamaciones, sus aplausos. Sigo sintiendo sus emociones y las mías de aquél primer día de regata de la vuelta el mundo. Aunque ya han recogido la pantalla gigante del escenario en lo que era el Village, sigo viendo las imágenes que difundía de los veleros, de las embarcaciones privadas amarradas a los muelles, de la navegación de S.M. el rey Don Juan Carlos en el Telefónica Azul antes de empezar la regata del 11 de octubre, del Porta-aeronaves Príncipe de Asturias, del bergantín Mercedes, de tantas embarcaciones privadas que acompañaron a los veleros. Porque los ecos de la Volvo Ocean Race Alicante 2008 siempre nos seguirán acompañando.
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