viernes, 2 de noviembre de 2018

Por el Parque Nacional de Monfrague (Cáceres)




El refranero español es muy rico, describe todos los acontecimientos que le pueden ocurrir para bien o para mal. ¿Conocen ese que dice “no hay mal que por bien no venga”?. Acompáñenme en este relato y verán por qué menciono este refrán y que tiene que ver con el título de este escrito.

Imaginen un grupo de amigos ataviados con ropa, mochila y bastón de senderismo, además de chubasquero y ropa de abrigo. Imaginen la predicción de Aemet con posibilidades del 100% de lluvia. Imaginen uno de los Parques Nacionales más bellos de la Península ibérica para recorrerlo por cañada real, sendas, senderos y caminos. Imaginen la ilusión acumulada, las ganas de pasar a la acción y de hacer todo lo programado.

Y llega el día, el momento de ponerse en marcha, nunca mejor dicho. Y lo menos deseado, pasa. La mañana se despierta lloviendo. Todos estamos con la esperanza que deje de llover y emprender la ruta prevusta de senderismo por el Parque Nacional de Monfrague. En la ruta serán también protagonistas un cardenal, un famoso fotógrafo de aves, un gitano, la Guardia Civil, buitres leonados de amplias alas, ..



Lo primero que hacemos es acudir al Centro de Interpretacion de Visitantes Norte en el Parque Nacional de Monfrague. Es Impresionante, moderno, divulgativo, con vídeos espectaculares que narran la vida del Parque en las cuatro estaciones del año. Explicado ameno y con detalle por Alberto, uno de los monitores del Parque que estarán a nuestro serviico mientras estemos en Monfrague.

Miramos al cielo dispuestos a empezar a caminar por la Cañada Real de Plasencia por donde pasaba y pasa ganado vacuno, ovino, …. Seguir por el puerto de la Serrana hasta Villareal de San Carlos. Unos 16 kilómetros con unos 500 metros de desnivel. 







No puede ser, sigue lloviendo con intensidad y la visibilidad es escasa. De momento nos quedamos sin senderismo. La ilusión de caminar por el campo lo cambiamos con un plan B improvisado: visitar Plasencia y su catedral. Una sorpresa inesperada y una monumentalidad desconocida de esta ciudad milenaria. Caminamos por calles y plazas y mis pasos suman seis mil durante 65 minutos para unos 5 km. Ya ven que el que no se consuela es porque no quiere. Y nosotros queremos, ni una mala cara y todos vamos a conocer la historia de los monumentos de Plasencia que, de alguna manera, también es la nuestra.


Volvemos al Parque Nacional de Monfrague sobre las 15 horas. A Villareal de San Carlos, un pueblecito en medio del Parque donde vemos su arquitectura tradicional de pizarra. Sigue lloviendo y hay una temperatura de unos 8 grados. Bien nos vendría un caldo bien caliente y esto es lo que nos sirven en cuencos de madera en el restaurante Monfrague además de un estofado de ternera, regado todo con un vino recio de la tierra. Una receta sencilla y caliente que nos sabe a gloria. Mientras comemos imaginamos la ruta de la tarde desde este pueblecito en dirección al castillo de Monfrague, cruzando el río Tajo  por el puente del Cardenal, pasando cerca de la Fuente del Francés y recorriendo la vera del río para llegar al mirador del Salto del Gitano. Unos 10 kilómetros con unos 300 metros de desnivel.



Recorremos por asfalto algunos de los rincones que hubiéramos hecho andando. Desde el autobús vemos con resignación como sigue lloviendo. Los monitores del Parque nos cuentan quienes son los protagonistas de este tramo. En la confluencia de los ríos Tajo y Tiétar vemos el puente del Cardenal que mandó construir Juan de Carvajal en 1450, entonces Obispo de Plasencia. 





Si hubiéramos cruzado el puente - que vemos desde la carretera por encima de las aguas (está sumergido con las crecidas del río) - la ruta nos hubiera llevado hasta la Fuente del Francés que vemos desde nuestro vehículo. Se llama así en memoria de Alain Maurice Jonsson, joven camarógrafo francés que viajó al Monfrague en la primavera de 1979, junto con su compañero Gerard Porcher Philippe, para observar y fotografiar la fauna alada del Parque. El 24 de abril de 1979 Alain y su amigo Gerard caminaban junto al río. A la altura del puente Nuevo y el del Cardenal vieron caer al agua un polluelo de buitre leonado. Alain llevaba una tirolina de unos 15 metros. Le pidió a Gerad que sujetara un extremo y el otro se lo ató a su cintura. Se echó al río Tajo pero al no alcanzar al polluelo Alain le gritó a Gerad que soltara la cuerda con la mala fortuna que las corrientes del río arrastraron a Alain río abajo desapareciendo bajo las aguas. La Guardia Civil no encontró su cuerpo. Dos meses después bajó el nivel de las aguas y Gelasio González, que vigilaba un rebaño de cabras, encontró el cuerpo de Alain enganchado a un árbol con la cuerda aún atada a su cintura. Cerca de este lugar donde Alain fue encontrado muerto hay una fuente. Desde entonces se llama en su memoria Fuente del Francés. Todo esto lo narra David Saniez en su libro “Las gentes de Monfrague”. 


De aquí parte una senda que sube al castillo por un bosque de galería que atraviesa la umbría de la sierra de las Corchuelas. En la cumbre están las ruinas del castillo de origen árabe (s. XII) y la ermita de la venerada Virgen Nuestra Señora de Monfrague. Las vistas del Parque desde esta atalaya son espectaculares. Desde el castillo se baja por una pista por medio de un encinar adehesado. Por un camino paralelo a la carretera se llega a uno de los parajes más espectaculares y populares del Parque, el Salto del Gitano. Es un farallón de cuarcita de unos 300 metros de desnivel sobre las aguas del río Tajo. Se llama así porque cuenta la leyenda que un gitano perseguido por la Guardia Civil por una fechoría que había hecho dio un saltó tremendo para saltar a la otra orilla y evitar ser apresado. Fue tal el asombro de uno de los Guardias Civiles que lo perseguía que quedó petrificado dando forma a una roca con su silueta y su tricornio. Frente al farallón  hay un mirador desde donde se pueden observar una colonia de buitres leonados, cigueñas negras, alimoches, halcones peregrino, ...




Pues ya ven, esta naturaleza traviesa y lluviosa nos ha gastado una mala pasada y nos ha dejado sin senderismo por esta ocasión, pero gracias a esto hemos visitado Plasencia y descubierto sus encantos. Ya saben, a veces - como este caso -  “no hay mal que por bien no venga” y “hay que ver el lado positivo de las cosas”. Pues eso.



Fuentes consultadas: 

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