España que hermosa
eres. Cuesta pensar que haya alguien que quiera hacerte daño, fraccionar una
parte, romperte en trozos, dividir, …. Esto pensaba hace unos días en
Plasencia. ¿Se imaginan lo agradable que es descubrir una ciudad milenaria
española que tiene tanto que contar y que muestra a sus visitantes tanto que
admirar?. Ha sido una sorpresa y un descubrimiento conocer su monumentalidad y
toda la historia que representan y cuentan sus monumentos. Fíjense. Cuando se
habla de ciudades españolas amuralladas siempre se nombra a Ávila, por razones
obvias, a Lugo, a Ciudad Rodrigo, ... Pero nadie se acuerda de Plasencia. Y
tiene unas murallas de las que sentirse orgulloso. Su casco antiguo intramuros
es extraordinario, con dos catedrales: la vieja y la nueva, con un claustro que
las une; palacios de noble fábrica; una plaza mayor con soportales activa y
bulliciosa; el Parador Nacional ubicado en un convento del s. xv, ...
A la catedral nueva
llevaron el coro de la catedral vieja. En los brazos de sus sillas y en las
misericordias el maestro Rodrigo Alemán esculpió la madera de nogal con escenas
indecentes, impúdicas y anticlericales (s.xv). Estas escenas satíricas ó de
censura molestaron a las autoridades. Aludidas, lo recluyeron en la torre de la
catedral vieja. No seguro de su suerte y de su porvenir, construyó unas alas
con plumas de palomas y unos maderos. Le echó talento y mucho valor y se lanzó
a volar desde la torre. La leyenda cuenta dos finales, a gusto de quien lo
cuente.
Sin contarles el
final, que ya lo haré, no se por qué cuando la Guía Turística nos lo contaba me
vinieron a la cabeza Sánchez, Casado y Rivera. Y no es porque les desee el peor
de los finales siguiendo la leyenda del ícaro de Plasencia, por supuesto que
no, pero si es verdad que aquel sufrió un final incierto con mucha
incertidumbre y estos lo tienen en el resultado de sus actuales estratégicas.
Los tres son políticos
talentosos pero por el riesgo que corren en su manera de liderar su partido
político pueden estrellarse en sus planteamientos y con ellos en el resultado
electoral de su partido. Casado dicen que le dio un repaso a Sánchez hace unos
días en el Congreso de los Diputados con una arenga (sin leer, improvisando)
que no dejó a nadie indiferente. Eclipsó a Rivera. Posteriormente, este dio la
sorpresa: rompiendo el pacto con el PP de bloquear la tramitación parlamentaria
de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) del PSOE, supuestamente buscando
la centralidad de Cs y alejarse del PP. Se han creído las encuestas del CIS de
octubre pasado en la que se consolidan como segunda fuerza parlamentaria en
intención de voto. A su vez, Rivera ha hecho esta semana una pregunta al
Gobierno en otra sesión de control que no estaba prevista para revuelo del banco
azul de los Ministros. La pregunta es sencilla: si Sánchez indultará a los
independentistas una vez juzgados y condenados, que es lo que le reclamaban
hace semanas sus socios independentistas de Gobierno. Lo alarmante no es que
Rivera haga esta pregunta sino que Sánchez no la respondiera porque en el caso
de contestar que no, hubiera disgustado
a Torrá y Cía que mantienen a Sánchez en el poder, y de manifestar que sí la
opinión pública le hubiera acusado de traicionar a la democracia española.
Sánchez no se da cuenta que los independentistas son insaciables. Primero
pedían un gesto del Gobierno para apoyar los PGE del 2019 y consiguieron que
Sánchez dijera en el Congreso de los Diputados que no hubo rebelión durante el
procés (cuando con anterioridad dijo que sí lo hubo) influyendo en la Abogacía
del Estado en el mismo sentido. Ahora que los independentistas tienen esto,
reclaman al Gobierno la absolución de los independentistas imputados. Inaudito.
Para ellos incumplir las leyes no es un delito. No se juzgan las ideas, claro
que no, Sr. Torrent. Se juzgará no cumplir con las leyes del Estado español del
que son parte, la Constitución española y el Estatuto de Autonomía catalán.
Vivimos un periodo
difícil con un gobierno débil, que está demostrando que a veces es la marioneta
y el prisionero de los independentistas que le están llevando a la mayor de las
verguenzas: ceder a cuestiones que antes de estar Sánchez en el Gobierno eran
imposibles de llevar a cabo y que ahora admite que sí lo son, con un mensaje
claro: alargar la legislatura al máximo y mantenerse en él poder dependiendo de
los nacionalistas. ¿Quién dijo aquello que el nacionalismo es el cáncer de los
siglos XX y XXI?. Son muchos, no es una afirmación contundente de una sola
persona. Tal es la preocupación por estos movimientos que anulan la convivencia
y enfrentan conciencias antes inseparables. Entre las muchas personas que lo
han manifestado citaré algunas para no hacer una lista muy larga: Mario Vargas
Llosa (2010), el Papa Juan Pablo II (2011, con los Jóvenes en Madrid), Juan
Luís Cebrián (2014), Santiago Posteguillo (2017), ...
Volviendo con Rodrigo
Alemán, no les quiero dejar sin saber qué le pasó con su audaz aventura
voladora… La leyenda cuenta varios finales. Uno, que estuvo volando sobre la
ciudad un buen rato y cuando se cansó tuvo un final fatal estrellándose contra
el suelo. El otro, que cayó en el río Jerte y salvó la vida.
No hace falta que el
talento de los políticos españoles se malgaste en decisiones audaces con alto
riesgo en su realización, como el ícaro citado, basta que se hagan con criterio
democrático dentro del marco constitucional. Tan sencillo como esto. Nada más.
Este artículo ha sido publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press.
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