jueves, 1 de noviembre de 2018

Catedral de Plasencia



Plasencia fue fundada por el rey Alfonso VIII de Castilla en el año 1186. Su propósito era crear un importante núcleo de población frontera con los musulmanes que los tenían al sur y con el reino de León que batallaba con los infieles por el oeste peninsular. Con la fundación de la ciudad se crea la Sede Episcopal de Plasencia de amplio territorio. La catedral de Plasencia sería desde su origen símbolo de la religiosidad y de la importancia de la organización eclesiástica de estas tierras.



Un claustro une las Catedrales de Plasencia por el ala este, porque esta ciudad no tiene una, sino dos Catedrales, aunque ambas quedaron inacabadas. El Obispo comprobó que la Antigua no era lo suficiente grande y espaciosa para el templo que se merecía Plasencia y decidió hacer la Nueva. No terminó de derribar la primera (afortunadamente para poder disfrutar hoy de su legado) y no acabó la segunda, supuestamente por falta de presupuesto. El claustro corresponde al estilo y época de la catedral Antigua: reminiscencias del románico en sus columnas y capiteles, con escenas bíblicas y gótico en los arcos ó bóvedas de crucería. Es un bello claustro rectangular de inspiración Cisterciense. En el centro, una fuente gótica del siglo XV tiene las armas del Obispo y Cardenal Juan de Carvajal. En el claustro se ve un muro quebrado de la catedral antigua y un arco de la nueva, tan juntos que podrían tocarse. Un sin sentido fruto de la ambición y falta de presupuesto.

                                         
Las dos catedrales están dedicadas a la Virgen María. La catedral Antigua ó de Santa María se empezó a construir en el siglo XIII. Sus constructores fueron los maestros Redondo, Diego Díaz, Juan Pérez y Juan Francés. Es un claro ejemplo de la transición del románico al gótico. Al románico pertenecen los fustes y los capiteles de sus columnas; al gótico, sus arcos y sus ventanales. Su puerta de acceso es un ejemplo del románico final, con arco de medio punto y seis arquivoltas que se apoyan sobre columnas románicas y capiteles con formas zoomórficas vegetales. Las jambas terminan en punta de diamante. Encima del arco, hay una hornacina en cuyo interior hay un grupo escultórico de la Anunciación de la Virgen con dos figuras con la Virgen y un ángel orante. 



En su interior, las tres naves muestran la esbeltez de un templo solemne y acogedor. No tiene abside. En el muro que separa las dos catedrales hay un bello retablo de estilo barroco portugués con relieves de la Pasión de Jesús. La obra de la catedral Antigua se terminó el 26 de marzo de 1438 cuando era Obispo Gonzalo de Santa María. Antes de terminar el siglo XV al Cabildo le pareció pequeña y el Obispo Gutierre de Toledo dio los primeros pasos para la construcción de una catedral de mayores proporciones. Se encargó la obra a Enrique Egas al que le sucedió Francisco de Colonia y a éste Juan de Álava (1521).


Desde el claustro se puede acceder a una de las sorpresas de este conjunto religioso: la capilla de San Pablo, antigua Sala Capitular conocida popularmente como la “torre del melón” porque exteriormente culmina con una “bola gallonada”, remate que se ha asociado a un melón abierto. Su interior es de forma cuadrada con cúpula octogonal. En su exterior, su torre está recubierta de escamas de cantería. Su configuración recuerda los cimborrios de la catedral de Zamora, la Colegiata de Toro y la Torre del Gallo de la catedral de Salamanca.


La Portada Norte corresponde a la puerta principal de la catedral Nueva.  Es de estilo plateresco del Renacimiento español. La ejecución de los cuerpos de abajo corresponde al maestro Juan de Álava. En los cuerpos superiores intervienen Siloé y Gil de Hontañón. Cada cuerpo se compone de tres columnas a cada lado que rematan en el clásico frontón. Todo el conjunto está coronado por un frontispicio curvo desde donde el Padre Eterno preside toda la portada y el espacio de la plaza de la catedral.  Los canteros dejaron grabada en la parte alta de la puerta que en 1558 fue cuando se terminó su construcción. La exquisita decoración y su rico contenido iconográfico convierten a este acceso en una joya del patrimonio artístico español.


Al entrar en la catedral nueva sorprende el espacio aéreo que producen sus muros y cubiertas. Es maravillosa la sensación que producen las columnas palmeadas, sin capiteles y engarzadas directamente con las bóvedas. La decoración con pan de oro sugiere un bosque que se eleva hasta el cielo. En la cultura cristiana el color de oro se identifica con la luz celeste y la divinidad. El retablo de la capilla mayor es espectacular que conjuga arquitectura, escultura y pintura. Las esculturas son obra del maestro vallisoletano Gregorio Fernández. En el cuerpo central, la Virgen Inmaculada es elevada al cielo entre un coro de ángeles mientras los apóstoles se agrupan ante un sepulcro vacío. El calvario centra las imágenes del tercer cuerpo. Desde el frontón, que corona el ático, el Padre Eterno domina todo el espacio. Las pinturas La Anunciación y La Adoración de los pastores son de Francisco de Rizzi; La Epifanía es obra de Luís Fernández; y La Circuncisión es de Mateo Gallardo.


Destacan entre otros otros elementos escultóricos u ornamentales el Sepulcro del Obispo Ponce de León, en posición orante, en el presbiterio; la bella puerta de la sacristía de estilo plateresco; los retablos de las naves laterales de estilo churrigueresco; el órgano barroco; y la sillería del coro (s. xv) del maestro Rodrigo Alemán, trasladado de la catedral Antigua a la Nueva.


La Portada Sur está enmarcada por la Puerta Sur denominada “del enlosado”, la Torre defensiva del siglo XIV que perteneció a la catedral Antigua al este, la Torre románica de influencia bizantina de la sala capitular al oeste y cierra el espacio un muro con la balaustrada que se sitúa por encima de la muralla. Es impresionante el contraste de todos los estilos con la portada que rememora un arco de triunfo.


Ambas catedrales sorprenden al visitante y llaman la atención por lo mucho que destacan de sus estilos artísticos y lo tanto que guardan sus muros de historia y de cultura de siglos.


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