introducción

Cuentan que un rey de España, Felipe II, impresionaba tanto a algunos sus súbditos con su fama de seriedad y sobriedad, todo vestido de negro, que cuando los recibía en audiencia palidecían, enmudecían, no eran capaces de soltar palabra y el rey les decía “por favor, sosegaos, sosegaos”.

En el siglo XXI en el vivimos siempre acelerados con las prisas en el trabajo nos hace falta un poco de sosiego en familia, con amigos, incluso solos y una buena forma de conseguirlo es retirarnos al campo, lejos de los ruidos, lejos de los atascos, lejos de los sobresaltos urbanos por una sirena, un frenazo ó el gamberro borracho que berrea sus canciones bajo tu ventana mientras quieres dormir.

El mundo rural te da ese sosiego necesario, donde el tiempo se detiene, donde los minutos se alargan y las horas se eternizan.

La tierra, los ríos, las montañas se unen para invitarte a ser su huésped. Sus olores, sus colores, sus sabores son tus compañeros de viaje.

Antes de caer las hojas de los árboles otoño llena de oro nuestras montañas. En primavera los rojos, los amarillos, los verdes, los naranjas, … inundan los campos. Invierno los viste de blanco. En verano se perciben dulces olores de gran variedad de fruta.

Calles sin coches, sin motos. Calles por donde los olores a leña quemada y a pan recién hecho son protagonistas. Calles donde juegan los niños. Calles por donde pasean tranquilos los ancianos pasito a pasito.

Pueblos pequeños donde sus gentes crecen despacio, pero crecen. Donde las casas no ascienden a los cielos sino que se agarran a la tierra. Donde el fuego de la chimenea une a la familia. Pueblos lejanos de la ciudad, cuanto más lejos mejor.

Este blogs pretende ser un lugar de encuentro en donde compartir sensibilidades. Sensibilidades gastronómicas, sensibilidades paisajísticas, sensibilidades humanas y todas aquellas cosas que merezca la pena contar por insignificante que parezca.