Otra investidura fallida.
Lo que era una excepción en la historia de la democracia española, se está
convirtiendo en una costumbre. En una imposibilidad de entenderse entre los
líderes de los partidos políticos con representación parlamentaria. En un hartazgo
de la sociedad española que cada vez se ve menos representada con algunos de
los actuales líderes de los partidos políticos.
El pasado jueves Pedro
Sánchez hizo un brillante discurso durante el segundo debate de investidura
afeando a Pablo Iglesias y a UP su excesiva ambición para intentar formar parte
de un gobierno de coalición, el que hubiera sido el primero de la democracia
española y el primero en Europa con la extrema izquierda. Previa a la votación,
la negociación estaba rota previa a la segunda votación de investidura porque -
según la vicepresidenta Calvo - UP quería un gobierno dentro del Gobierno y
esto era inaceptable.
Mira por donde que fue
Rufián, de ERC, quien medió para que hubiera acuerdo. También lo hizo Garzón,
de IU. Rufián les afeó a Sánchez y a Iglesias - desde la tribuna de oradores -
dejar perder la gran oportunidad de la izquierda en España de emprender una
alianza de la que, si no se conseguía, se lamentarán el resto de sus vidas.
Rufián recordó a Iglesias que UP es un partido político muy joven y poder estar
en el Gobierno de España con una vicepresidencia y varios ministerios era un
logro extraordinario. Iglesias no lo vio así, pudo más su ambición personal.
UP quiere abrir un nuevo
periodo de negociaciones este verano después de esta investidura fallida pero
parece que es inviable. La agresividad verbal de Iglesias en el primer debate
de investidura hacia quién podía haber aceptado como socio necesario a UP para
que formara parte del gobierno, ya apuntaba que las negociaciones entre PSOE y
UP iban a ser muy difíciles. Es evidente la desconfianza mutua de Sánchez e
Iglesias. El veto de Sánchez a Iglesias hizo que este elevara el listón de las
pretensiones de UP a un nivel inaceptable por el Gobierno en funciones. Hasta
el último momento la vicepresidenta Calvo ha insistido en que UP aceptara lo
que le propusieron: una vicepresidencia social y los ministerios de Sanidad,
Vivienda e Igualdad. Lo cierto y verdad que es que Iglesias y UP han negado ya
dos veces la investidura al PSOE. La primera condujo a elecciones generales en
las que UP redujo a la mitad su representación parlamentaria, su electorado no
entendió su decisión.
Iglesias y Unidas Podemos
han hecho suyo el lema de Puigdemont: " cuanto peor, mejor", cuanta
mayor sea la incertidumbre, más miedo, más confusión, para forzar un acuerdo in
extremis.
Ciudadanos se ha
obsesionado con el PP. Cs nació queriendo ocupar el centro, un espacio político
necesario en España. Trajo un nuevo aire fresco a la política que se ha ido
diluyendo desde que ha adquirido cuota de poder en ayuntamientos, diputaciones
y comunidades autónomas, derechizando su ideología cada vez más con el único
objetivo de superar en las urnas al PP y borrarlo de la escena política
española. También quiere acortar tiempos para llegar a la Moncloa cuanto
antes.. En el debate de investidura Rivera se empeñó en calificar como una
banda y el plan de Sánchez el acuerdo que estaban negociando PSOE Y UP. Fue tan
reiterativo que no era ni creíble ni convincente. Luego todos vimos que ni
banda, ni plan, todo había sido un fiasco, alivio de muchos otros. Seguramente
es el peor discurso de Rivera en el Congreso de los Diputados. No dio la imagen
de quien aspira a liderar algún día la Presidencia del Gobierno. para forzar
una negociación in extremis que no se ha culminado en nada,
Sánchez hizo un discurso
duro, firme, triste y contundente. Pareció convincente hacia la izquierda. Le
creyeron todos menos el líder de UP. Dedicó a Pablo Iglesias 15 de los 18
minutos de su discurso. Estaba dolido por ver como se les escapaba una
oportunidad: constituir un Gobierno de Coalición de izquierdas en España. Es
curioso que lo que les separaban eran sillones, UP quería más ministerios, más
poder, no discutían programa de gobierno..
Por otra parte, Casado
manifestó - el segundo día de debate de investidura - su mejor discurso en el
Congreso de los Diputados. Sosegado, volcado en mostrar una posición centrada
en el sentido común, ofreciendo acuerdos de Estado, defendiendo sus
convicciones desde el respeto al otro, llamando la atención al PSOE para
hacerse grandes PSOE y PP en aquellas políticas en las que se pueden encontrar.
Casado ha reivindicado la condición del PSOE y del PP como partidos de Estado
que han tenido responsabilidades de Gobierno en España y que van a volver a
tenerlas. Casado ha reivindicado - sin decirlo - el bipartidismo como ejemplo
de estabilidad, tan necesaria en un país como España.
Y ahora ¿qué?, me dirán
ustedes. Está todo regulado en la Constitución española. El 23 de septiembre
será el último día para votar una nueva investidura. Si no hubiera la elección
de un candidato a la Presidencia del Gobierno, el 24 de septiembre el Rey
disolverá las Cortes y se recogerá en el BOE la convocatoria de unas nuevas
elecciones generales para el 10 de noviembre de 2019.
En unas nuevas elecciones
las encuestas vaticinan subida de PSOE y PP, Cs se mantiene y UP y VOX caen en
intención de voto. Puede ser el fin de Iglesias. Si a esto le añaden los votos
que recoja la nueva plataforma política de Errejón, otra formación de
izquierdas, el panorama electoral de la izquierda del PSOE será otro y UP puede
pasar a convertirse en el recuerdo de lo que pudo ser y no fue y materia de
estudio en las universidades. Se sumaría así a la lista de despropósitos
políticos como el de CiU, pero esta es otra historia.
Este artículo fue publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Pres el 27 de julio de 2019.
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