Altea es un lugar ideal como punto de encuentro de actividades de todo
tipo. Es una población hospitalaria abierta al Mediterráneo, con personalidad propia. Es una población de
fachadas blancas inmaculadas, limpia, y referencia turística en el levante alicantino.
En los años 60 y 70 del siglo XX Altea fue refugio de pintores.
Encontraron en esta localidad un lugar apropiado para evolucionar con su arte y
desarrollarse artísticamente. Y poco a poco el casco antiguo de
Altea se fue llenando de galerías y estudios de arte. Principalmente, pintura y
escultura. Buena parte de los bajos comerciales de la calle Mayor se ocuparon
por artistas que mostraban y vendían sus reproducciones artísticas. Oriundos de
esta tierra y venidos de otras latitudes, de nacionalidades distintas,
encontraron en Altea su escaparate para mostrar sus representaciones
artísticas. Pintores como el belga Marc Abel, el alemán Eberhard Schlotter, el
segoviano Daniel Gil Martín, la alcoyana Polín Laporta, el suecano Just
Cuadrado, así como los alteanos Tachi Lloret, Alicia Hernández, Miquel Zaragoza
Llorens; entre otros.
Pero la presión turística fue trasladando esas galerías y estudios a
otros lugares y hoy en la calle Mayor ya no hay artistas. Los sustituyeron
tiendas de todo tipo. Sólo queda un superviviente de aquella tendencia
artística, la tienda de cerámica contemporánea Pau-Cámara.
Para recuperar ese espíritu artístico y emprendedor el Ayuntamiento de
Altea inició a finales de los años 90 una curiosa iniciativa: sacar el arte a
la calle para acercarlo a la gente. Querían recuperar aquellas manifestaciones
artísticas espontáneas y al aire libre de pintores que con sus caballetes
dibujaban y pintaban en sus lienzos cada rincón de Altea. Esta localidad fue la
inspiración de sus marinas y de su propio estilo.
Las balconadas, les
balconades en valenciano, es el nombre que el Ayuntamiento puso a esta
iniciativa. Las calles del casco antiguo de Altea: San Miguel, Mayor,
Concepción, Porta Vell y Salamanca muestran - colgando de sus balcones -
cuadros y murales de pintores que se han involucrado en esta acción pública y
artística.
A la vista del transeúnte llama la atención ese más de medio centenar
de cuadros que llenan de arte y de color esas calles de Altea, recuperando
aquel punto de encuentro que pintores de diversas nacionalidades encontraron en Altea como el lugar donde establecerse y realizar su arte.
De esta iniciativa se han contagiado otras poblaciones Si en agosto esos cuadros ó murales cuelgan desde los
balcones de Altea, también lo hacen en Alfaz del Pi en septiembre, así como en Agost y
Benimantell en octubre.
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