Un día de agosto que no terminó en uno cualquiera, sino decisivo para el devenir cotidiano de Chuti.
Chuti campaba a sus anchas por el jardín de su casa. Ladrando e
imponiendo el dominio de su territorio a las aves que querían buscar alimento
en su terraza. Cuervos, gorriones, una garza despistada en alguna ocasión,
conejos o ardillas, a los que tenía que
espantar con sus carreras y sus ladridos. Su tamaño no tiene relación con su
valentía. Siempre defiende lo que es
suyo de la mejor manera que sabe y es posible.
Chuti es un westie, como popularmente se conoce a los Terrier blanco de
West Higland. Es una raza canina que nació en las Tierras Altas del Oeste de
Escocia. Destacan por el color blanco brillante de su pelo, por su carácter
equilibrado y amigable que socializa bien en cualquier ambiente. En el campo
despierta su origen como perro de caza de conejos, liebres y pequeñas aves. Los
westie son enérgicos y valientes por naturaleza.
Ese día, un 14 de agosto, vio acercarse a una persona a la valla de su
chalet. Las cámaras de seguridad de la finca muestran cómo saltó la valla para
apropiarse ilegalmente de Chuti, que se defendió como pudo para zafarse de sus
brazos. Sin conseguirlo.
Desde entonces buscamos a Chuti, westie de la familia de mi hermano
Paco. Tenemos la esperanza de encontrarlo, lo echamos mucho de menos, deseamos volver
a escuchar sus ladridos, observar cómo mira con cariño, cómo corretea por la
terraza y deja pasar el tiempo mientras observan los bellos atardeceres de cada
día que disfrutan juntos desde su jardín.
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