Esta Semana Santa es diferente, aunque en realidad todas lo son.
También mirando al cielo para que no llueva, estos días no por favor, hay
muchos días del año que puede llover que sólo falta que la lluvia elija para
hacerlo en estos días Santos. Pues no ves que no, que no toca, oiga.
Esta Semana Santa coincide con días cruciales de la campaña electoral
para las elecciones generales del próximo 28 de abril. Quizá por este ambiente
de tolerancia con el recuerdo de los mensajes de Jesucristo para salvar al
mundo del pecado, hace que los políticos lo prometan todo de todo para
convencer al electorado y a ese 40 % de indecisos - según las encuestas - para
conseguir ser uno de ellos el inquilino de la Moncloa.
Todo vale para llamar la atención, para captar votos, para arañar unos
escaños de aquí y conseguirlos también de más allá; aunque no debería de ser
así. Y en esto las redes sociales son una caja de resonancia especial. Un
comentario, una noticia, llamativa ó escandalosa, corre rápida y silenciosa
como la llama de la pólvora hasta que explota.
Hace unos días leí en twitter un mensaje de Pedro Sánchez Presidente
del Gobierno muy comentado en redes sociales, que era más propio de un
provocador que de un aspirante a repetir como Presidente de Gobierno. Y más en
esta campaña electoral en la que el PSOE expone lo justo a su líder para no
perjudicar su imagen personal. Curiosa protección en periodo electoral, más
propio de otros momentos más sosegados durante la larga vida de un político.
Pero ya ven, Sánchez es una caja de sorpresas. Cuida sus mensajes, la imagen
que proyecta, cómo llegan sus propuestas a la sociedad, ... Su ambición lo
puede todo, justificada en su “Manual de resistencia” como la propia de un
político que aspira a gobernar.
Pero permitan que vuelva a ese tuit de Pedro Sánchez Presidente del
Gobierno en el que presuntamente critica a la Semana Santa y la denomina
“franquista” y “machista”. Es enorme el aluvión de críticas a este comentario,
recortado y compartido por doquier. Parece extraño enfrentarse así, de forma
tan gratuita, a creyentes y practicantes cristianos, a la ciudadanía - en
general - que participa en la Semana Santa de una manera o de otra. Unos por
devoción, otros por tradición, cada uno lo manifiesta a su manera.
Sin embargo, pensé que era una noticia falsa, como de la que fue
víctima Pablo Casado en la precampaña electoral relacionada con la emigración
ilegal. Investigué día, hora y procedencia. Este mensaje está publicado en una
página en twitter llamada “Pedro Sánchez Presidente del Gobierno”. Las fotos de
portada y la de su perfil son similares a la cuenta oficial de Pedro Sánchez.
¿Entonces?. En su definición añade la palabra parodia. Ya ven, lo que se
publica en este tuit se trata de una broma, de un comentario de mal gusto. Sus
autores mencionan que sus “tuits son menos ridículos que los de la cuenta
oficial y su personaje”. Se soluciona el entuerto, hay gente para todo, incluso
para esta parodia que crea confusión. La imaginación de algunos es inmensa. Lo
que no entiendo es como desde Presidencia del Gobierno de España se permite
esta manipulación. Y la Junta Electoral, ¿no tiene nada que decir?.
El ejercicio de la democracia y de la libertad de expresión debe de ser
limpios, transparentes, respetando al contrario aunque sea diferente su
ideología o su forma de pensar.
Los insultos, las mentiras, la intolerancia, no son propios de
políticos que se precien. Reventar un mitin de Cayetana Álvarez de Toledo (PP)
en Barcelona ó de Albert Rivera (Cs) en Rentería son acciones nacionalistas
violentas propias de regímenes totalitarios que empañan y ensucian el mensaje
de sus iguales que no son violentos. Luego que no se quejen que se diga que el
nacionalismo es el cáncer de Europa.
Esperemos que ese espíritu conciliador del mensaje de Jesucristo quede
después de Semana Santa y la campaña electoral termine desde la tolerancia por
los cauces normales y propios de un país democrático como es España.
Este artículo se ha publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press.
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