viernes, 19 de abril de 2019

Descendimiento de la Cruz, en Parma



Unos trabajos arqueológicos en la catedral de Parma dieron con esta joya del románico italiano. Esta escultura fue parte del púlpito que se derribó por un cambio de criterio, de moda y de estética. Por uno de sus lados esta escultura tenía estos relieves, por otro - que es el que se veía - una estela de mármol liso de color rojo que se había reutilizado para la remodelación de la iglesia. Al quitar esta para una nueva obra se dieron cuenta que detrás estaba la escultura. ¿Se imaginan ver este relieve del púlpito derribado con todos los demás?, ¡¡ que maravilla sería admirarlos todos juntos !!.

Este “descendimiento de la Cruz”, también llamado “la deposición”, es una de las escenas más antiguas de la Pasión de Jesucristo. Se muestra el lado más humano del sufrimiento con la intención medieval de ser contenido didáctico para enseñar y formar al pueblo en los valores de la fe cristiana.


Algunos maestros canteros de entonces dejaban una letra, un dibujo, como marca de la autoría de su obra. Pero no se solía poner el nombre del autor. Este relieve es una excepción, en él hay una leyenda que dice quien fue su escultor y el año que esculpió este mármol: Benedetto Antelami, en 1178.

Antelami desborda creatividad y detallismo en esta escultura. La escena está enmarcada por una franja adamascada de ornamentos vegetales en niel. En un plano horizontal, la representación de este relieve se divide en tres grupos. En el central, Jesucristo ya fallecido es desclavado de la cruz por Nicodemo subido en una escalera y bajado de la cruz por José de Arimatea. Al lado, la Virgen María recoge la mano de su hijo fallecido, con la ayuda del arcángel Gabriel. Completa la escena de la parte central una representación de la Iglesia triunfante que sostiene el estandarte cruzado y el cáliz con la sangre de Jesús y, al otro lado, está la Sinagoga a la que el arcángel Rafael le ayuda a bajar la cabeza como gesto de derrota, humildad y reconocimiento a Jesús. 


A la derecha - vista de frente - hay dos niveles: un centurión seguido por unos soldados, quienes en un plano inferior se juegan a los dados las vestiduras de Jesús. Dos de los soldados señalan a Jesucristo manifestando que “verdaderamente es el hijo de Dios”. Sobre todos ellos, una representación humanizada de la luna haciendo referencia a las tinieblas que se produjeron después de la muerte de Jesús.

En la izquierda, se representa la visita de las tres Marías al sepulcro vacío (María Magdalena, María de Cleofás y María Salomé), con San Juan, cuando Jesucristo ya ha resucitado. Encima de ellos se representa el sol en un clípeo humanizado que alude a la luz y la esperanza para los cristianos después de la resurrección.


Esta bella escultura de mármol se salvó de la piqueta de milagro, nunca mejor dicho, y gracias a esto hoy podemos admirarla en el transepto derecho de la catedral de Parma, destacado en sitio preferente. Y bien lo merece, como se puede observar en estas fotografías hechas con la cámara de mi móvil.

Claro que nada es mejor que mirarlo delante, de frente, observar los detalles, los relieves, leyendo las palabras grabadas en el mármol e imaginando la admiración de aquellos fieles del siglo XII que podían ver la vida de Jesucristo con representaciones artísticas como esta. Ellos no tenían otra forma, y nosotros teniéndola, nos quedamos prendamos como se quedarían aquellos admirando esta maravilla.

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