Hay una cosa que un servidor público, un político, no puede olvidar
nunca: el contacto con la realidad, con el sentir del pueblo, con las
necesidades de los votantes que lo han puesto en su escaño para representar y
resolver sus inquietudes. Sea a nivel local, autonómico, nacional ó europeo.
Un claro caso de esta desconexión con la realidad ha sido la
controversia suscitada por la visita del Juan Carlos I a Getxo. Los
nacionalistas y la izquierda radical pusieron el grito en el cielo por la
llegada a su puerto de este buque, sin saber - vaya ironía - que del cielo iban
las maniobras con la defensa del espacio aéreo español por las que estaba en
esas aguas el buque insignia de la Armada española. En efecto, el Juan Carlos I
ha participado en el Sirio 19, organizado por el Ejército del Aire español, en
aguas del Cantábrico y norte de España.
El pueblo vasco ha dado una lección a sus políticos de Getxo más
radicales, tal fue el interés en visitar y conocer este buque por personas de
diferentes partes de Euskadi. Colas kilométricas y más de 14.000 personas lo
visitaron el pasado fin de semana en Getxo. Un record de visitas a este buque
del que la Armada española está muy satisfecha.
Da rabia ver cuanta es la ceguera de unos y la cobardía de otros.
Ceguera por no querer tener a este buque en su puerto porque los nacionalistas
e izquierda radical están en contra de la guerra. También lo están los
ejércitos españoles. Su máxima preparación hace que nuestras costas, nuestro
espacio aéreo, nuestras fronteras, estén mejor protegidas de injerencias
externas. Cobardía de parte del PSE que no se atrevió a apoyar una decisión del
Ministerio de Defensa del Gobierno de Pedro Sánchez y demostrar que el PSOE, de
quien depende, es un partido serio, que siempre ha estado junto a las
instituciones del Estado por responsabilidad y coherencia política.
El Juan Carlos I es un buque multipropósito que puede realizar cuatro
misiones: es anfibio; es un buque de proyección de fuerza de cualquier
ejército; es portaeronaves; puede realizar operaciones no bélicas de apoyo
humanitario, evacuación en zonas de crisis y buque hospital. Es un buque
moderno construido por Navantia en El Ferrol. Navantia está construyendo dos
buques similares para la Armada de Australia. Ya ven que aquí se cumple para
una minoría ese dicho popular que dice que uno no es profeta en su tierra.
Además, negar los méritos de la Armada española es negar a los héroes
vascos que tantas hazañas han dado a la historia de España. Como Juan de la
Cosa y su mapa de América, que navegó con Cristóbal Colón en varias de sus
travesías al Nuevo Mundo. Juan Sebastián Elcano y su primera vuelta al mundo a
vela. El invicto Blas de Lezo, que derrotó a una numerosa flota británica en
Cartagena de Indias, además de otras victorias. Churruca y su heroísmo en la
batalla de Trafalgar desde el San Juan Nepomuceno. Y tantos otros. Su recuerdo
hacen grande sus hazañas.
La frase que titula este artículo es originaria del poeta Luís Rosales.
En realidad él dijo “al suelo, que vienen los míos”. Posteriormente, el
político español Pío Cabanillas la hizo suya modificándola un poco al decir “al
suelo, que vienen los nuestros”.
Qué fácil es echar tierra sobre tu propio tejado e intentar
desprestigiar sin motivo - en este caso - a la Armada española y a este buque.
Esto es fruto de ese populismo barato que inunda cada vez más nuestra sociedad.
Claro que, en este caso, les ha salido el tiro por la culata, según el argot
popular.
Este artículo ha sido publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press
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