Vivimos
en una pura contradicción. Lo que hace unas semanas era malo, ahora dice que es
bueno. Quien le quitaba el sueño, ahora lo mete en su casa y pone a su
disposición los resortes y la información del Estado. Casi nada. Menudo regalo
para un perdedor.
Viendo
ambos cómo el electorado les va reduciendo su apoyo electoral, a uno más que al
otro, ninguno rinde cuentas por ese resultado a sus respectivos partidos
políticos: de su estrategia, uno; de su fracaso, el otro. En cambio, uno premia
al otro una vicepresidencia cuando sólo quería ser ministro; y el primero no
sólo pacta con los anti sistema, sino también con los independentistas, porque
piensa que todo vale para ser Presidente del Gobierno de España. Y aún hay más
leña para avivar el fuego: ahora el PNV se suma al carro de las
reivindicaciones y reclama que Sánchez y el PSOE apoyen un nuevo Estatuto
de Autonomía vasco donde se incluya la posible anexión de Navarra a su
territorio en un futuro y lo que llaman "el derecho a decidir". Ya
ven, más sal al cocido, hasta que sea insalubre.
Supongo
que imaginan que ese uno y aquél otro son Sánchez e Iglesias. Y aciertan. Y el
qué es la coalición que están pactando, cada día más posible, de PSOE, UP y
ERC. Y no vale todo, Sr. Sánchez. La preocupación de ese posible acuerdo genera
ya cierta incertidumbre en la sociedad y en la economía española, incluso en
aquellos que votaron al PSOE en las últimas elecciones generales. También
socialistas que fueron líderes de ese partido hace algunos años y sus
"barones" en algunas comunidades autónomas porque ven peligrar su
liderazgo por estos vaivenes de Sánchez. El último barómetro así lo corrobora.
Este es el de GAD3 para el periódico ABC en el que se manifiesta que el 47 % de
los votantes socialistas ven negativa la negociación con los nacionalistas. Tan
cerca de las últimas elecciones y ya dudan de su voto al PSOE, ¿muy pronto,
no?.
A
todo esto añadan que no hay comunicación pública entre Sánchez y Casado. Y digo
pública porque no me creo que no la haya en privado. Si esto último fuera
cierto, sería una gran irresponsabilidad que Sánchez no descolgara el teléfono
al líder de la oposición.
También
es cierto que Sánchez no quiere ofrecerle nada al PP para una investidura
entre partidos constitucionalistas, como tampoco lo ofreció a Cs en la
anterior legislatura cuando ambos sumaban 180 escaños. Hubieran tenido una
mayoría absoluta que hubiera dado estabilidad al Gobierno de España en los
grandes retos a los que se enfrenta este país, no sólo territoriales. Sánchez
quería su apoyo sin condiciones. A esto le añadimos que Casado no quiere saber
nada de la presión social de la sociedad española que le pide la abstención ó
el apoyo del PP a la candidatura de Pedro Sánchez antes que este pacte con los
comunistas e independentistas. Casado se ve ganador en unas terceras elecciones
generales después de una nueva investidura fallida de Sánchez. Las últimas
encuestas confirman que el bloque del centro derecha podría ganar esas
elecciones aunque fuera por la mínima. Fiénse de las encuestas, diría aquél con
cierta ironía, sobre todo las de Tezanos, no siempre aciertan.
¿Y
qué opinan por el centro?. Arrimadas tiene una propuesta. Entra en escena sin
estar consolidada como líder de su partido que aún tienen pendiente el Congreso
de Cs, después de su descalabro electoral, donde elegirán a su nueva ejecutiva.
Arrimadas reivindica un acuerdo entre el PSOE, PP y Cs. ¿Ahora?. ¿Por qué no lo
hicieron antes?, hubieran evitado el desastre electoral de las últimas
elecciones generales. Cs ha pasado de 57 a 10 escaños en el Congreso de los
Diputados porque no fueron útiles como partido de centro moderado capaz de
conciliar a partidos políticos enfrentados en las urnas pero con posibilidades
de gobernar juntos. ¿Qué ha cambiado para que ahora sí que es posible ese
acuerdo, que no lo era hace unos meses?, ¿lo es la caída del liderazgo de
Rivera?, ¿hay un nuevo liderazgo en Cs que enmiende los errores recientes?. No
es creíble porque Arrimadas formaba parte del equipo y del discurso de Albert
Rivera. Es más creíble su ansia de notoriedad en la política nacional en su
búsqueda de un acuerdo. Pero el PP no quiere saber nada. Aunque diga Arrimadas
- con cierta humildad - que no es porque ellos quieran estar en un Gobierno de
coalición a la alemana entre PSOE-PP-Cs, sino que este se quedaría fuera de ese
gobierno pero comprometido con PSOE y PP a apoyar pactos de Estado que den
estabilidad a la gobernabilidad de España.
Ya
ven, unos por otros y la casa sin barrer. Hace falta más altura de miras, más
visión de Estado, más responsabilidad, aunque sólo fuese con la finalidad de
dar una mejor imagen ante la opinión pública a la que cada vez están más
desprestigiados al no poder ponerse de acuerdo. Para unos, como Iglesias, prima
más un sillón que el programa de gobierno. Para Sánchez, todo lleva al poder.
Para Casado, unas terceras elecciones puede dar la victoria al PP. Y Cs, que
ahora quiere ser parte de la solución, no suma lo suficiente para ser
determinante. Vaya panorama.
Y
mientras, sin gobierno ó con un Gobierno en funciones que sí muestra una cosa,
de la que la mayoría estamos de acuerdo, y es su debilidad.
Este artículo fue escrito con anterioridad en mi columna de opinión del periódico The Journalist, el 3 de diciembre de 2019.
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