Hay un sitio en Murcia que no
puedes dejar de acudir si estás por su centro ciudad. A mí me produce una
atracción especial: la plaza de las Flores. Ubicada junto a la plaza de San
Pedro por un lado y la de Santa catalina por el otro. De siempre es un cruce de
caminos dirección a Andalucía ó a Castilla, hacia al río Segura por el puente
de los Peligros ó puente Viejo en dirección a Cartagena, así como hacia la
catedral ó donde estuvo el Concejo en el mismo sitio donde antes se ubicaba el
Alcázar Nasir ó Alcázar Mayor de la ciudad que se derribó para construir la actual
Glorieta y el Ayuntamiento.
Esta plaza tuvo varios
nombres antes del suyo actual. Se llamó “de las Carnicerías” porque ocupa el
solar donde antes estuvo el inmueble de la Carnicería Mayor de Murcia (s.
XVIII) parar vender carne en esta localidad. Posteriormente, el Ayuntamiento
cambió su nombre (s. XX) por el de Pedro Díaz Cassou, abogado murciano y escritor
costumbrista. Se terminó llamando “de las flores” porque estas se vendían en los
alrededores del mencionado edificio de las Carnicerías y así llamaban a esta
plaza las gentes del lugar aunque se denominara de otra manera. Como muchas
otras veces, se impuso el sentido común y el sentir local.
Entonces como hoy se siguen
vendiendo flores, aunque sólo sea desde un puesto fijo y, a veces, otros
temporales. La floristería de Concha (desde 1943) da color y belleza a la plaza,
por donde cada estación del año se ve reflejado en sus plantas y en sus flores.
El Ayuntamiento de Murcia instaló
una fuente en medio de la plaza. El rumor del agua asemeja el de las acequias
de la huerta murciana por donde corre el agua para regar los huertos de flores.
En el borde del vaso en uno de los lados de la fuente, se sienta “la niña de las
flores” del escultor José Fuentes Aynat. Fundición de bronce a la cera perdida,
representa a una niña, a una mujer, que tiene sobre su regazo un ramo de flores
y a sus pies dos palomas. Como las que hoy revolotean por toda la plaza.
Nos acercamos a esta plaza atraídos
por el susurro del agua y aprovechamos para ir de tapeo, tan típico y tan
cotidiano por estas calles estrechas y estas plazas peatonalizadas. Si hay una
tapa que no puede faltar en Murcia y que tienes que probar, sin excusas, es la
del pulpo al horno y esta tomamos en el restaurante “La tapa”, muy apropiado su
nombre, claro que sí. Pero antes nuestra curiosidad nos lleva a visitar la iglesia
y parroquia de San Pedro que se ve desde la plaza.
La iglesia de San Pedro tiene
su origen en los primeros años de la reconquista. Se ubica sobre lo que fue una
mezquita convertida en iglesia después de conquistada la ciudad por Jaime I de
Aragón en febrero de 1265. La portada actual, con rasgos heredados del
renacimiento adaptado al barroco, se terminó en 1612 y es de Diego de Ergueta. El
templo es de una sola planta con capillas laterales. Destaca el retablo Mayor, de
Nicolás de Rueda, que lo inició en 1765. Hay dos bellas imágenes de Francisco Salzillo: el Cristo de la Esperanza (1755) y otra de San Pedro arrepentido (1780),
ambas procesionan por las calles de Murcia en Semana Santa. En el retablo vemos
el escudo de la familia Saavedra que tenían el patronato de la capilla Mayor,
además de la de Santa Elena, ambas en esta parroquia. En el retablo del lado
derecho del crucero se ve a María Santísima de los Dolores (1756), también de
Francisco Salzillo. En una capilla lateral hay una imagen de Santa Bárbara, de
la primera etapa de este imaginero murciano. Esta iglesia es sede de la
Pontificia, Real y Venerable Cofradía del Santísimo Cristo de la Esperanza,
María Santísima de los Dolores y del Santo Celo por la Salvación de las almas,
que desfila por la tarde noche del Domingo de Ramos murciano.
Esta plaza de las flores
tiene otros encantos como alguno de sus edificios que la rodean, la miran y
parece que la vigilan, como el edificio de Tejidos Abad ó del Río de la Plata,
de estilo ecléptico (s. XIX) ó el edificio de la Librería Almeida.
Volveremos por estos bellos y
tranquilos rincones de Murcia. Caminar conversando de esto y de aquello, y de
lo más allá. No será por temas que ocupan nuestro intelecto en esta España plural
a veces tan confusa y otras tan apasionada. Y buscaremos una taberna donde degustar
algunas de las tapas murcianas, que son muchas.
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