En la actual difícil coyuntura
política en la que vivimos actualmente en España, con un gobierno en funciones
después de varias elecciones generales repetidas, el discurso de Navidad del
rey Felipe VI se esperaba con interés y ha atendido las expectativas.
Es un discurso positivo, equilibrado,
reivindicativo con nuestros valores constitucionales y principios democráticos,
así como orgulloso de la historia de España y de lo mucho que hemos hecho
juntos los españoles, incluso en momentos difíciles. Es un discurso que huye
del pesimismo, siendo optimista en las muchas metas que hemos alcanzado los españoles, siendo referencias mundiales en la ciencia, la cultura, el deporte y la empresa.
Ha sido uno de sus mejores discursos en sus cinco años de reinado.
Manifestó que vivimos tiempos
difíciles pero que por esto “debemos tener más que nunca una
confianza firme en nosotros mismos y en España, que siempre ha sabido abrirse
camino cuando hemos afrontado el futuro con responsabilidad, con generosidad y
rigor; con determinación, pero también con reflexión y serenidad. Y tenemos
razones sobradas para tener esa confianza”.
Afirmó que “es mucho lo que hemos construido juntos, lo que juntos hemos avanzado. Y
podemos sentirnos muy orgullosos de los valores que inspiran a nuestros
ciudadanos, de la energía, la vitalidad y el dinamismo de nuestra sociedad y de
la solidez de nuestro Estado. Y creo que es importante decirlo, no por una
autoestima mal entendida sino porque es una realidad contrastada que debemos
poner en valor”.
Insistió en su fe ciega en la sociedad
española al afirmar que “los desafíos que tenemos por delante no son sencillos
pero, como en tantas ocasiones de nuestra historia reciente, estoy convencido
de que los superaremos. Confiemos en nosotros mismos, en nuestra sociedad;
confiemos en España y mantengámonos unidos en los valores democráticos que
compartimos para resolver nuestros problemas; sin divisiones ni enfrentamientos
que solo erosionan nuestra convivencia y empobrecen nuestro futuro.
Tenemos un gran potencial como país. Pensemos en grande. Avancemos con ambición. Todos juntos. Sabemos hacerlo y conocemos el camino…”.
Tenemos un gran potencial como país. Pensemos en grande. Avancemos con ambición. Todos juntos. Sabemos hacerlo y conocemos el camino…”.
Al principio de su discurso
tuvo un recuerdo con las personas afectadas por las riadas, y mostró su preocupación
por el paro – especialmente el juvenil -, por las dificultades económicas de
muchas familias, por los retos de la era tecnológica y digital, el rumbo de la
Unión Europea, la emigración, la desigualdad laboral entre hombres y mujeres, el
cambio climático, el deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las
instituciones y Cataluña.
El rey no puede meterse en
política aunque muchos españoles reivindican una mayor presencia del Monarca en
la vida social de España porque da seguridad saber que tenemos un Jefe de
Estado con las ideas tan claras en su papel moderador, que da una imagen y tiene
un reconocimiento extraordinarios en el mundo. Para esto, su papel apolítico es
clave.
El rey manifestó que es el Congreso de los Diputados, quien otorgue o deniegue al candidato propuesto para
la Presidencia del Gobierno “y de acuerdo con nuestra Constitución,
tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de
todos los españoles”.
Este artículo ha sido publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico The Journalist con el título "Pensar en grande".
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