Hace algunos años, muchos años, la Semana Santa en España tenía muchas restricciones sociales y gastronómicas. Pasados días tristes, sombríos, de ayuno, venía una explosión de júbilo y si durante unos días los comercios cerraban, la televisión sólo daba noticias, programas religiosos y películas de santos ó de historia de la biblia, y se restringía las comidas, además del ayuno y la abstinencia del Viernes Santo, el Lunes de Pascua el pueblo salía a la calle a disfrutar de una nueva vida. Después del Domingo de Resurrección todo se inundaba de alegría porque Jesús ha resucitado. Ahora se celebra lo mismo, pero en una sociedad libre donde cada uno elige sus creencias y cómo celebrarlas. Pero la costumbre del Lunes de Pascua perdura y con él la mona.
Después de que ayer hubo un día caluroso, soleado, con un imponente cielo azul y un tranquilo y azulado mar, hoy ha mudado a un cielo cenizo, con el mar agitado y un viento de Levante travieso y frío. No por esto y también por esto, hemos comido y merendado bajo techo, entre cuatro paredes, alrededor de una mesa. En familia. Con padres, abuelos, tíos, sobrinos, nietos, hijos. Cada uno y cada una según su condición. Y en la mesa no podía faltar las habas tiernas, la longaniza de Pascua, tortilla de patata, conejo con tomate y la toña. Una comida campestre, en casa. Con un flan de café para chuparse los dedos que ha hecho mi hermana Ana. Y que la imaginación corra que sabe bien cómo hacerlo.
Lo mejor de estas multitudinarias comidas familiares es la larga tertulia durante y después de la comida. En la mesa estamos sentados personas de todas las ideologías: izquierda, centro y derecha. ¡Imaginaros el interés de las conversaciones que surgen en ella!. A veces hay discusiones muy acaloradas donde cada uno defiende su postura con entusiasmo. Otras veces son más tranquilas. Pero siempre intentamos que sean equilibradas para no herir los sentimientos de nadie. Porque hablar de política es muy complicado y la visión de cada uno puede ser contraria a la del otro. Otras veces, muchas, la política nada tiene que ver en esta tertulia, que se alarga según la ocurrencia y la participación de los comensales. Nunca faltan los chistes que magistralmente cuentan mi padre y mi hermano Paco. Hoy los temas han sido muy variopintos. Hemos hablado un poco de política; de toros y toreros, donde Morante de la Puebla, Curro Romero, Enrique Ponce y José María Manzanares, han sido protagonistas; del Centenario de la Gran Vía de Madrid inaugurado por el Rey Alfonso XIII, siendo hoy su nieto, Juan Carlos I, quien junto a la Reina, el Alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón y José Blanco Ministro de Fomento, han celebrado esta efemérides en plena avenida, inaugurando un monolito en conmemoración de estos 100 años;
Alfonso XIII en la Gran Vía (2) y con uniforme de gala
Los Reyes de España Don Juan Carlos y Doña Sofía, con el Alcalde de Madrid y el Ministro de Fomento del Gobierno del Reino de España, en la reinauguración de la Gran Vía de Madrid (fotos de www.elpais.com
de Antonio López y su célebre cuadro de esta Gran Vía, de algunas anécdotas de Antoñito, como le llamaban en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, con quien mi madre estudió Artes Plásticas; de la exposición de cuadros de Emilio Varela que se exponen en la Lonja de Alicante, de museos: del MARQ (Museo Arqueológico de Alicante) y su exposición sobre El enigma de la momia y los nuevos museos que en Egipto se van a hacer junto a las pirámides de Gizeh y el museo submarino con las ruinas de Alejandría; del Ave (tren de alta velocidad) y la posible estación intermodal en Alicante, El Altet, Mutxamel, La Venta la Nuza ó Benidorm; sobre la nueva terminal del Aeropuerto de Alicante; de las redes de redes y facebook y tantos otros temas que no puedo contar ó no caben en este artículo. Mientras, los niños correteando por todas partes. Sus gritos, hoy no lo son tanto. Sus exclamaciones, sus expresiones mal dichas pero bien entonadas, sus sonrisas despreocupadas, sus miradas traviesas, llenan un día en familia.
Y aunque no estemos en el calle, desde mi silla sólo veo el mar, un poco alterado, y las montañas. Casi puedo tocarlo. Como si me encontrara en la cubierta de un barco. Y por la escotilla, la bahía de Campello, Villajoyosa y Benidorm, y las montañas azuladas de la Aitana, el Puig Campana, Bernia, la sierra helada y el Peñón de Ifach.
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