Esta mañana (por el pasado domingo) he recorrido con unos amigos caminos de mi niñez, pedaleados por mi bici. Organizado por la Asociación Cultural Lloixa, de San Juan (pueblo), recorremos sendas de la Huerta para admirar algunas de las Torres que se han salvado de la piqueta, que han sobrevivido a la especulación salvaje, que sobreviven al descabellado desarrollo urbanístico; para llorar a las torres que ya no están; para aplaudir a quienes tienen la sensibilidad de restaurar y rehabilitar estos vestigios del pasado.
Las Torres de la Huerta son edificios defensivos construidos entre los siglos XVI y XVII para defenderse de los ataques de los piratas berberiscos que entonces asolaban las costas del Mediterráneo y los pueblos más cercanos a la costa. Estas torres servían de refugio y defensa ante estos ataques. La entrada de la Torre se hacía por el primer piso, al que se accedía por una escalera de madera. A las demás plantas se subía por una escalera de caracol por el interior. Desde las plantas se abrían aspilleras para utilizar armas por su huecos y matacanes para proteger la entrada con piedras o aceite hirviendo. Desaparecido el peligro de los ataques piratas, a las Torres se le añadieron viviendas y se aumentaron los huecos al exterior con ventanas y balcones.
Las más antiguas son prismáticas y construidas en mampostería (finales del s. XV o principios del XVI), como la Torre Fabián, ya desaparecida. Posteriormente, se perfeccionó su construcción, incorporándoles un talud en su base, con su fabrica de sillería. Un ejemplo de Torres de esta segunda etapa son la de Rejas y la de Conde. Mas tarde, las Torres se construyen con más elegancia y solidez. Se distinguen por el plinto de su base que sustituye al talud. Entre estas esta la Torre de la Cadena.
Hoy visitamos las torres de la Huerta de Fabián, Rejas y Conde. Son las protagonistas de esta historia en esta mañana dominical. Aunque otras, como La Cadena, Cacholí, la del Capitán Boasio, Boter, la torre fortaleza del Monasterio de la Santa Faz, también nos llaman nuestra atención en su entorno. Además de las masías y sus bodegas, que ya no existen, pero que las recordamos; los grafitis de barcos que se dibujaron en sus paredes y de las que perviven unos pocos; la masía donde se refugió el alcalde Lorenzo Carbonell cuando estalló la guerra civil española.
De la Torre de Fabián o de Guisot (perteneció a Alfonso Guisot, empresario de la industria del cine) solo queda el recuerdo y el solar en donde se ubicaba, además de restos de la balsa cuya agua almacenada regaba sus campos. Era la Torre más alta de toda la Huerta de Alicante, con cinco alturas y la planta baja. Construida de mampostería, anexa a una casa con tejados a dos aguas.
Alfonso Campello, colaborador de la Asoc. Cult. Lloixa. Junto a él, Francisco Román, Presidente de esta Asociación, explicando las particularidades de cada Torre y su historia
La Torre de Rejas es una de las mejor conservadas, con talud y fábrica de sillería. Con vivienda adosada, de altos techos y recios muros, grandes chimeneas de mármol y vigas de madera en el techo.
Actualmente es utilizada como restaurante y salón de banquetes. Dentro de sus instalaciones podemos disfrutar de un amplio recibidor junto a una pequeña capilla con la Santa faz como veneración. Salones pequeños y grandes, una cocina tradicional con su hogar, sus alacenas y sus cacharros propios de esta zona, y buenas recetas para ofrecer a sus clientes.
Subimos a la torre. En una de sus estancias, unos grafitis antiguos, con dibujos de los barcos de las invasiones piratas, junto con las galeras y los galeones cristianos que les presentaban batalla para defender sus costas. Desde la terraza de la Torre vemos toda la Huerta. Bueno, lo que queda de ella. Ahora perviven algunas Torres con chalets, bungalows, y jardines privados. Desaparecieron los campos de vides. Quedan las matas de esparto, de barrilla y de regaliz, desperdigadas por desordenados bancales.
Torre fortaleza del Monasterio de la Santa Faz desde la terraza de Rejas
Torre Boter, desde la terraza de Rejas
Torre Cacholí, desde la terraza de Rejas
Al bajar por la escalera de caracol, entre sus blancas pareces, me vienen a la memoria las travesuras de niños en esta casa cuando mis padres nos traían mientras visitaban a sus amigos, propietarios de esta Torre. Jugábamos al escondite. Uno de los escondites preferidos eran las chimeneas. Imaginaros la mirada de mis padres y sus amigos cuando nos veían manchados de hollín. Imaginaros la bronca que nos llevábamos por parte de mis padres. Pero aun así, lo recuerdo con agrado.
La Torre Conde, a espaldas del Club de Tenis Montemar de Alicante. Restaurada hace unos años, se ha salvado del abandono. Es una Torre del siglo XVI. Tiene planta baja y tres pisos. En su terraza tuvo una campana para avisar a agricultores y señores del ataque de los piratas. La entrada no está en el primer piso, como la mayoría de las otras Torres, pero si en una apertura elevada sobre la superficie de la planta baja. El acceso a las diferentes plantas se hace a través de una escalera helicoidal, teniendo en las paredes pequeñas troneras y ventanas de reciente fabrica. De la casa y su bodega solo permanece en pie un enorme arco de piedra.
De vuelta, nos encontramos con la Finca Lo de Barceló. No es una Torre, sino una masía de la Huerta, como otras muchas, donde se cultivaba la tierra, además de ser lugar de ocio y disfrute de sus propietarios. Destaca porque en esta casa vivió el primer Alcalde de Alicante durante la II República Española, Lorenzo Carbonell Santacruz. Aquí se refugió durante la guerra civil española, siendo sede del Consulado de México, del que era titular. Actualmente esta deshabitada y abandonada.
Cerca de la Torre de Rejas hay un bosque de eucaliptos, Debería de conservarse antes de la construcción de diversas urbanizaciones en esta zona, previstas en el PGOU (Plan General de Ordenación Urbana), tan faltos que estamos de bosques por estos lares. Nos cruzamos con un jinete a lomos de un bello caballo marrón. Por estos caminos, cuando lo eran de tierra, cabalgué en mi juventud en equinos del Rancho Grande. Ya no quedan hípicas por estos caminos, pero permanecen en el recuerdo los buenos momentos vividos en aquellas instalaciones y sus alrededores. Regresamos.
En casa me espera mi familia y un arroz con conejo. Memorable. Corre el arroz y el conejo por la garganta. Corre la cerveza fría. Corre el vino de Rioja. Corren las palabras. Después de una siesta razonable empiezan los truenos. El cielo gris se quiebra, se retuerce, retumba.
Esta tarde se repite. Una nueva tormenta dominical. No tan intensa como hace una semana. Pero qué gozada observar llover. Una verdadera sinfonía de la naturaleza. Una nueva partitura, como nuevo es el programa de Radio Nacional Española. Esta tarde dedican un amplio espacio a Chelevidaque, famoso director de orquesta alemán. Y son las interpretaciones de sus orquestas las que nos acompañan. Son las partituras de sus compositores preferidos las que oímos. La Patética, de Chaikvoski y Cuadros de una exposición, de Musorgski.
En el campo es mas impresionante ver llover que en la ciudad. La lluvia recortándose sobre los cipreses. Las gotas de agua caer en cada corte de las palmeras. El llanto de los helechos. El brillo de los troncos de los naranjos. Los pequeños chorros que se deslizan por las hojas de los ficus. El brillo de los pinos. Los pellizcos de las gotas sobre la tierra. El fuerte olor a tierra mojada.
Página relacionada: http://aclloixa.blogspot.com/2009/09/paseo-por-la-huerta-2009.html
1 comentario:
Enhorabuena por el reportaje, hace ya un tiempo redescubrí las torres de la Huerta, pues de joven poco caso hice a estas singulares edificaciones, de hecho mi padre de chico, con nueve años estuvo trabajando para los dueños de la torre Sarrio, pero aquello era batallas de papa que ahora toman fuerza, pero ya es tarde para recuperar todos los recuerdos de mi padre, en fin que lo mas que he conseguido y hago, es fotografiar estas torres.
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