miércoles, 6 de agosto de 2025

Un día de verano en Tabarca

 



Volvimos a Tabarca, nos produce una atracción especial, además de ser una pequeña joya en el Mediterráneo y la única habitable de la Comunidad Valenciana, de la que podemos disfrutar a menudo.


Y así fue. Vivimos uno de esos días que se quedan grabados en la memoria. Fondeados frente a la isla de Tabarca, con amigos, con el azul del Mediterráneo y el sol de agosto, disfrutamos mucho. Tabarca, con su encanto inconfundible, nos volvió a regalar una jornada perfecta. Poco antes de acercarnos a su bahía, a la altura del cabo de Santa Pola, vimos el lomo de una ballena que navegaba cerca de nuestra embarcación, aunque lo suficientemente alejada para no ser un peligro. En cambio, fue una sorpresa agradable. Mi mujer la vio primero y nos llamó a todos la atención.




Frente a la isla, fondeados, las aguas de su reserva marina, como siempre, son cristalinas, tan claras que podíamos ver los pececillos nadando tranquilos a nuestro alrededor mientras nos bañábamos. Y el bosque de posidonias en el fondo marino. A veces, una estrella de mar se dejaba ver antes de desaparecer bajo una roca.


El simple gesto de tirarse al agua desde la popa de la embarcación y sentir esa sensación de libertad tan sana, es un pequeño lujo del verano. La isla, vigilante y serena, se alza a pocos metros, con sus murallas firmes recordándonos que estamos ante un rincón único del patrimonio mediterráneo.




Tabarca es un paraíso natural, pero también es un lugar cargado de historia. Su núcleo urbano, buena parte rodeado de recias murallas, conserva la esencia de un pasado de corsarios, piratas y escaramuzas navales, y eso la convierte en una joya monumental en medio del mar.


A bordo, el ambiente no pudo ser mejor. Las risas, la charla, el buen humor y una fideuà deliciosa — traída desde tierra firme en zodiac por el restaurante Gloria — completaron la experiencia. Comida sencilla, pero con sabor a verano, a encuentro, a Mediterráneo.




Tabarca, tan cercana y especial, sigue siendo ese destino que, verano tras verano, nos llama, nos atrapa y nos hace volver. Porque no hay nada como vivir el verano entre amigos, con el mar como escenario y la isla como testigo.




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