En el sureste español el mes de octubre es sinónimo de riadas e
inundaciones por las lluvias torrenciales. Es el fenómeno de la gota fría. En
redes sociales ya hay agoreros y adivinos que pronostican un mes de octubre
pasado por agua. Ya corren ríos de tinta, aún no de agua, sobre la que nos
viene encima. Pronósticos que vaticinan, de nuevo, lluvias torrenciales en este
mes de octubre. Aunque la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) dice que no
es veraz presagiar lluvias torrenciales con más de una semana de antelación,
algunos aficionados a predecir el tiempo nos recuerdan que tengamos a mano
el paraguas, el chubasquero y algún flotador. No creo que sea para tomárselo en
broma, después de los tantísimos damnificados de la Vega Baja del Segura y de
Murcia que lo han perdido todo por las inundaciones, pero hay gente para todo,
que le vamos a hacer.
Alicante y su provincia saben mucho de gotas frías, de danas,
ciclogénesis explosiva o como quieran llamarlo ahora. Desde las lluvias
torrenciales de mediados del pasado mes de septiembre hasta las que han habido
otras veces, incluso las de antaño, los daños humanos y materiales han sido
muchos, tantos como para aprender la lección que el agua busca - y encuentra -
su camino natural aunque a su paso hayan urbanizaciones o aparcamientos de
coches.
Muchos son los episodios de lluvias torrenciales. Si tiramos de
hemeroteca, los medios de comunicación han dejado huella, y que huella, de estos
acontecimientos meteorológicos.
El Cronista Viravens Pastor narra que "en 1552 hubo grandes
lluvias que produjeron caudalosas avenidas por las vertientes del Benacantil;
las aguas desembocaron en la Puerta de Ferrizia, e invadieron las casas de la
calle Mayor". Alicante se construye sobre varias colinas, algunos dicen
que sobre siete como en Roma, y a los pies del castillo Santa Bárbara y después
también del castillo San Fernando, por lo que el agua de lluvia baja - cada vez
con más velocidad - para llegar al mar.
Fue muy dañina la riada del 15 de octubre de 1879, con varios
centenares de muertos; así como las inundaciones del 4 de noviembre de 1972 con
más de 330 litros en una hora.
Una de las más espectaculares fue la riada del 20 de octubre de 1982.
Ese día llovió con ganas en la ciudad de Alicante, 233 litros por metro
cuadrado en unas horas. Muchas de sus calles se convirtieron en caudalosos ríos
de fuertes corrientes. Algunos barrios quedaron incomunicados. Los daños
materiales fueron cuantiosos. "La ciudad sufrió la mayor tromba de agua
que se recuerda - dijo José Luís Lassaleta Cano, Alcalde de Alicante -, con
graves daños personales y materiales. Las Fuerzas Armadas prestaron un servicio
que Alicante no olvidará. Es de justicia reconocer que gracias a esta ayuda los
ciudadanos han sufrido menos las consecuencias de las inundaciones". El
barrio de San Gabriel fue la Zona Cero, el que más afectó las consecuencias de
las inundaciones.
El 30 de septiembre de 1997 las lluvias torrenciales hicieron estragos
en Alicante. Como en otras ocasiones, desapareció la playa de la Albufera
arrastrada por la riada. Cayeron 270 litros por metro cuadrado en menos de
cinco horas, produciendo cuatro muertos y cuantiosos daños materiales. Ante la
gravedad de la situación, Eduardo Zaplana - entonces Presidente de la
Generalitat Valenciana - suspendió un viaje oficial a México para estar en
Alicante cuanto antes y evaluar las ayudas de la Generalitat. Los Reyes de
España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, visitaron Alicante para ver por sí mismo
el alcance de los daños, así como conocer y alentar las medidas para solucionar
los destrozos producidos por las aguas.
Después de todo este historial de desgracias, la ciudad y sus
alrededores fueron urbanizados para evitar inundaciones. El Plan contra las
Inundaciones de Alicante y su área metropolitana fue elaborado por Javier Machi
Felici y su equipo de ingenieros, siendo Luís Díaz Alperi el Alcalde de
Alicante en ese momento. Realizaron una nueva red de evacuación de aguas que
evitara riadas e inundaciones. En una primera etapa (1997) las obras
consolidaron los principales puntos de drenaje de la ciudad, y levantaron
algunas de las principales avenidas - San Vicente, La Rambla y la Explanada -
para cambiar y dar mayor capacidad a los colectores. En una segunda fase
(2001-2005) se realizaron obras para realizar el “anillo de cierre” encauzando
los barrancos Orgergia y Juncaret. También se realizaron obras de este tipo en
San Vicente del Raspeig y se estudió las que se tenían que realizar en el
barranco de las Ovejas.
A su vez, posteriormente se ha construido un gran tanque antirriadas de
60.000 metros cúbicos que se ubica debajo de un campo de fútbol para acumular
el agua de lluvia y que no corra calles abajo haciendo daño para,
posteriormente, reciclar y usar en baldeo de calles y riego de jardines ó
echarla al mar de forma controlada. A su vez, en San Juan Playa se construyó el
Parque inundable La Marjal que puede almacenar 43.000 metros cúbicos de agua. Este parque se llena de agua cuando hay lluvias
torrenciales y se convierte en un gran lago cuyas aguas posteriormente se
canalizan al mar - poco a poco - evitando inundaciones.
Desde entonces, no se producen inundaciones en Alicante por lluvias
torrenciales, claro que no ha vuelto a llover más de 200 litros por
metro cuadrado en un breve periodo de tiempo continuado. Pero todo parece
indicar que estas inundaciones en Alicante son ya un mero recuerdo. Que así
sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario