En un lugar de la Marina Alta, un pueblo alicantino que recordar si
quiero: Jávea.
En un día lluvioso como hoy que llueve - poco a poco - desde anoche, de
los pocos días que así ocurre porque aquí ó llueve poco ó lo hace de forma
torrencial. Temiendo la intensidad de lluvia de una dana o gota fría como la que ocurrió el mes de
septiembre pasado en la Vega Baja del Segura al sur de la provincia de
Alicante y también al norte de la región de Murcia, que hizo estragos, y de la que muchos aún no se han recuperado ni del
susto ni de los daños materiales, con la incertidumbre de si llegará la ayuda
del Estado a quienes no puedan ampararse por el Consorcio porque no tienen una
póliza de seguros de su coche, de su casa ó de su negocio.
Con las primeras bajas temperaturas y los colores de otoño en los
árboles. Con las primeras hojas caídas de sus ramas vistiendo de oro el asfalto
de las carreteras.
Con esta lluvia tranquila - como el chrimiri que dicen los vascos - con
esas gotas que calan pero no empapan, las fachadas de tosca de las casas del
casco antiguo de Jávea brillan con la humedad mientras dejan correr las gotas de agua
por las huellas y las cicatrices que el sol y el tiempo ha marcado en la
piedra. El Ayuntamiento, el Mercado de Abastos, la iglesia de San Bartolomé,
las viviendas de su alrededor, todo está limpio y brillante.
Después de una fructífera reunión de trabajo, vamos por estas calles
tranquilas, peatonalizadas. Caminamos entre las fachadas cercanas de las casas
unas enfrente de las otras. Andamos en busca de un bar que saciar nuestro
apetito de media mañana. Ya lo dicen los médicos, hay que comer al menos cinco
veces al día. Pues eso, esta es una de ellas.
Y encontramos ese lugar de encuentro, ideal: “Ca Rosa” es su nombre. Un bar "de
encanto", o de encantamiento, por su cocina. Y por su interior de piedra y
vigas de madera en el techo que invitan al sosiego. Las recetas de cada plato
se hacen con cariño y con la tradición del buen hacer de Rosa y su familia que
han heredado de generación en generación. Es un lugar de tapas, donde el
desayuno y el almuerzo se dejan querer entre sus comensales.
Además de los
aperitivos, suele haber un plato del día para la hora de la comida donde
predominan los platos de cuchara como el potaje de garbanzos, el arroz
caldosito con pollo y verduras ó con habas y guisantes que imaginación le echa a la olla la cocinera, sin olvidarnos de sus famosos canelones, de la fideua ó
el arroz al horno. Cada día el suyo, que variedad de sobra tiene este sitio.
Nuestro almuerzo, que no comida, lo es un bocadillo de un pan que se deshace en la boca, con calamares (sin rebozar) hechos a fuego lento en una sartén con cebollita y
aceite de oliva, con un caña para beber y un café. No tenemos
remedio, seguimos hablando de trabajo aunque nuestra conversación también
deriva en otros menesteres de la vida.
Estuvimos aquí hace un tiempo durante la comida, hemos vuelto y volveremos porque nos gusta disfrutar de la buena mesa. Si le interesa, Ca Rosa está en Jávea en la calle tossal de dalt, 3. Abre sus puertas
al público de lunes a viernes de 8 a 17 h y los domingos de 8 a 12 h. Si andas
cerca, no te pierdas este santuario de la buena cocina, casera, sencilla, y del
buen paladar.
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