La historia de la humanidad está llena de hechos en los que cuando el
líder desaparece, desaparece con él toda su obra. Esto es sólo evitado por la
audacia y el empeño de un nuevo líder que hace que su legado no se pierda para
siempre. Esta es la historia de Magallanes y Elcano. Magallanes tenía dos
propósitos por lo que consiguió persuadir a quienes tenían que poner los medios
para llevarlos a cabo. Alcanzó uno y se quedó en la puerta de conseguir el
segundo. Por su parte, si Elcano no hubiera continuado con el objetivo de
Magallanes, este solo hubiese sido un mero aventurero. De no volver Elcano para
contarlo en la Corte española, esta gesta no hubiera sido más que un suceso de
las muchas que se realizaron en aquella época de los descubrimientos. Pero hay
más.
Acompáñenme a esta emocionante aventura de miles de millas náuticas,
ambiciones y el compromiso con su rey de alcanzar con éxito una nueva ruta
entre océanos contribuyendo a realizar la mayor hazaña de todos los tiempos.
El océano Pacífico fue descubierto desde tierra por Vasco Núñez de
Balboa, conquistador español, el 25 septiembre 1513 desde el istmo panameño.
Magallanes estaba convencido que había un paso del océano Atlántico al Pacífico
en el sur de América. Con este convencimiento y con el que opinaba que las
Molucas quedaban dentro de la demarcación española en el reparto del mundo
entre la Corona portuguesa y la Corona española a través del Tratado de
Tordesillas (1494), avalada por el Papa, convenció al rey Carlos I de España
para que patrocinara esta aventura.
Magallanes partió de Sanlúcar de Barrameda con un objetivo claro y
expreso, llegar por el oeste a las Molucas para abrir una nueva ruta a la
especiería desde España por el Pacífico.
Magallanes descubrió dicho estrecho que unía ambos océanos, no sin
muchos avatares, que hoy lleva su nombre. Adentrados posteriormente en el
Pacífico recorrieron sus aguas a lo desconocido y se llevaron otra sorpresa:
era mucho más extenso de lo que suponían. Encontraron diversas islas hasta
llegar a Cebú el 7 de abril de 1521. Metido Magallanes en tareas ajenas a su
objetivo en un conflicto que no era el suyo, murió en la isla de Mactán el 27
de abril de ese año en una batalla con indígenas enemigos de un rey local.
De nuevo en travesía, desorientados y desmoralizados, los españoles
navegaron por aquellas aguas sin rumbo, sin saber lo que hacer, al mando de
Lopès Carvalho quien demostró ser un pésimo líder. Este, además de jefe de la
expedición, mandaba la nao Trinidad y Gómez de Espinosa estaba al mando de la
nao Victoria, con Elcano de maestre. A comienzos de agosto de 1521 la nao
Trinidad encalla en un arrecife obligando a la tripulación a buscar tierra
después de liberarse de esos escollos al subir la marea. También encalló la nao
Victoria al ir a socorrer a la Trinidad lo que le produjo una vía de agua.
Llevaron las naos a una isla con una amplia bahía donde carenaron sus fondos y
costados durante 37 días. En esa isla hubo una reunión de capitanes
y maestres y se destituyó a Carvalho por incompetente. Se nombró a Gonzalo
Martín Méndez, como oficial real; Gonzalo Gómez de Espinosa, como capitán de la
Trinidad; y a Juan Sebastián de Elcano como capitán de la nao Victoria.
Elcano se impuso sobre los demás por su mayor experiencia y por sus
dotes de mando. Destacó cuál era su misión y el por qué estaban allí. Tenían el
encargo del rey Carlos I de descubrir las Molucas y abrir una nueva vía a la
especiería por el oeste desde España, distinta de la ruta la portuguesa.
Portugal era la otra potencia naval de aquella época junto con España. Fueron
pioneros en costear África descubriendo costa a costa y sorteando peligros y
tempestades hasta llegar al cabo de las Tormentas, luego llamado de Buena
Esperanza. Es un cabo de difícil navegación. El
primero que lo hizo desde una embarcación de alto bordo fue el portugués
Bartolomeu Dias (1487). Por ahí pasó Vasco de Gama (1498) para abrir la ruta de
la especiería para la Corona portuguesa llegando a Calicut, en la India.
Volvería en 1502 con veinte barcos de guerra para asegurar el dominio de
Portugal en aquella zona geográfica. Llegaron hasta Malaca (Malasia), rica en
especias. Aquellos dominios portugueses no eran un imperio territorial sino
pequeñas colonias y fortalezas que garantizaban el tráfico marítimo y colonial.
Hasta que alcanzaron su objetivo, Elcano no paró en el empeño.
Descubrieron las Molucas con las indicaciones de los indígenas de cada isla que
visitaban. El 8 de noviembre de 1521 arribaron en Tidore, la mayor productora
de clavo del mundo. Se aliaron con su rey, Almansur (los españoles le llamaban
Almanzor) y este les ayudó a llenar la bodega de clavo de las nao Victoria y
Trinidad. El clavo era una especie de alto valor económico en Europa. Realizada
esta tarea, decidieron volver a España. Ya sabían que los portugueses conocían
de su travesía y que irían a su encuentro para apresarlos, Había dos opciones:
volver por donde habían venido, por el Pacífico, o por la ruta portuguesa
bordeando el cabo de Buena Esperanza. La nao Trinidad tuvo que quedarse en
Tidore porque tenía una vía de agua, una vez arreglada volvería por el Pacífico
rumbo a Panamá. Nunca lo conseguiría, fue apresada por los portugueses nada más
iniciar su travesía de regreso por el Pacífico. La nao Victoria, que capitaneaba
Elcano, eligió volver por la ruta portuguesa con la condición de no tocar
tierra. Era arriesgado, muy arriesgado, pero de conseguirlo habrían dado por
primera vez la vuelta al mundo y demostrado que la tierra es redonda, objetivos
estos que nunca lo fueron de Magallanes.
El 18 de diciembre de 1521 la nao Victoria zarpa de Tidore con 47
tripulantes. Es alucinante el periplo que realizará Elcano y su tripulación
camino de España. Elcano deseaba dirigirse al sur todo lo que pudieran para alejarse
de las rutas más usadas por los portugueses, la Carreira da India. Una navegación en solitario y sin
escalas por el Índico sur y, posteriormente, frente a las costas africanas sin
tocar tierra.
Elcano era un marino experimentado con muchas millas recorridas. Para
sorpresa de todos tomó una ruta poco transitada, nunca navegada antes, por un
gran océano que no conocía, para evitar sobresaltos o encontrarse con los
portugueses que les estaban buscando para apresarlos al entender que estaban en
dominios de Portugal. Elcano eligió a un buen piloto entre su tripulación:
Francisco Albo quien, con los medios rudimentarios de entonces, calculaba con
el sol y las estrellas dónde se encontraban en ese mar desconocido. A su vez,
iban bien pertrechados de víveres, de vino y de agua, la travesía prometía
larga y llena de incertidumbres.
En esta travesía descubrieron muchas islas Molucas desconocidas por los
portugueses: islas de Mare, Tatomoetoe y Talapao, al sur de Tidore;… “En este
camino descubrimos muchas islas riquísimas, entre las cuales Bandam, donde se
encuentra el jengibre y la nuez moscada; y Zalba, donde se cría la pimienta”,
escribiría Elcano al rey Carlos I en el informe que le mandó sólo llegar a
España. En la navegación se toparon con Timor, una isla muy grande a la que aún
no habían llegado los portugueses. Estuvieron en esta isla hasta el 8 de
febrero de 1522 que zarparon rumbo a España.
Pasaron por las islas de Savu y Toti, “y de aquí - escribe Francisco
Albo - tomamos nuestra derrota para el Cabo de Buena Esperanza”. Por poco no
descubren Australia. Pasaron a unas 150 millas de la isla Barrow y del cabo
North West, donde ahora está Exmounth. A finales de febrero estaban a 26º sur a
2.000 millas de Australia, en las inmensidades del Índico. Encontraron vientos
fuertes, aunque contrarios, y los que posteriormente se llamaron “Roaring
Forties” ó Cuarenta Rugientes” por el holandés Hendrick Brouwer (1610), franja
que alcanza el mundo oceánico a partir de los 40º sur. No cabe duda
que el descubridor de estos vientos fue Juan Sebastián de Elcano. El 18 de
marzo ven tierra, una isla muy alta, que Van Diemen, marino holandés del s.XVI
le puso el nombre de Amsterdam, sin conocer que su descubridor también fue
Elcano que no la reivindicó ni tomaron tierra en ella porque tenían otros
objetivos más urgentes. A su alrededor vieron ballenas, focas y albatros. En
recuerdo de este marino español la punta suroeste de esta isla se llama Pointe del Cano.
En reunión de pilotos y maestres decidieron no ir a Madagascar, el
riesgo de encontrarse con la flota portuguesa era muy alto.
No se imaginaban que les iba a costar tanto doblar el cabo de Buena
Esperanza, “el más grande y peligroso cabo conocido de la Tierra”, escribió
Pigafetta, quien comprobó desde la nao Victoria la bravura al encontrarse dos
océanos, el Índico con el Atlántico. Doblar este cabo es una odisea. Al
juntarse los dos océanos, se producen enormes olas y corrientes
contrarias que les impedía doblar dicho cabo. En abril navegaban al sur del
cabo. El 8 de mayo estaban frente al río Infante (Great Fish River). En medio
de una tempestad, se les rompió el mastelero de proa. El 22 de mayo Francisco
Albo cree haber superado el cabo de Buena Esperanza. Estaban en el Atlántico
rumbo al norte, costeando África sin ver la costa.
Superado el Cabo de Buena Esperanza “apenas teníamos para mantenernos
más que arroz, ni para beber más que agua”, escribe Elcano. Navegaban muy
rápidos con viento de popa ayudados con la corriente de Benguela. El 31 de mayo
están cerca de cruzar el ecuador. El 19 de junio ven la ansiada tierra pero era
un manglar.
Necesitaban tomar tierra y cargar nuevos víveres, agua y vino. Lo que
les quedaba estaba en mal estado. Entre todos decidieron arribar a la isla de
Santiago del archipiélago de Cabo Verde. Y lo hicieron a pesar del tremendo
riesgo que los apresaran los portugueses. Bajaron a tierra en un esquife varios
miembros de la tripulación y se aprovisionan con lo que necesitaban. Como les
pareció fácil, bajaron a tierra en varias ocasiones, pero los que lo hicieron
en la última ocasión, no volvieron. Al acercarse con la nao a tierra, desde su
fondeadero en la bahía, para saber qué había pasado salieron unas embarcaciones
para apresarlos.
Elcano tuvo que huir dejando en tierra a algunos de sus
marineros y poner millas por medio. Esquivó a cuatro embarcaciones que salieron
en su busca. Se dirigió hacia el sur pensando que en esa dirección los
portugueses no iban a buscarles, como así fue. El 17 de julio se dirige de
nuevo hacia el norte. Decidieron no parar en las Canarias y seguir ruta. Su
travesía se dirigió por una ruta más larga pero menos peligrosas, por la
llamada ”Vuelta de Poniente” Sobrepasaron las Azores para posteriormente
dirigirse a las costas españolas, buscarían vientos dominantes del oeste y los
“nortes” de verano frente a la costa portuguesa. Los portugueses no podían
sospechar de ellos porque era la ruta que empleaban los buques españoles que
volvían de América.
“Resolvimos de común acuerdo - escribió Elcano al rey Carlos I - morir
antes que caer en manos de los portugueses, y así, con grandísimo trabajo de la
bomba, bajo la sentina, que día y noche no hacíamos otra cosa que echar fuera
el agua, estábamos tan extenuados como ningún hombre lo ha estado antes”. A
bordo quedaban sólo 21 hombres agotados.
El 18 de agosto están a la altura de Finisterre a dos mil kilómetros de
la costa. Elcano quería llegar a un puerto andaluz y esa dirección es la que
toman. El 4 de septiembre ven el cabo San Vicente, en Portugal. Viraron a
Levante y siguieron la costa portuguesa desde lejos. El 6 de septiembre de 1522
entraban 18 héroes a Sanlúcar de Barrameda a bordo de la nao Victoria,
culminando así una de las rutas de navegación más importantes de la historia de
la humanidad.
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