martes, 11 de junio de 2019

Parma, imprescindible


Una de las primeras cosas que descubrimos de Parma, después de dejar las maletas en nuestro hotel y dar un paseo por la ciudad, fue sus fachadas pastel y el uso de las bicicletas como medio rodado de comunicación. Me recordó a Amsterdam en esto último, aunque aún no está tan implantado como en aquella ciudad holandesa.






Muchas son las fachadas de colores pastel de edificios nobles y palacios que nos dieron la bienvenida por la avenida de la República, larga y concurrida a ratos pero no bulliciosa. Esta es la misma vía que antaño usaba la nobleza para ir al palacio Ducal en sus carruajes de lujo. Por esto, algunos de los nobles oriundos de Parma - porque esta ciudad tienen palacios por todas partes - construyeron sus palacios a la vera de esta carretera de hoy que antaño fue camino de tierra, mostrando su poder en la fábrica y en las fachadas de estos nobles edificios. Como el palacio Rangoni Farnesse que hoy ocupa la Prefectura de Parma, con grandes esculturas en su entrada principal.

Parma es una de las ciudades más hermosas de la región Emilia-Romagna en Italia. Tiene mucho encanto, sólo caminar por sus calles y plazas empedradas de adoquines en el casco antiguo, degustar su queso parmesano y sus helados de infinitos sabores como los que hay en la heladería de la plaza del rey Victor Enmanuel II de Italia, bien merece una visita. Y al hacerla cito algunos de sus monumentos más emblemáticos e imprescindibles, o al menos para mí sí que lo son, como la catedral (Il Duomo), el Baptisterio, el Palacio de la Pilota, el Teatro Farnese, la plaza Garibaldi, ó el Teatro Regio de de la Ópera que es uno de los mejores de Europa.


En un rincón de la Pinacoteca Nacional en Parma, muy vigilada y casi a oscuras, podemos disfrutar del mejor trazo de dibujo de Leonardo da Vinci con su cuadro La despeinada . Es el cuadro más famoso de este museo que ocupa una parte del Palacio de la Pilota, símbolo palaciego del poder Ducal de la familia Farnese. Bajo sus muros se guardan grandes tesoros como la Biblioteca Palatina, el Museo Arqueológico Nacional y el Teatro Farnese. Este fue cosntruído en 1618 por en cargo de Ranuccio i Farnese, Duque de Parma, para impresionar a Cosme II de Médici, Gran Duque de Florencia, a su paso por Parma camino de Milán para honrar a Carlos Borromeo en su tumba. Es un teatro de madera de grandes proporciones - reconstruído después de los bombardeos de la II Guerra Mundial - con capacidad de más de 4.000 personas donde representar grandes escenas de ópera, teatro ó conciertos, incluso con un foso para representar batallas navales.


Donde estuvo el foro romano, encontramos una gran plaza atravesada por la avenida de la República, lugar de encuentro de los parmesanos y en donde podemos encontrar restaurantes, tiendas, palacios y bancos, además del Ayuntamiento de la ciudad, y una estatua de Garibaldi. En el palacio del Gobernador hay una torre con un enorme reloj de sol y un calendario perpetuo.





Me dejo para el final El Duomo y el Baptisterio. Ambos se encuentran en una gran plaza de cantos rodados en el suelo frente al Palacio Episcopal. El Duomo (la catedral) es de estilo románico y se inició su construcción en el año 1059. Al entrar por su puerta principal ó por una de sus laterales, su belleza es tal que sobrecoge. De altos muros, columnas y arcos que los unen, todo cubierto de pinturas al fresco, destaca entre todo - que ya es mucho decir por las maravillas que la rodean - la pintura de la Asunción de la Virgen, obra de Antonio Correggio, representada en la cúpula de la catedral. La pintura es muy realista, fijándote uno durante un rato imaginas que las figuras representadas toman vida, se mueven, por una ilusión óptica. En el sur de la nave central hay destacado un relieve del  Descendimiento de la cruz , esculpido por Benedetto Antelami con extraordinario arte y sentimiento.







Poco voy a contar del Baptisterio porque algún día escribiré un artículo sólo de él. Si van a Parma les aconsejo que lo visiten por dentro. Por fuera parece una construcción a medio hacer, pero por dentro impresiona todo. Sus frescos, sus esculturas, su cúpula. Todo es una enciclopedia de la historia de Jesús, piensen que cuando se hizo no había ni revistas ni televisión, ni nada que no fuera representaciones religiosas como esta para informarse de lo que el sacerdote  contaba en el púlpito en cada homilía. Proyectado por Antelami - el mismo autor del relieve antes mencionado - en el que unió los estilos románico y gótico, probablemente es su mejor obra. 









Se iniciaron los trabajos de construcción en el año 1196 con mármol rosa de Verona, y se tardó más de cien años para terminarlo por continuas interrupciones por falta de presupuesto, de materiales, … Fue destinado al bautismo en el siglo XIII, en su interior hay una gran pila bautismal porque el bautizo se hacía por inmersión de la persona que se bautizaba durante el acto religioso.

Regresamos por la calle Cavour, peatonal, comercial y residencial, y paramos a tomar un helado en la heladería Novecento, un establecimiento pequeño pero con una maestría especial en presentar y en elaborar sus helados. No negaremos que somos golosos. Cucurucho en mano seguimos caminando por calles tranquilas y poco transitadas que desembocan en amplias avenidas.








Como ven y como leen, Parma tiene mucho que contar y que compartir. Y no se olviden de multitud de recetas de pasta que han de estar regadas por un buen vino tinto de la comarca - como el Sangionese Superiore 2017 - durante la tertulia sobre las muchas maravillas de esta ciudad y de lo que se tercie que los latinos sabemos cuando iniciamos una conversación entre amigos pero no cuando la acabamos.

Que la disfruten.

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