travesía con el Allegro Vivace

 

Con un viento de Levante, de esos tan esperados y deseados después de tanto poniente ó terral del invierno. Antesala de la primavera, este viento se ha hecho ya presente en las costas alicantinas. A media tarde (del viernes 23 de marzo), Antonio – propietario y patrón del velero Allegro Vivace – me propone acompañarle a llevar su barco a su puerto de origen. Participó en la regata del Premio Aldebarán de la semana pasada y ahora quiere llevarlo a su puerto. Con el genova desplegado, el Levante nos envuelve desde la salida por la bocana del puerto de Alicante. Con mar rizada, con oleaje, con el viento revoltoso y travieso, el velero se escora, como se escoran otros con los que nos cruzamos que vienen de Tabarca. Y como su nombre indica, Allegro Vivace, navega con alegría, animado, con rapidez, muy vivo.

Pasamos frente a las playas de los Arenales del Sol, en el término municipal de Elche, que acariciamos con la mirada. En los años 50 este paraje era una playa de dunas de unos 4 km de extensión. En la inmensidad de la arena se construyó un hotel en primera línea, de la que hoy queda su mole,  que se distingue desde el mar, así como los ecos de sus recuerdos, de sus fiestas, de su glamour. (1) Con el hotel llegaron las torres y los pequeños rascacielos, convirtiéndose esta playa y sus alrededores en una zona residencial de veraneo. Aunque aún quedan parajes naturales vírgenes como el Clot del Galvany, las dunas del Carabasí y la pinada de troncos torcidos por el viento a los pies del faro de Santa Pola. En este atardecer el cielo se dora y enrojece, oscureciéndose con rapidez. Las primeras lucecitas de las casas parecen luciérnagas de la noche.

La fachada del monte del faro de Santa Pola se nos presenta como una barrera natural. Pendientes de la distancia entre la quilla y el fondo para evitar sorpresas nos acercamos a la costa. Sólo oímos el viento y el mar y nuestras palabras, que se escapan de nuestra garganta para vestir nuestros comentarios.

Ya de noche, quedando el astillero y la playa de Levante de Santa Pola por estribor, la bocana y las luces de su puerto se nos presentan misteriosas. Entrar en el puerto deportivo es recoger el génova y acercarte al muelle con suavidad. Es el premio del casco que ha llevado y protegido a su patrón hasta traerlo a puerto.

(1) Historia Gráfica del Hotel Los Arenales del Sol: http://www.alicantevivo.org/2008/04/historia-grfica-del-hotel-arenales-del.html