Después de una larga travesía por el mar Mediterráneo. Después de sortear tormentas, de romper la mayor, de navegar casi a la deriva durante largas horas. Después de encerrar en la cabina a sus hijos y a su mujer, mientras el casco del velero desaparecía bajo las olas en reiteradas ocasiones. Después de atarse al timón rumbo a la costa levantina. Después de interminables horas, el Capitán Antón vio los destellos de luz del Faro del Cabo La Huerta y los ojos se le llenaron de lágrimas. Su barco había resistido. También su paciencia. Y la de sus familiares, quienes habían salido corriendo de la cabina al oír sus gritos. Exclamaciones de alegría. Abrazos.
Al acercarse a la costa vieron a varias decenas de embarcaciones fondeadas frente a una playa y sus arenas inundadas de personas de todas las edades, de toda condición. Su curiosidad hizo que arribaran un bote y se acercaran a la orilla. Desembarcaron justo en el mismo instante en que oyeron una fuerte explosión. Un cohete se había abierto paso entre la oscuridad de la noche para anunciar un acontecimiento. Estaban en la Playa del Postiguet, en Alicante, al amparo del Castillo Santa Bárbara. En la noche de San Pedro, patrón de los pescadores. El 29 de junio.
Sentados en la arena. Sus hijos, su mujer y él, abrazados unos a otros. Su calor y su cariño eran su medicina para olvidar algunos malos ratos en alta mar. Recuerdos que ya se diluían en el horizonte del pasado. Mientras eso pensaba el cielo negro se iluminaba de fuegos artificiales. Antón volvió a emocionarse con las luces de colores que iluminaban su imaginación. Esto era lo que estaba buscando entre las olas. Este rincón del Mediterráneo donde compartir sus sentimientos. No dudó en hacer unas fotografías con su pda, aún sabiendo que no sería buena la calidad de las mismas. Pero para él eran importantes. Mientras, su barco se balanceaba en un mar en calma. Mientras acariciaba a su familia. Y pensaba que ya le parecía una anécdota todo lo que habían pasado. Porque para un hombre de mar como él eso ya era agua pasada, nunca mejor dicho. Y aunque las fotos son lo que son, quiere compartirlas con nosotros, amig@ lector. Bienvenido a este puerto, Capitán Antón.
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