martes, 19 de mayo de 2009

la Plaza Mayor de Madrid

 

Siempre que voy a Madrid me gusta caminar por su Plaza Mayor y por sus alrededores. Por un Madrid de calles estrechas, incluso oscuras, de casas bajas. Por esta plaza, escaparate de la historia de España. Por aquí han pasado muchos acontecimientos. Tantos y más como nombres le han puesto. Plaza Real, Plaza de la Constitución, Plaza de la República, Plaza de la República Federal, … Plaza Mayor, como hoy la conocemos, según los vaivenes de la historia. Con una estatua ecuestre en medio de la plaza, aunque esta se hizo para estar en otro lugar y, aunque está, cuando quiso estar por haberlo estado antes, no le dejaron, aunque volvió. Pero permitirme explicaros con detalle el porqué de este juego de palabras.

100_5625foto aérea de la actual Plaza Mayor de Madrid

Al primer rey que se le ocurrió que Madrid necesitaba un espacio al aire libre para hacer de mercado fue a Juan II de Castilla. Con la ampliación de la villa se construyó extramuros un nuevo barrio y con él un mercado. Productos de la huerta y los corrales. Forjas. Telares. Utensilios de madera. Multitud de cosas para cambiar, para vender, en este mercado al aire libre. Bajo los toldos y las lonas de los puestos corrían las palabras, contando momentos de la vida cotidiana. Junto a las murallas de la ciudad que les proporcionaba respeto y que les guardaba de un ataque enemigo.

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Este espacio tuvo desde sus inicios un destino comercial, aunque también fue un lugar de encuentro entre los aldeanos y viajeros de paso, donde se realizaban fiestas y corría la imaginación.  “Castilla estaba llena de trovadores, juglares y juglaresas, de danzantes, representantes y menestrales de mimos y saltimbanquis, y otros bichos de semejante ralea. Mientras los más sobresalientes admitidos en los palacios y castillos consagraban su talento a la diversión de los grandes señores, los menos entretenían con sus bufonadas al pueblo congregado en las plazas y castillos” (1).

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Se le conocía como la del Arrabal, en la que fuera la antigua laguna de Luján, entre las casas de Luján, el arrabal de Santa Cruz, la Cava Baja y la Puerta de Guadalajara. Tuvo rango de Plaza Mayor con el reinado de Felipe II cuando Madrid, en 1561, tuvo el título de Capital de las Españas. Se inició el proceso de monumentalidad con el intento fallido del corregidor Gaitán de Ayala. A su vez, Felipe II encargó a Juan de Herrera un informe para ver cómo remodelaban la Plaza del Arrabal a partir de un nuevo trazado. Se realizaron expropiaciones y derribos con este fin. En el 1590 se empezó a construir la llamada Casa de la Panadería.

100_5627 detalle de la Casa de la Panadería

Fue Felipe III el verdadero promotor de esta plaza. En 1617 encargó al arquitecto real Juan Gómez de Mora el proyecto para la nueva Plaza Mayor, presentandolo ante el Ayuntamiento de la Villa el 11 de septiembre del mismo año. Tuvieron que salvar importantes desniveles, durando las obras dos años. Tuvo un coste de 200.000.- ducados. Tiene 120 por 94 metros, con nueve entradas, tres bajo arcos y otras seis por calles descubiertas, con casas de hasta seis alturas, con 477 balcones, con barandillas corridas en las dos primeras plantas. Las casas se levantaron con estructuras de madera forradas de ladrillo rojo y tejados grises, sustituido por tejas después del incendio de 1631.

180px-Felipe_III_caballo_Velázquez Felipe III, a caballo. Pintado por Velázquez

DSC01622 Plaza Mayor, con la estatua ecuestre de Felipe III

Esta Plaza Mayor se inauguró el 15 de mayo de 1620 durante las fiestas celebradas con motivo de la beatificación de Isidro el Labrador, siendo Lope de Vega el encargado de organizar unas justas poéticas. El 2 de mayo del año siguiente fue testigo de la proclamación de Felipe IV. El 21 de octubre de ese mismo año de 1621 tuvo lugar en esta plaza su primer ajusticiamiento público, la degollación de Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, perteneciente al grupo del antiguo valido, el duque de Lerma. El 19 de junio de 1622 se celebraron en ella festivales por las canonizaciones de Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y   San Isidro Labrador. Los primeros festejos taurinos se realizaron con la asistencia de Felipe IV y del príncipe de Gales (futuro Carlos I de Inglaterra) el 4 de mayo y el 1 de junio de 1623. En los juegos de  cañas que tuvieron lugar unos meses después, el 21 de agosto, participaron 500 caballos y el propio Felipe IV.

Juego-de-Cañas en la Plaza Mayor, Juan de la Corte, s XVII Juego de Cañas, de Juan de la Corte, s. XVII

Los muros de este nuevo recinto fueron testigos de los autos de fe organizados por la Inquisición. Inició los juicios el reo Benito Ferrer el 21 de enero de 1621 acusado de fingir ser sacerdote. Fue condenado a ser quemado vivo en una hoguera que se situaba junto a la Puerta de Fuencarral.

Las piedras de esta plaza también fueron testigos de los festejos de toros y cañas. El 12 de octubre de 1629 se organizaron unas por el casamiento de la Infanta María con el rey de Hungría.

Fiesta de Toros en la Plaza Mayor, Anónimo s XVII Fiestas de Toros, Anónimo s. XVII

El 7 de julio de 1631 se inició un incendio en el lado sur de esta plaza, cerca de la casa de la Carnicería, quedando destruida en parte. Las pérdidas se valoraron en un millón trescientos mil ducados.

La Plaza seguía escribiendo su historia, junto con la de Madrid. Con ajusticiamientos, festejos populares, fiestas Reales. El 20 de agosto de 1672 sufrió un nuevo incendio en el portal de la casa de la Panadería. Jose Ximénez Donoso se encargó de su restauración. Tardó diecisiete meses, con un coste de 200.000.- ducados.

Durante finales del s. XVII siguió siendo escenario de autos de fe, destacando el de 30 de junio de 1680 en el que se juzgaron 118 reos. También festejos populares y espectaculares corridas de toros, como el del 13 de enero de este mismo año con la llegada a la corte de María Luisa de Orleans, la que sería esposa de Carlos II.

Charles_II_of_Spain_anonymous_portrait Carlos II

Durante el siglo XVIII seguirá siendo el marco de diversos acontecimientos, como las Proclamaciones de Fernando VI, Carlos III y Carlos IV. Los festejos taurinos se trasladaron a la nueva plaza de toros que mandó construir Fernando VI, junto a la Puerta de Alcalá, inaugurándose en 1754.  La Plaza Mayor también fue espectadora del Motín de Esquilache el 23 de mayo de 1766.

Un nuevo incendio, el 16 de agosto de 1790, en la parte de poniente, fue devastador. Realizó la rehabilitación Juan de Villanueva, arquitecto mayor de Madrid durante el reinado de Carlos IV.  Este arquitecto cerró las comunicaciones de las calles que antes cortaban de arriba a abajo las fachadas y las hizo pasar bajo arcos, con lo que mantuvo la continuidad de fachadas y cornisas. También suprimió la última planta de las casas, dejando cuatro arcos de esquina, con uno ciego a poniente. Así consiguió que sobresalieran más las fachadas de la Casa de la Panadería y de la Carnicería, dándole más solemnidad al conjunto. Ordenó los pórticos de la planta baja con pilares de granito, pilastras toscanas adosadas y un sistema adintelado de piedra, cambiando su fisonomía barroca por otra clasicista. Continuaron las obras los arquitectos Antonio López Aguado y Custodio Moreno hasta 1854. La última casa construida en la plaza es la nº 29 que se levanto en 1850.

Carlos IV, pintado por Goya Carlos IV, pintado por Francisco de Goya

Durante el siglo XIX  siguieron haciendo celebraciones reales, como las del 19 de julio de 1803 con motivo de la boda de Fernando, Príncipe de Asturias, con la princesa María Antonia de Nápoles. A su vez, perdió ser el escenario de ejecuciones al trasladarse estas a la plaza de la Cebada, con la salvedad de las ejecuciones de españoles por las tropas napoleónicas durante la invasión de España por Francia.

En 15 de agosto de 1812 cambió de nombre por el de Plaza de la Constitución, aunque posteriormente se le denominó Plaza Real hasta la muerte de Fernando VII en 1833 y la rebelión contra el Conde de Toreno en 1835, que pasó a llamarse de nuevo Plaza de la Constitución.

Dejaron de realizarse corridas taurinas a partir de los festejos de la Jura de Isabel II el 20 de junio de 1833 y las que se celebraron los días 16, 17 y 18 de octubre de 1846 con motivo de la doble boda de Isabel II con Francisco de Asís, y de su hermana la Infanta María Luisa Fernanda con el Duque de Montpesier.

100_5628 celebraciones taurinas por la doble boda de Isabel II. Y la de  su hermana Infanta María Luisa Fernanda

En 1845, Ramón de Mesoneros Romanos solicitó a la reina Isabel II, y esta aceptó, la cesión de la estatua ecuestre de Felipe III, de los escultores Juan de Bolonia y Prieto Tacca, que en 1616 se había instalado en los jardines de la entrada de la Casa de Campo madrileña. Esta estatua fue colocada en la plaza Mayor el 23 de marzo de 1848.

Con la proclamación de la I República en 1873 cambió de denominación por el de Plaza de la Constitución, además de Federal, quitando la estatua ecuestre de Felipe III.  Fue colocada de nuevo con la Restauración de Alfonso XII en 1874. Volvió a llamarse Plaza de la Constitución entre 1921 y 1925. Posteriormente, recuperó el nombre de Plaza Mayor. El 15 de abril de 1931, al día siguiente de la proclamación de la II República, fue derribada con violencia de su pedestal la estatua ecuestre de Felipe III. Fue devuelta en 1940 después de ser restaurada por el escultor Juan Cristóbal.

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fotos en blanco y negro de http://www.rayosycentellas.net/fotohistoria/?p=591

En 1953 se prohibió la circulación de tranvías y en 1960 la de automóviles. En 1956 se inició la restauración de su arquitectura que terminó con la conmemoración del IV Centenario de la Capitalidad de Madrid en 1961.

Con la democracia adquirió su protagonismo natural. Una gran plaza, envidia de muchos, imitada por otros. Donde Los viajeros de fuera admiran su arquitectura y su historia. Los niños corretean detrás de las palomas. Los artistas llenan sus lienzos con sus colores y los caricaturistas dibujan con su carboncillo las caras sonrientes de sus clientes. Músicos de instrumentos de aire, de cuerda, pasean su melancolía por los adoquines. Por donde los madrileños caminan sus inquietudes.

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Después de  tantos acontecimientos históricos esta plaza fue recobrando su primer origen mercantil con los mercados filatélicos desde 1927 y los de Navidad. También los espontáneos. Ventas de dvds, cds de música, collares, pulseras, sortijas, muñecos de peluche, banderas y tantas otras cosas. Porque hoy esta Plaza es un lugar de encuentro para personas de toda condición, para transeuntes de lo más variopinto. Para ciudadanos de hoy  que quieren vivir en paz y ser felices. Y para tener feliz a nuestro estómago mis hijos, mi mujer y yo nos tomamos unos bocadillos de calamares, para chuparse los dedos, en una cafetería bajo los soportales de la Casa de la Carnicería.

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(1) Gaspar Melchor de Jovellanos

Fuentes consultadas: “Plazas.Tesoros de España”, de Wifredo Rincón García; El druida de la historia, http://www.rayosycentellas.net/fotohistoria; http://ladruida.com/madrid/; madridpedia, http://www.madridpedia.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

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