Una mañana perfecta para salir de excursión. Para caminar por nuestras montañas y parques naturales. Por nuestros senderos de interior ó por los costeros. Para compartir buenos momentos con la familia, con los amigos. En este día luminoso, con una ligera brisa de Levante. Con unas nubes que empañan el horizonte azulado. Pero no empañan su silueta. No empañan su protagonismo. Abriéndose paso en el mar. Como un gran barco varado en la orilla. El Peñón de Ifach. En el término municipal de Calpe. En la comarca de la Marina Alta. En el norte de la provincia de Alicante.
el peñón de Ifach visto desde El Portet, en Moraira
visto desde la playa de Calpe
desde el puerto pesquero de Calpe
El Peñón de Ifach es una enorme masa calcárea que se eleva sobre el mar hasta los 332 m en su punto más alto y se une a tierra por un istmo detrítico. Por sus características bioclimáticas, la naturaleza de sus suelos, su situación y orientación, su variedad en la flora y en la fauna, ya fue destacado en las “Observaciones” del botánico valenciano Cavanilles (1795) y admirado día a día por muchos. Para protegerlo fue declarado Parque Natural el 17 de enero de 1987. Tiene una extensión de 45 hectáreas. Y aunque es uno de los Parques Naturales europeos más pequeños, no lo es por la riqueza de su naturaleza, ni por la abundancia de sus visitantes, siendo el Parque Natural más visitado de la Comunidad Valenciana.
La mejor forma de conocer de cerca a este regalo de la naturaleza es recorrer sus senderos. Desde el Aula de la Naturaleza, en la falda del Peñón, parte una senda ascendente en zig zag. Mientras subimos el horizonte litoral se alarga hacia Benidorm por el sur ó hacia Moraira por el norte. Y las montañas. La sierra Helada a los pies del Mediterráneo, el Morro de Toix, la sierra de Bernia, el Puig Campana, la sierra Aitana, el Montgó, … Es un ascenso cómodo, con el suelo empedrado en muchos tramos.
En algunos tramos, unas vallas de troncos de madera cierran la senda para evitar caídas. Mientras caminamos la mirada se nos escapa en todas direcciones. Por el paisaje. Por las aves. A lo largo de todo el año se pueden observar en este Parque unas ochenta especies entre las nidificantes, las invernantes y las que están de paso. Entre todas ellas destacan el cormorán moñudo, las currucas, el halcón peregrino, el vencejo pálido. La población más abundante corresponde a las gaviotas patiamarillas. Hay otros animales, más escurridizos, como los lagartos ó los conejos. También abunda la flora. A ambos lados del sendero, un jardín botánico junto a los pinos carrascos. Pinos que el viento de Levante han doblado durante su constante soplido, produciendo el “efecto bandera”, hasta agacharlos. Entre las rocas, en las paredes rocosas, crece una vegetación especializada en colonizar grietas, fisuras y repisas, donde se acumula algo de tierra. Entre la vegetación podemos encontrar la casi extinguida Silene d´Ifach, un tomillo propio del Peñón, la Sabina Negra, la lavanda dentada, …, la albaida ó el jazmín de monte.
El día acompaña y eso que el anterior se lo pasó lloviendo. Pero el tiempo nos respeta. Y respeta nuestros pasos al no haber barro resbaladizo. Algún charco. Nada más. Aquí arriba la brisa es más fresca, también agradable. Desde esta altura vemos los barquitos del puerto, unos optimis en una regata en la bahía alrededor de una boya. Las playas y, otra vez, las montañas. A los que nos gusta la fotografía es difícil no estar haciendo fotos todo el rato. A los que nos gusta el paisaje, la naturaleza, nuestros ojos se enamoran pronto de este lugar. Continuamos la marcha en este cómodo ascenso.
Parece que el camino se termina con una pared. Pero es un efecto visual. El sendero sigue triunfal porque no se acaba. Continúa, por dentro de la roca. Según me cuenta un vecino de Calpe, uno de los propietarios que tuvo el Peñón antes de que lo comprara la Generalitat Valenciana, llamado Vicente Paris, fue quien construyó un túnel en 1919 para pasar al otro lado del Peñón. Lo que encontraron fue una fauna y una flora en su estado puro, más salvaje, así como a tres cabras de gran tamaño, con enormes cuernos y largo pelaje. Dos machos y una hembra, que con el tiempo se atrevieron a bajar por el túnel y se integraron en un rebaño de cabras que pastaba por los alrededores. El túnel tiene algo más de dos metros de altura por unos tres de anchura. Por las pisadas y por el agua de lluvia, su suelo suele estar muy resbaladizo y más hoy después de las lluvias de ayer. Con muy buen criterio los responsables del Parque han puesto unas cuerdas para agarrarnos y evitar caídas.
Y lo que encontramos nosotros al otro lado es, también, más gaviotas y más vegetación. Y el mar. Azul, inmenso, sobre el que se recortan las alas de las aves mientras vuelan. Donde se dibujan las estelas de las embarcaciones que navegan cerca del Peñón.
El sendero continúa. Bueno, si a esto se le puede llamar sendero. Quizá sea el peor tramo de todos. Con una cuerda clavada en la roca para agarrarte. Con un barranco que se precipita hacia el mar. Con unas rocas bajo nuestros pies que se pelean para tener más protagonismo y escalan unas a otras para destacar sobre las demás. Con su suelo pulido por tantas botas y zapatillas que las han pisado. Con cuidado, con mucho cuidado, se pasa y se camina hacia el interior del Peñón.
En un cruce hay que elegir por unos de los dos senderos que de él parten. Uno lleva a un mirador en el extremo sur donde estaba el puesto de Carabineros; el otro conduce a la cima. Desde ambos puntos se ven unas vistas extraordinarias merecedoras de este esfuerzo. Pero esta ruta os la contaré otro día. Y para el que no pueda resistirse a esa espera os dejo la dirección de la experiencia de mi amigo Angel en su ascenso a esta cima: http://angelvalero.lacoctelera.net/post/2009/05/14/el-penyon-d-ifach-calpe-ruta-la-cima
Bajamos. De nuevo, cruzamos el túnel. Como a la subida, no hace falta linterna, pero para evitar meter una pierna en uno de los tantos ahujeros de unos centímetros que hay en su recorrido, no está de más. La vista que nos espera al salir del túnel, aunque la hemos visto antes al subir, nos parece espectacular.
Nos encontramos una y otra vez con las gaviotas. Unas anidando los huevos de sus futuros polluelos, otras volando sobre nuestras cabezas, otras observándonos. Y alguna mirándonos con curiosidad. Con la misma curiosidad, quizá, que nosotros las miramos a ellas. Y esa curiosidad nos lleva a pensar que volveremos. Volveremos a visitarlas. Volveremos a este Parque Natural que tanto nos ha llenado de buenas sensaciones. Las de hoy. Las de otras excursiones de otros años.
Hoy, 24 de mayo, es el Día Europeo de los Parques Naturales. El objetivo es conseguir que los Estados miembros de la Federación Europarc (organización paneuropeista que acoge la red de espacios naturales protegidos de 38 países de este ámbito) y sus organizaciones no gubernamentales (ONG) dedicados a la conservación de la naturaleza, divulguen conjuntamente la existencia de estos espacios y organicen actividades para dar a conocer sus áreas protegidas, su relevancia para la sociedad y sus características ecoambientales. Y la mejor manera de celebrar este día es hacerlo al aire libre, alrededor de la naturaleza. Que así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario