Por un sendero en la falda de la Sierra Aitana (Alicante). Cerca de la Font (fuente) de Partagás, por el Passet (Paso) de la Rabosa. No hace mucho. Mi hija y yo caminamos por el monte y nos llevamos una grata sorpresa. El silencio. Fue tan sorprendente que sólo oía mi propia respiración y el ruido de mis pasos al pisar la tierra. Nada más. Tanto era el silencio, tanta la tranquilidad, que inquietaba. ¡Qué cosas!. No estábamos cómodos con tanta paz.
Y es así por la vida que llevamos. Es por el permanente ruido de los coches en las ciudades. Del bullicio de la calle. Del follón de los bares y restaurantes. Cuando vuelves de un viaje al extranjero eres más consciente de lo ruidosa que es nuestra vida en este país. Muchos se sorprenden cuando un medio de comunicación se hace eco de una multa a un establecimiento comercial que se ha pasado en los decibelios. Cuando tenía que ser una medida aplaudida. Muchos no saben apreciar el silencio porque, simplemente, no lo conocen, ni lo fomentan. Es, también, una cuestión cultural.
Volviendo al sendero del principio. A mí sí me llama la tranquilidad y el silencio de una vaguada en una de mis montañas más queridas. La Aitana. Aquél silencio tan inquietante, me busca en momentos de inquietud. En esos momentos de sosiego necesario. Aquél día hubo algo que rompió tanto silencio. En realidad, lo transformó. Un hilillo de agua corría bajo nuestros pies. Este pequeño susurro y una ligera brisa montañosa, que nos acariciaba la cara, entonaron la canción del sosiego. No os la puedo cantar. Cada uno oirá la suya, con su imaginación. Y te invito a que lo hagas, amigo lector/a.
tranquila calle de Benifato (Alicante)
Hace unos años, en un curso de formación en Fundesem (Fundación de Empresas de Alicante) sobre la Gestión Comercial, un psicólogo nos dio una charla sobre la relajación mental: imaginaros una escena donde estás a gusto, cierra los ojos y deja discurrir tu mente en silencio. No sólo verás ese escenario, sino que disfrutarás de sus colores, sus sabores, sus sonidos, sus olores. Y te relajarás con ellos. Es un ejercicio apropiado para momentos de estrés. Mucho mejor sería poder hacer una escapadita a ese lugar y con esa persona, en su caso, que te genera esas buenas sensaciones.
terraza del hotel Abama (Tenerife sur)
Permitirme que hoy que celebramos el Día Mundial del Silencio (Día Mundial sin ruido) sean otros quienes nos narren el silencio como ellos lo interpretaron un día. He seleccionado a tres poetas. Os dejo con ellos.
Es noche. La inmensa
palabra es silencio…
Hay entre los árboles
un grave misterio…
El sonido duerme,
el color se ha muerto.
La fuente está loca,
y mudo está el eco.
Fragmento de El jardín negro, de Manuel Machado
Oye, hijo mío, el silencio.
Es un silencio ondulado,
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que inclina las frentes
hacia el suelo.
La Siguiriya Gitana, de Federico García Lorca
Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.
Silencio, de Octavio Paz
No hay comentarios:
Publicar un comentario