martes, 25 de noviembre de 2008

alrededor del embalse de Guadalest

En el valle de Guadalest. Beniardá, a las diez de la mañana del 23 de noviembre. Con diez grados de temperatura. Mientras pasan los minutos las calles se van llenando de amigos. Amigos que caldean el ambiente, que hacen cálida esta mañana fría en la montaña de Alicante. Fernando, con sus pantalones cortos y su botella de agua. Javier, su amplia sonrisa y su don de gentes. Arturo, con sus interminables conocimientos de nuestros senderos y la claridad con que nos los cuenta. Roxana, impaciente en su bautismo senderista. Pedro, panadero de Elda, trae en su mochila unas magdalenas de miel para el almuerzo. ¡Qué magdalenas, amigos!. Y su bota con el recio vino de Monóvar. Jesús y su hijo Pablo, …




Caminando por las calles de Beniardá. El Ayuntamiento, la plaza de la iglesia. Calles estrechas por donde casi no cabe un coche. Paredes encaladas de gruesos muros, guardan el secreto de la vida sosegada de pueblo, del calor del hogar, de los chismorreos tras los visillos. Pasamos bajo un arco. Sobre este, un santito. Salimos del pueblo. A nuestra derecha una extraordinaria vista del embalse de Guadalest. Pasamos junto a la piscina municipal, que en verano se alimenta con aguas cristalinas de un manantial. Terrazas con algarrobos, olivos y almendros, se escalonan hacia la vaguada.






Y un susurro. Acompasado. Un canto a la vida, al amor, a la esperanza. Un canto a la amistad, a las buenas maneras, al compañerismo. Una música que nos ilusiona. Como no puede ser de otra manera. Con partituras de la Aitana, la Serrella, la Aixortá. Sierras que envuelven este valle, que guardan este embalse. Lo que antes era susurro, ahora un fuerte rumor. Una pequeña cascada de agua, acaricia las rocas. Agua que se abre paso a través de la tranquilidad del valle. El río Guadalest. El río Abdet. Se juntan buscando su destino en dirección al embalse. Un puente. Pasamos a la otra orilla. Y es aquí donde parece que, de verdad, empieza el sendero. Aunque no es sendero. Es senda, es camino. Bajo los pinos.




La larga hilera de personas se estira. Cada uno a su paso, cada uno a su ritmo. Porque no somos iguales. Ante la ley sí, pero en el senderismo cada uno camina según sus posibilidades. Aunque hoy la dificultad es baja. Unos diez kilómetros alrededor del embalse de Guadalest. Primero por uno de sus lados. Volveremos por el otro, en sentido contrario. Siguiendo las marcas horizontales blanca y amarilla. Evitando los caminos con las marcas en cruz con líneas blanca y amarilla porque por ahí no es.







Mientras caminamos vemos algunos pueblos del valle. Pequeñitos, a lo lejos. Benimantell y Benifato. Beniardá y Abdet. Por encima de ellos, la base militar en la cumbre de la Aitana. Con colores de otoño diseminados por el monte. Y el castillo de Guadalest, nos mira expectante. Desde sus almenas. Bajo ese cielo azul y sus nubes algodonosas, reflejados en el agua turquesa del pantano.







Atravesamos la presa, y nos paramos a almorzar. Una paradita para alimentar nuestro estómago. Para compartir nuestras palabras, nuestras experiencias. Después de la presa, por encima de las copas de unos pinos, el mar en el horizonte. Continuamos. Por la otra cuenca. Más boscosa. Otra vez el sonido del agua que corre. Por multitud de riachuelos que aparecen entre la maleza. Unos juncos. Y algo más que un riachuelo. Tenemos que atravesarlo con cierta dificultad. Iniciamos la subida al pueblo, muy pronunciada. Si antes hemos bajado, ahora tenemos que subir. Nos espera una gran cerveza como premio a nuestro esfuerzo en el restaurante Ca Gloria, en Beniardá. Cambiamos impresiones, comentamos anécdotas del día, alimentando la ilusión para la próxima ruta senderista.






Nos espera en Aigues una comida con esta peña de amigos. Con este grupo de senderistas convocados por la Asociación de Caminantes de Aigues (ACA). El plato fuerte … un cóctel de risas y sonrisas. Entre palabras que picotean el pan. Palabras que saborean los olores de la paella y de la fidegua. Palabras que se embriagan con la mistela de la tierra. Palabras que disfrutan de estos buenos momentos entre amigos.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

plaggHola Paskki. Puede que acierte publicando mi comentario dada mi inexperiencia en el mundo informatico e "internetico". He recibido un correo de Javier por el que me invitas a esta publicación. Si es ésto lo que he deducido te puedo decir que me ha gustado mucho tu reportaje describiendo perfectamente los sentimientos que brotan a cada momento en estas excursiones y que pasan a engrosar la lista de nuestros mejores recuerdos. Un abrazo. Enrique.

Anónimo dijo...

Hola de nuevo. He estado "navegando" - se dice así??- por todos tus artículos y m'ha quedat bocabadat, de tanto y buen reportaje como has realizado, con una sencilla y cuidada prosa muy descriptiva y unas fotos maravillosas y desde luego no para verlos antes de comer, pues se puede llenar el teclado de saliva. Gracias por lo que considero un regalo. Un abrazo. Enrique.

paskki dijo...

El regalo lo recibo yo con cada uno de los lectores de este blog. Gracias por tus palabras, Enrique. Un abrazo.

Arturo Moreno dijo...

amigo enrique, tengo la suerte de conocer y disfrutar de Paskki. Primero con su compañía(que no tiene precio) y aunque yo le haya dado a conocer algunas cosas de esta maravillosa terreta, ni punto de comparación con lo que recibo de él, pues al deleite propio del recorrido que hacemos, se une el intuir como va a ser el artículo, que siempre me sorprende. Pues convierte una "simple" ruta de senderismo en un mágico calidoscopio de elementos básicos de vida.
Gracias Paskki

Javier Larrosa dijo...

Hola Paskki, acabo de leer tu comentario sobre la escursión del domingo y siempre me asombra la facilidad que tienes para describir todo lo que ves, es un doble placer, primero al hacer el sendero y luego al leer tus reportajes. Quiero darte las gracias por tu participación y colaboración, en mi nombre y en el de la Asociación Caminantes de Aigües. Un saludo y hasta la próxima. Javier.

paskki dijo...

En el sendero soy tu alumno, Arturo. En los momentos que compartimos en el camino vivimos sensaciones parecidas por las montañas, delante de un plato de olleta, disfrutando del aire libre. Un abrazo.

paskki dijo...

El sendero me ha dado muchas cosas. Disfrutar de la naturaleza al aire libre. Recorrer caminos y veredas. Subir collados. Pero sobre todo hacer nuevos amigos. Tú eres uno de ellos, Javier. Y la Asociación de Caminantes de Aigues ha conseguido crear un ambiente familiar. Un ambiente de amistad entre nuevos amigos que nos une el sendero y muchas otras cosas. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Después de un dia tan especial, de ese almuerzo, de esa acogida y de vuestra compañia solo me queda decir, gracias de verdad ahh y tambien por ese pedazo de artículo que como dice Javier es un doble placer, leerlo y vivirlo, a ver si hacemos otra pronto y un saludo para todos!:)
Roxy

paskki dijo...

Hola, Roxy. Pues sí, hay otra ruta senderista muy pronto, organizada por la Asociación de Caminantes de Aigues. Salvo cambios, el próximo 14 de diciembre: Aigues-Barranco del Bacorero-Aigues. Ya pondré el anuncio del recorrido y confirmaré el día en cuanto me lo mande Javier. ¡Ah!. Sabes que te esperamos. Queremos que te aficiones con nosotros, que vivas con nosotros esta aventura senderista. Saludos.

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