El coronavirus es un virus que se descubrió en los años 60, pero aún es
de origen desconocido. Parece ser que se contagia a través de animales salvajes
como el murciélago y el pangolín que son comestibles en China. Pero aún está
por demostrar.
No es la primera vez, ni probablemente será la última, que el
coronavirus se reproduzca en Asia. Ya hubo epidemias masivas de origen asiático
en los siglos venideros y más concretamente en 2002 en China, 2012 en Oriente
Medio y en diciembre de 2019 otra vez en China. El COVID-19, que es el nombre
que se le ha dado a este virus, tubo el primer brote (oficial) en la ciudad de
Wuhan. La enfermedad puede provocar una neumonía respiratoria e, incluso,
causar la muerte. Los síntomas principales son el dolor de cabeza, la fiebre,
la tos seca, la mucosidad, escalofríos y malestar general, así como problemas
respiratorios. Aún no hay vacuna, aunque se está investigando en esa dirección.
La mejor prevención es la información y la higiene personal. Algo tan sencillo
como lavarse las manos a menudo puede salvar vidas (sobre todo después de tapar
la boca y la nariz con la mano al toser ó estornudar).
Es inevitable comparar el coronavirus con la gripe común. Según los datos
publicados por el Ministerio de Sanidad español, la gripe del 2018 causó en
España casi seiscientos mil contagios y seis mil trescientas muertes, con un
número reproductivo del 1,3, y un 0,1% de mortandad, no teniendo tanta
trascendencia social.
Como escribe el analista Kiko Llaneras no hay que ser frívolos con
estos datos. El coronavirus es mucho más contagioso y más letal. El porcentaje
de mortandad es del 2 al 4 % en la provincia de Wuhan y del 0,7% fuera de
China. A su vez, su número reproductivo está entre el 2 y 3, por esto los
expertos opinan que el contagio puede ser masivo si no se toman las medidas
oportunas evitando los núcleos ó países de riesgo. Por su parte, la
Organización Mundial de la Salud prevé una pandemia.
Toda crisis provoca, al menos, una teoría de la conspiración. Porque el
coronavirus es una crisis en toda regla, sino no que se lo digan a los chinos -
de dentro y fuera de China - que ven que su economía puede irse a pique. Tantos
años de esfuerzo que el coronavirus puede echar por tierra no sólo sus empeños
de salir adelante sino que también pone en riesgo la pequeña apertura que
estaba teniendo este inmenso país asiático que ha visto que la información de
la verdad de todo esto pone en entredicho a su Gobierno.
Toda teoría de la conspiración viene acompañada - al menos - de una
pregunta clave: ¿a quién interesa esta crisis del coronavirus?. El coronavirus
de momento está frenando las economías asiáticas más importantes. No sólo la
china, sino también la de Japón ó la de India. Y puede contagiar a Europa. A su
vez, las bolsas del mundo se desploman ante la incertidumbre que generan las
consecuencias del coronavirus, pero ya saben que todo crack bursátil produce
nuevas oportunidades a los inversores que no se arruinan con estas caídas. Por
su parte, el bitcóin - la criptomoneda - hace de valor “seguro” y sube. Y los
Laboratorios farmacéuticos, quien sea capaz de sacar una vacuna eficaz, se hará
de oro. Ya saben que toda incertidumbre provoca miedos y estos pueden producir,
desde los Gobiernos, recorte de libertades como la de expresión ó reunión. En
definitiva, que esta incertidumbre puede ocasionar un retroceso en todos los
sentidos y esto sólo favorece al poderoso. Dejo que usted imagine quien y le
ponga cara.
Sin embargo, cuesta creer que una pandemia sea beneficiosa para
determinadas personas. Aunque estas sean las que son capaces de sacar partido
de las incertidumbres políticas y económicas.
Y, mientras, todos mirando a la luz del sol y pendiente de la subida de
las temperaturas, porque estos son hoy el mejor antídoto para la desaparición
total de este virus. Que así sea.
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