Todas las islas,
sean grandes ó pequeñas, provocan una atracción especial. En el Mediterráneo
tenemos claros ejemplos de islas que llaman nuestra atención: Mikonos, Cerdeña,
Formentera, … Y la protagonista de este artículo: Tabarca.
Tabarca, Nueva
Tabarca, ó Isla Plana. Los muchos nombres que ha tenido no desmerecen su
geografía. Situada a unas tres millas al Sur-Este de Santa Pola y a unas 8
millas de Alicante, pertenece al término municipal de esta última ciudad. El archipiélago de Tabarca
tiene 1.800 metros de longitud con una anchura máxima de 400 metros, con un
desnivel de unos 15 metros sobre el nivel del mar. Completan este
archipiélago los islotes de la Cantera, de la Galera y de La Nao, y los
escollos Negre, Roig, Cap del Moro, Sabata ó Naveta.
Las aguas
cristalinas y transparentes de Tabarca, su recinto amurallado, su pueblecito de
pescadores, su huerta plana y casi siempre árida, su gastronomía con su caldero
como protagonista, su reserva marina, su cercanía a la Península, hacen de esta
isla un destino obligado para visitar al menos una vez en la vida.
Merece la pena
referirme aquí a su reserva marina, que lo es desde 1986. Ocupa una superficie
rectangular de 1.400 Ha. Sus aguas internas son responsabilidad de la
Generalitat Valenciana y las exteriores de la Administración General del Estado
español. A partir de 1988 se autoriza a la Cofradía de Pescadores de Tabarca de
calar dos morunas gruesas, arte de pesca sostenible. Desde ese mismo momento
(O.M. de 15 de junio de 1988 (BOE 8/7/88) se creó una gestión de seguimiento y
control que lo forman parte las administraciones Central, Autonómica y Local
para evaluar rendimientos de la reserva. Esta tiene un servicio de guardapescas
jurados que vigilan la prohibición de la pesca (salvo autorización previa y expresa en determinados lugares) y
malos usos en su ámbito geográfico. Para proteger los fondos de la reserva se
instalaron arrecifes artificiales con módulos de hormigón y cascos de barcos hundidos.
Las praderas de posidonia oceánica rodean las profundidades de toda Tabarca. Campan
a sus anchas el mero, el dentón, la dorada, el pargo, estrellas y erizos de
mar, la salpa, la oblada, …. A veces se dejan ver tortugas boba, incluso hace
muchos años hubo un león marino en sus aguas.
Es la única isla de
la Comunidad Valenciana que está habitada. Aún quedan entre sus pobladores
apellidos de sus primeros colonos, de aquellas 69 familias de origen ligur
liberados por el rey Carlos III de una prisión musulmana en la isla tunecina de
Tabarka quien les buscó cobijo y un nuevo lugar donde emprender una nueva vida:
Ruso, Chacopino, Leoni, Manzanaro, Parodi, ...
Tres puertas quedan
de sus murallas: la puerta de Levante ó de San Rafael; puerta de la Trancana ó
de San Gabriel; y puerta de Tierra, de Alicante ó de San Miguel. A los pies de
esta última se ubicó inicialmente el puerto viejo al amparo de una pequeña
cala.
Extramuros está la
playa de arena fina y cantos rodados, así como multitud de calas y recodos
apropiados para el baño y el buceo sin botella y sin arpón; la Torre de San
José (antigua prisión); el faro; un pequeño cementerio y la huerta. Esta tiene
una plantación de chumberas, además de matorrales como la barrilla ó el esparto
propio de paisajes áridos del Mediterráneo español.
Con las últimas lluvias
torrenciales de la “dana” del pasado mes de septiembre, toda la huerta de
Tabarca se ha cubierto de un manto verde y sus matorrales muestran con orgullo
su color y su fuerza en pleno otoño cuando las plantas marchitan ya para
prepararse para la primavera. Desde el mar ó desde tierra es un agradable
espectáculo de la naturaleza que agrada nuestra vista y nuestros sentidos de
esta isla tan querida por los alicantinos que no nos cansamos de visitarla
tantas veces. Y las que vengan que nunca será la última.
Foto aérea de @algarapictures Fotos desde el mar y desde tierra de Pascual y Ana Rosser Limiñana.
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