No hay candidato para una nueva investidura en el Congreso de los
Diputados. Hoy se lo ha comunicado el Rey - como Jefe del Estado - a la
Presidenta del Congreso y esta a la sociedad española, al no tener ningún
candidato mayoría suficiente para ganar la tercera investidura después de las
elecciones generales del pasado mes de abril.
No me gusta empezar una frase con una negación pero si así lo hago es
para manifestar mi disgusto, mi indignación y mi hastío. Como seguro lo hay en
la mayoría de la ciudadanía. Disgusto, indignación y hastío porque los líderes
políticos con representación parlamentaria no han sido capaces para pactar una
investidura que facilitara la formación de un nuevo Gobierno en España.
Disgusto, indignación y hastío porque Pedro Sánchez y el PSOE no hayan
encontrado ni propuesto a los partidos políticos ninguna vía para lograrlo. Por
mucho que diga Pedro Sánchez que lo ha intentado todo.
Con los nuevos desafíos a los que se enfrenta España: inquietudes
sociales, financiación autonómica, paro, sentencia del procés, pensiones,
brexit, recesión económica mundial, entre otros muchos, seguimos sin un gobierno estable después de las últimas elecciones generales.
Albert Rivera - muy cuestionado por su electorado por no apoyar una
investidura de Sánchez, según las últimas encuestas - ha propuesto in extremis a Pedro
Sánchez la abstención de Ciudadanos con condiciones: formar un gobierno en
Navarra sin el apoyo nacionalista pro etarra, pactar el artículo 155 de la
Constitución para aplicarlo de nuevo en Cataluña, un compromiso de no indultar
a los políticos presos protagonistas del golpe de estado en Cataluña - que
aún no están condenados - y no subir los
impuestos. Rivera invitó a Casado y al PP a unirse a esta propuesta, sin
conseguirlo. Sánchez dijo que esos requisitos ya se cumplen y no se comprometió
a nada ni verbal ni por escrito por lo que Cs no se abstendría en el debate de
investidura que ya no se va a celebrar.
Para Casado “todo parece indicar que Pedro Sánchez quería desde el
principio nuevas elecciones”, añadiendo e invitando al electorado en general -
desde el Congreso de los Diputados después de hablar con el Rey - que “si
Sánchez nos aboca a elecciones generales, que no le salga gratis”.
Pedro Sanchez, en su comparecencia como Presidente del Gobierno en funciones desde
el Palacio de la Moncloa, después de su reunión en el Palacio de la Zarzuela
con Felipe VI, se lamentaba del no a su investidura por parte de Unidas Podemos
afirmando que nunca antes en Europa un proyecto socialdemócrata para formar
gobierno había sido tumbado hasta cuatro veces por un partido de izquierdas.
Unos por otros, la casa sin barrer, como dice un dicho popular. Unos
por otros, por sus ambiciones personales, por sus compromisos electorales, nos
llevan a todos los españoles a unas nuevas elecciones generales. Incluso
aquellos que nacieron enarbolando su bandera de la nueva política, desde el
radicalismo de Iglesias y la moderación de Rivera, se han convertido en pura
irresponsabilidad y, pronto sabremos, si son ya parte de la historia
parlamentaria y política de España. Si se cumplen las encuestas, Rivera e
Iglesias son líderes políticos en declive y con un importante descenso
electoral que les puede costar el liderazgo de su partido político si ese
pronóstico se confirma. Y habrán dejado
pasar la oportunidad de demostrar que en España es posible una representación
política fragmentada y no bipartidista en el Parlamento.
Desde ahora mismo, tanto Sánchez como Casado piden ya el voto útil de
su formación política frente a su contrario en las nuevas elecciones generales
del próximo 10 de noviembre.
Y ¿qué nos cuesta esta ineptitud, que cuesta a cada español una campaña
electoral?. La cantidad no es pequeña. Verán. Las del pasado 28 de abril
costaron 138.961.517 eu (según presupuesto del Ministerio del Interior). Nada
menos. 3,76 euros por elector, 2,97 eu por español, destinados a poner en
marcha la maquinaria electoral y el despliegue de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado. Millones de euros que se podrían emplear en acciones de
emergencia o de necesidad en España. Todos los días los telediarios están
llenos de noticias que requieren la atención del Estado. Basta mirar las
tremendas consecuencias de la pasada gota fría en el sureste español.
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