Después de unas elecciones todos los líderes de los partidos políticos
dicen que han ganado, aunque no lo hayan hecho. Se las ingenian para resaltar
los datos positivos que genera cada proceso electoral para su partido político.
Pero esta vez, digan lo que digan, no ha sido así. Hay un claro ganador: el
PSOE. Antes de comentarlo, ¿qué les ha pasado a los demás partidos políticos
con representación parlamentaria a nivel nacional?.
Ni las peores encuestas daban el nefasto resultado del PP. Como dijo
Casado en la noche del escrutinio electoral del domingo 28 de abril, el
resultado ha sido "muy malo", el peor de la historia del PP. Lo
achacó a la fragmentación de la derecha y es cierto, pero hay más. El PP se ha derechizado
dejando libre su espacio de centro derecha. Por aquí le ha ganado terreno
Ciudadanos. El PP tenía que haber defendido su espacio ideológico, sabiendo que
los ultra - que los había en su formación política - los perdía a favor de Vox,
como así ha sido, era inevitable. Además, si toda la campaña electoral el PP ha
defendido gobernar en solitario, en caso de hacerlo, no se puede el último día
de campaña afirmar que en su gobierno pueden entrar Ciudadanos y Vox -
haciéndose eco de esto muchos medios de comunicación - cuando Rivera lo ofreció
durante toda la campaña electoral y Casado no le hizo ni caso, y Vox hubiera
sido un socio necesario para la Investidura, ¿pero para el gobierno?. Los
nervios traicionaron a Casado y a su equipo, sus encuestas les daban un mal
resultado. Son las primeras elecciones generales de Casado desde que hace 9
meses se hizo cargo de la dirección del PP y su inexperiencia como líder de su
partido se ha notado en esta contienda electoral con mensajes desacertados como
este que calan en el electorado. El PP ha conseguido 66 escaños, frente a los
137 que tenían en la anterior legislatura.
Albert Rivera ha vuelto a perder unas elecciones generales en las que
se veía ganador, con el ánimo de formar un gobierno de coalición de Ciudadanos
con el PP (no al revés). No ha sido así. Se equivocó en cuál era su adversario.
No lo es sólo el PP de Casado, sino también el PSOE de Sánchez. Tampoco fue
creíble su negativa a gobernar con Sánchez después de estas elecciones porque
otras veces dijo no hacerlo con el PSOE o con el PP y luego hizo lo contrario.
Ciudadanos también se derechizó abandonando el centro izquierda. Muchos
votantes de ese centro, que anhelan la moderación, que podían haber sido
votantes de Ciudadanos, terminaron votando al PSOE. Aunque Ciudadanos haya
incrementado en 25 escaños, teniendo ahora 57, y se haya quedado solo a
doscientos mil votos del PP, este resultado es un fracaso para sus
pretensiones: sacar a Sánchez de la Moncloa. A su vez, ahora Rivera reivindica
el liderazgo de la derecha y de la oposición parlamentaria al gobierno del PSOE
porque Ciudadanos es el partido que más crece frente a la caída del PP y el
ascenso de Vox, pero las matemáticas son las que son, es el tercer partido del
Parlamento español superando a Unidas Podemos que pasa a un cuarto lugar.
Ciudadanos aumenta mucho en escaños pero no es suficiente, se ha quedado a 9 de
superar al PP.
Vox que era la gran amenaza por la ultraderecha, así lo expresaban por
activa y por pasiva desde el PSOE, ha tenido un buen resultado pasando de cero
a 24 escaños, pero muy lejos de lo que vaticinaban las encuestas y esperaban
ellos mismos. Una cosa es llenar plazas de toros y otra que les voten todos los
que les siguen en los mítines. Han despertado voluntades, han generado inquietud,
pero los votos recibidos no condicionan nada, ni le da el poder al PP. Sí habrá
una nueva voz en el Parlamento a través de Abascal, que representa a más de dos
millones y medio de españoles cabreados que, por ejemplo, cuestionan y
reivindican el fin de las comunidades autónomas.
Iglesias quiere ser ministro. En la misma noche del recuento electoral
del domingo ofreció un gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Era
uno de sus objetivos de campaña y ahora es su principal objetivo de legislatura.
Con su escaso resultado no puede exigir mucho. Ha pasado de 71 a 42 escaños. Un
desastre, inferior al que sugerían las encuestas, pero desastre en cualquier
caso.
La sorpresa la ha dado el PSOE.
Todas las encuestas le daban ganador, pero no tanto como el resultado
final. Han pasado de 85 a 123 escaños. Ha sido el partido más centrado de
todos, además de su orientación socialista, y - por tanto - el más beneficiado
de los indecisos de centro. En España ganan las elecciones generales los
partidos políticos más cerca del centro, en este caso del centro izquierda. El
PSOE puede gobernar en solitario. Si lo han hecho con 85 escaños, ¿por qué no
pueden hacerlo ahora con 123?. Con el casi 100% del escrutinio, Sánchez dijo
que habrá un gobierno socialista (monocolor). Sólo le hace falta una
investidura con los votos de Unidas Podemos y el apoyo de los nacionalistas (la
abstención ó el voto favorable), además de pactos concretos de legislatura con
la izquierda y con Ciudadanos. En su “Manual de resistencia” Pedro Sánchez
escribe que “el elemento esencial del liderazgo es conectar con las emociones
de la gente”. Parece que él lo ha conseguido en estas elecciones generales.
Con las elecciones municipales, autonómicas - en algunas comunidades -
y europeas, a poco menos de un mes, el debate de la formación de gobierno no
parece una prioridad hasta pasadas esas elecciones. Mientras tanto todos
analizan lo que ha pasado el 28 de abril y observamos cómo uno gana y los otros
patalean, cada uno con sus legítimos argumentos, por supuesto.
Este artículo ha sido publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press
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