Si hay una cosa que los jóvenes están de acuerdo es en la protección
del medio ambiente y, por extensión, combatir las consecuencias del cambio
climático. En España y en el mundo. Quizá porque les preocupa mucho su futuro y
cómo les vamos a dejar el planeta a ellos y a las generaciones venideras.
Sorprende, y mucho, que en los dos debates televisados en las pasadas
elecciones generales en España, entre los líderes de los partidos políticos con
representación parlamentaria a nivel nacional, ninguno de ellos hiciera la más
mínima mención a la protección del medio ambiente, ni en las medidas a aplicar
contra la contaminación ambiental. Ninguno. Demostrando una vez más que
nuestros políticos viven lejos de la realidad en determinados aspectos como
este.
Me imagino y espero que ese silencio sospechoso nada tenga que ver con
esa tendencia que niega el cambio climático y que tiene entre sus partidarios
destacados a personas tan influyentes como Donald Trump. En relación con esta
postura, EEUU abandonó las conversaciones del Acuerdo de París.
El Acuerdo de París, dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático, convenido por 195 países, establece medidas para la
reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a través de la
mitigación, adaptación y resilencia de los ecosistemas a efectos del
calentamiento global. La Unión Europea ratificó este acuerdo el 5 de octubre de
2016 y entró en vigor el 4 de noviembre del mismo año. Este Acuerdo establece un
plan de acción para mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por
debajo de los 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales y esforzarse en
limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 ºC, porque reduciría los riesgos y
los efectos del cambio climático.
El investigador Thomas Crowther propone la plantación masiva de árboles
por todo el mundo porque podría reducir el dióxido de carbono en la atmósfera,
con la posibilidad de anular una década de emisiones humanas. Según Crowther
los árboles son “el arma más poderosa contra el cambio climático”. La
plantación de árboles mejora la calidad del aire y de los alimentos, lo puede
hacer cualquier persona y mejora nuestro entorno.
¿Qué hace el mundo ante este dilema?, ¿qué hace España?, ¿y Alicante?.
Si una cosa está clara, es que no podemos estar mirando que hace el vecino
cuando tú no haces nada, ni estar a la espectativa a ver qué pasa. Hay que
actuar. Las iniciativas son muchas. Para muestra, un botón. Vean. Australia se
ha propuesto plantar mil millones de árboles contra el calentamiento global, lo
ejecutará hasta 2050 y tiene como finalidad eliminar más de 16 millones de
toneladas de gases de efecto invernadero al año. Pakistán ha plantado cientos
de millones de árboles - eucaliptos entre ellos - para, también, luchar contra
la deforestación. La India - en un sólo día - plantó 66 millones de árboles con
un millón y medio de voluntarios en un alarde de demostrar que sí se puede
combatir el cambio climático. El gobierno de la India se ha comprometido a
aumentar su superficie de bosques a 95 millones de hectáreas hasta 2030.
Otro gran proyecto que, además combate la desertización, es la Gran
Muralla Verde, el cultivo de acacias en una extensa área verde en África de
unos 8.000 kilómetros de longitud por 15 km de ancho en la que participan más
de 15 países: Argelia, Burkina Faso, Benin, Chad, Cabo Verde, Yibuti, Egipto,
Etiopía, Libia, Mauritania, Níger, Nigeria, Senegal, Somalia, Sudán, Gambia,
Túnez. Esta muralla verde se inicia en la región del Sahel, en la frontera sur
del desierto del Sáhara, uno de los lugares más pobres y áridos del planeta. El
Sahel es una de las zonas que peor soportan el impacto devastador de los
efectos del calentamiento global afectando con el hambre y la miseria a millones
de habitantes. Esta muralla verde contribuye también a mejorar la vida de estas
personas convirtiendo tierras áridas en fértiles, se mejora la producción de
alimentos, se restaura la productividad de los bosques, genera empleos, evita
la emigración forzosa y da oportunidades a los habitantes de esta zona para
enfrentarse a los desafíos del cambio climático.
China también hizo un esfuerzo titánico con su muralla verde contra el
desierto de Gobi replantando 500.000 kilómetros cuadrados de árboles hasta
2009; en Filipinas se recuperaron 1.500 millones de árboles en 1.500.000
hectáreas hasta 2011; Corea del Sur ha recuperado su masa forestal en cincuenta
años plantando 11.000 millones de árboles; La Mixteca en México, ha cambiado su
paisaje árido plantando cuatro millones de árboles desde los años ochenta con
pino y aliso; en los montes Apalaches en EEUU han repoblado la zona castigada
por la minería con la reforestación de 60 millones de nuevos árboles en 35.000
hectáreas.
España, junto con otros países europeos: Francia, Bélgica, Dinamarca,
Luxemburgo, Holanda, Portugal y Suecia, se ha puesto como plazo máximo el 2050
para alcanzar el objetivo de la llamada “neutralidad climática”, que se emita
la misma cantidad de gases de efecto invernadero que las que se puedan
absorber. Se proponen acciones contra el cambio climático, incluyendo medidas
para descarbonizar la industria, proponiendo que el Banco Europeo de
Inversiones haga de la financiación verde su primera prioridad.
Una de las leyes que se presentaron con los Presupuestos Generales del
Estado rechazados en febrero pasado - que provocaron las Elecciones Generales
del 28 de abril - fue la de Cambio Climático. España es uno de los países más
vulnerables de Europa en este asunto. Esta ley apostaba por la descarbonización
y por las fuentes renovables en el sistema eléctrico español. También planteaba
la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de al menos el 90
% en relación a los niveles de 1990. El nuevo Gobierno de Pedro Sánchez tendrá
que afrontar de nuevo este reto.
El mundo municipal también se mueve. 200 alcaldes de ciudades europeas
como París, Londres, Sevilla ó Estocolmo han firmado un manifiesto que han
enviado a dirigentes de la Unión Europea para que acepten el compromiso de la
Comisión Europea para que las emisiones netas de dióxido de carbono sean nulas
en 2050.
Ciudades importantes como Madrid, con Carmena como alcaldesa, se han
empeñado en combatir la polución y mejorar la calidad del aire de la ciudad con
restricciones del tráfico.
En el ámbito local también se pueden hacer cosas como controlar la
calidad del aire vigilando el tráfico rodado y haciendo de la ciudad un
cinturón verde. Que Alicante sea un bosque no es un disparate. Una gran parte
del agua reutilizada se vierte al mar. Se han hecho avances, así el 70 % del
agua usada en parques y jardines en zonas urbanas de Alicante tiene su origen
en el agua reutilizada. Pero queda mucho por hacer. La ciudad necesita de masa
arbórea, árboles que resistan el subsuelo salado, que den sombra y que reduzcan
el dióxido de carbono en la atmósfera. En esta necesidad de plantación de
árboles podría también recuperarse la huerta alicantina con arbolado de secano
o de regadío. Todo redunda en una mejor calidad del aire, la creación de
puestos de trabajo y de una vida más saludable.
Cuando Gabriel Echávarri era Alcalde de Alicante propuso hacer un gran
pulmón verde en Agua Amarga. Al perder el PSOE la alcaldía, ese proyecto quedó
guardado en el baúl de los recuerdos. El próximo alcalde de Alicante
¿recuperará este gran proyecto verde, planteará otro?. Pronto lo sabremos, tras
las elecciones municipales del próximo 26 de mayo. Ya veremos.
Este artículo fue publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press
No hay comentarios:
Publicar un comentario