viernes, 2 de julio de 2010

colores que iluminan el horizonte

 

P1040401 castillo Santa Bárbara desde la playa del Postiguet, antes de los fuegos artificiales

Colores que iluminan la ciudad de Alicante. Fuegos de artificio que pintan la oscuridad de la noche con luces del arco iris, que escalan las alturas antes de dejarse caer sobre el público que las admira desde la playa del Postiguet. Tripulantes de barcos y barquitos que navegan cerca de la orilla. Transeúntes que pasean por el paseo marítimo. Familiares y amigos sentados sobre la arena de la playa. Escuchan (escuchamos) los sonidos de petardos y cohetes. Todo, en la noche de San Pedro y San Pablo, el último día de las Hogueras de San Juan de Alicante.

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P1040422 fuegos artificiales

P1040431 traca luminosa

Disfrutando de una noche fresca, con una ligera brisa marina que aligera los calores del día. Un día como hoy, el año pasado, el Capitán Antón llegó con su velero a estas costas y se dejó embriagar por los fuegos artificiales, la hospitalidad de los ciudadanos de Alicante, su gastronomía, su litoral, la Isla de Tabarca y la transparencia de sus aguas, por la luminosidad de esta ciudad, por el castillo Santa Bárbara oteando el horizonte. Ese horizonte que para él no tiene final, ese horizonte que lo condujo allende los mares a tierras lejanas. Porque hoy, un año después, me acuerdo del Capitán Antón porque nos dejó huella con su forma de ser, con su tertulia inacabable, con sus historias marineras. Y el mar se lo llevó no sabemos hasta cuando. Esperamos que vuelva como se fue, con la humildad del amigo, con la certeza del día.

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4 comentarios:

Unknown dijo...

Hola, Pascual.

Vivimos días de fiestas mayores en muchos pueblos y ciudades del litoral mediterráneo, que suelen empezar y acabar en la playa, a la luz de los fuegos artificiales y con el olor del la pólvora en el aire.

En Premià de Mar los primeros fuegos los prenden los piratas berberiscos, que desembarcan en la playa y toman al asalto la ciudad para imponer su ley y su desmadre mientras dura la fiesta mayor. Y el último día, una vez expulsados los invasores, un gran castillo de fuegos artificiales pone el punto final a la fiesta.

La verdad es que, vistos desde el mar, tienen mucho encanto. Un año los vi a bordo del velero de un capitán inglés, ya mayor, que recaló por casualidad en Premià, en un viaje en solitario por el Mediterráneo. En nuestro pueblo vivió un amor otoñal e hizo un montón de amigos, hasta que un buen día, cansado ya de tanta mar y de tanta vida errante, vendió su barco y se instaló definitivamente en Mallorca, donde espera, supongo, la última marea para partir definitivamente.

¡Feliz verano!

Intro dijo...

Hermosas fotos

Pascual Rosser Limiñana dijo...

Gracias Joan. Que forma tan bella de narrar con breves palabras una historia tan entrañable. Como dices, las fiestas populares, la pólvora, el mar, son señas de identidad de muchos pueblos de España en estos meses veraniegos. Nos escribimos desde nuestras travesías estivales. ¡Buen verano!

Anónimo dijo...

Una gran amistad la que hiciste con el Capitán Antón. Un desconocido que encontró pronto tu hospitalidad. Qué suerte tienen algunos ...

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