sábado, 19 de julio de 2008

el Pocico del tío Alonso

Entre amigos. Pedro, el panadero de la panadería de San Blas, en Elda. Jesús, corredor de seguros del mismo barrio. Y Paskki, del sector asegurador. Compañeros de caminar por senderos, de la buena mesa, de la risa contagiosa. De pasar buenos ratos al aire libre.


Después de una comida ideada por Jesús. Un acierto, sí señor. Pan casero, del horno de Pedro. ¡Qué pan!. Tomate, regado con abundante aceite de oliva para mojar, no puede faltar. Aceitunas. Banderillas, un poco picantes. Jamón serrano, cortado en lonchas. Parecen filetes de ternera. Trozos grandes de queso semi-curado. Cerveza. Y cuando no podemos comer más … orujo de hierbas gallego.

Bajo un sol de justicia vespertino. Caminando PR, senderos de corto recorrido. Hoy recorremos sendas de varios senderos oficiales. No tengo mucho tiempo, porque he prometido a mis hijos llevarlos al teatro familiar “El maleficio del brujo”. Para niños, para adultos. Representado por la La Pera Llimonera, que se celebra esta noche (por el jueves 17 de julio) en el patio de armas Felipe II del castillo Santa Bárbara de Alicante. Pero hay tiempo suficiente. Alargaremos los minutos y paralizaremos las horas para que dé tiempo para todo. Con un poco de imaginación … es posible.



Pedro organiza la ruta y Jesús y Paskki nos dejamos guiar. Nos cuenta que tuvo un buen maestro del que aprendió a querer estos secarrales. Disfrutar en veredas y cimas. A orientarse. Saber leer las siluetas de las montañas. Descubrir los caminos que conducen a las umbrías donde se refugian pequeños bosques que sorprenden al visitante. Los manantiales, los pozos, los riachuelos. El culto al agua en estas tierras tantas veces secas. Los animales de estas lomas. El conejo. La liebre. El zorro. Las petirrojas. Las escurridizas lagartijas. La admiración a los que antes han recorrido estos caminos y han dejado su huella para que otros las recorramos después. La sencillez de quien no da importancia en compartir sus conocimientos. Y Jesús y Paskki nos dejamos cautivar con sus palabras. Palabras vivas que caminan libres por estas tierras.

Partimos desde el collado de Camara. En él hay un panel informativo que explica los diversos PR de los alrededores. Dejamos una senda a la izquierda, el PR-CV 221-3 que se dirige a las Peñas de Marín. En estas, los Montañeros de Elda se entrenan a escalar por una pared en estas peñas de varios metros de altura. Nuestros primeros pasos recorren el sendero PR-CV 221 de la Vuelta a Camara. Matas de esparto. Fuerte olor a tomillo. Después de caminar un buen rato nos encontramos un cruce de caminos. Dejamos a la derecha este sendero y cogemos el PR-CV Elda-Salinas, por la izquierda, en dirección al Pocico del tío Alonso. Es nuestro destino. El sendero se alarga por unas lomas. Riscos que destacan buscando el cielo. Algunos pinos que se aferran a la tierra dando sombra al caminante. Bajamos por una senda peligrosa.





En un recodo del sendero, unos árboles frutales y unos pinos. Junto a una higuera ¡el Pocico del tío Alonso!. Nace de la tierra. Agua clara. Agua fresca. Un oasis en el camino. Más arriba, una cueva donde guarecerse de la lluvia, se lee en un letrero de madera. Los Montañeros de Elda cuidan con cariño este rincón. Bajo unos pinos, escavado en la roca, una mesa y unos asientos de piedra. Dominó. Juegos de cartas. Largas tertulias bajo la sombra. El rumor de las hojas de los árboles nos adormece. Nos curan de las heridas de la vida cotidiana. Pasan los minutos muy deprisa. Después de refrescarnos y de regar con el agua del pozo los árboles frutales, continuamos la marcha.









No volvemos por donde hemos venido. Cogemos un nuevo sendero por el PR-CV 195 de Las Cañadas. Subimos. Bajamos. “Un último esfuerzo, que queda poco”, me dice Jesús desde lo alto de una loma. “Vas a fortalecer las piernas”, me dice Pedro. “Piernas fuertes es lo que me hace falta”, les dice Paskki con una sonrisa bajo la gorra. Acortamos por otro sendero para salir al PR-CV 221-3 que van a las Peñas de Marín. Unos conejos regordetes van corriendo y saltando entre las rocas.





Al fondo, la Sierra del Cid, el Maigmó, la sierra del Caballo, … y unas casas blancas entre el pardo de los campos. Elda, donde volvemos, comentando nuestra próxima aventura senderista por los caminos de Rabosa.


1 comentario:

Anónimo dijo...

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