sábado, 18 de agosto de 2018

Por Carcassone en Citroen 2 CV




Siempre es curioso y estimulante conducir un coche que ya casi no circula por nuestras carreteras porque con el tiempo se ha convertido en objeto de deseo para los coleccionistas de los coches clásicos. Da igual si es un automóvil de una de las marcas más emblemáticas del mundo por su exclusividad, que un vehículo popular que causó furor para muchos por su versatilidad. En esta ocasión, me refiero a los segundos y en concreto del Citroen 2 CV (dos caballos).


El Citroen 2 CV se fabricó para que fuera de venta masiva entre los franceses, inicialmente del mundo rural. Estaba pensado para que se pudiese conducir por el campo con la posibilidad de rodar por carretera con un máximo de cuatro pasajeros, con una cesta pequeña para poco equipaje. Fue en 1936 cuando desde la dirección de Citroen se decide fabricar un coche sencillo: la carrocería con chapa ondulada, un motor básico (monocilíndrico o bicilíndrico) refrigerado por aire, cambio de tres relaciones, con una suspensión sencilla - aunque confortable - con barras de torsión ó incluso tacos de goma. En 1939 fue presentado el primer prototipo. Este no llegó a fabricarse por el estallido de la II Guerra Mundial. Terminada esta, y tras varios años de trabajo, el 2CV A se presentó oficialmente el 7 de octubre de 1948 en el 35º Salón del Automóvil de París. En los años posteriores este automóvil evolucionó aumentando la motorización, la potencia, el tamaño, … En Francia finalizó la fabricación del 2 CV en 1987 aunque se mantuvo la producción en Portugal hasta 1990. Charleston fue el último modelo fabricado.


Pues ya ven que bien merece aprovechar la oportunidad de conducir uno de estos emblemáticos automóviles. Y eso hacemos en el país que le vio nacer, en Francia, en un rally donde no prima la velocidad sino llegar a la meta. La organización nos dio unos cuadernos con dibujos y señales para no perdernos con la sola finalidad de llegar a la meta, no importando el orden ni el tiempo empleado.



El itinerario fue de lo más interesante: Chateau de Villerouge Termenés/Lagrasse/Carcassone.

El Chateau de Vilerouge Termenés es una pequeña población de calles empedradas y casas unifamiliares al amparo de un pequeño castillo. En su interior está el restaurante La Rotisserie con un ambiente puramente medieval. Almorzamos entre sus muros.



En ruta pasamos junto a Lagrasse, población francesa de la región Languedoc-Rosellón, es uno de los pueblos más bellos de Francia. A orillas del río Orbieu, puentes de piedra unen las dos orillas de esta población. Es un pueblo medieval con un mercado de pilares de piedra, vestigios de antiguas murallas y una abadía románica, de Santa María de Orbieu, en la que destaca su torre-campanario.


Hacemos noche dentro de Carcassone, una ciudad monumental. Caminar por sus calles, junto a sus murallas, por puentes y pasadizos es trasladarnos al medioevo, pero en la imaginación porque nuestras ropas y nuestro quehacer nada se parece a la de aquellos años.




Al día siguiente continuamos ruta: Carcassone/Canal du Midi/Toulousse. En una de nuestras paradas previstas por la organización, lo que más nos impresiona es el Canal du Midi (Canal del Mediodía), por su historia y por lo curioso del sistema de esclusas y saltos de agua para el tránsito navegable con barcazas. Este Canal es una vía de agua artificial que une el río Garona en Toulousse con el mar Mediterráneo.


Una visita a esta parte de Francia en un automóvil emblemático que también recorrió las carreteras españolas hace muchos años. Entonces como ahora su conducción ha sido divertida y sencilla, donde la nostalgia de nuestros recuerdos con este vehículo ha sido motivo para animar nuestras conversaciones durante estos días.



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