martes, 9 de agosto de 2011

anfiteatro romano en Tarragona

 

Aplausos, gritos, emociones. Lo que poco antes era el rumor de las olas al acariciar la playa, ahora era el rugir del pueblo llano el que aclamaba la presencia de sus líderes en la arena. Los gladiadores. Esos que luchaban con las fieras traídas de África. Leones, tigres, búfalos, … Para medir sus fuerzas contra ellas, para demostrar su valor, para defender su vida. También luchaban entre ellos. Para demostrar quien era el más fuerte, el más audaz, el más rápido, el más ágil, ...

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Esto es lo que les cuento a mis hijos. Estamos sentados en una de las gradas del anfiteatro romano de Tarragona. Imaginando qué se hacía en el anfiteatro entienden mejor lo que tenemos delante. Las gradas desnudas de personas, la arena vacía, restos de columnas del escenario, … En nuestra imaginación oímos el griterío, sentimos la emoción del momento, aplaudimos la destreza del hombre sobre la bestia. Con la ventaja que hoy no hay sangre porque tan sólo son imaginaciones nuestras que nos hacen vivir un acontecimiento de hace miles de años.

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Este anfiteatro se construyó durante la segunda mitad del siglo I. De forma elíptica se aprovechó la pendiente del terreno, excavando en la roca parte de sus gradas (cávea). Con capacidad de casi 14.000 espectadores. Tiene dos partes: la arena y las gradas. La cávea se organizaba en tres niveles según la categoría social del espectador: las tres gradas del nivel inferior estaban destinadas a las clases más privilegiadas, el segundo nivel (10 gradas) para la clase media y las 11 gradas superiores para ser ocupadas por el pueblo llano.  Se construyó a las afueras de la ciudad junto a la Vía Augusta, muy cerca del mar. Fue uno de los edificios dedicados al espectáculo, junto con el teatro y el circo, lo que demuestra la importancia de esta ciudad romana.

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Además de los espectáculos con gladiadores, el anfiteatro se utilizó para las ejecuciones de las sentencias a muerte. Como la que ocurrió el 21 de enero de 259 cuando fue quemado vivo San Fructuoso, primer Obispo cristiano de Tarragona. Por esto, una vez desaparecido el Imperio Romano, se construyó en la arena del anfiteatro una basílica visigótica, transformada en el s. XII en la iglesia románica de Santa María del Miracle, actualmente en restauración.

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Para saber más, visita: http://www.tarragona.cat/som-patrimoni/monuments

(1) Recreación lucha de gladiadores Roma-Terra Mítica.

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