Muchas calles y plazas de pueblos y ciudades de España, junto con ventanas y balcones, hoy (por el jueves ó ayer domingo) se han engalanado para recibir el Corpus Christi, una procesión que se remonta al siglo XIII y que en Alicante fue la fiesta mayor entre los siglos XVI a XIX.
Telas con los colores blanco y azul de la bandera de Alicante cubren la calle para protegerla del sol. Mantones, banderas, tapices, flores, visten de fiesta las fachadas de sus edificios.
En la plaza Abad Penalva, por la calle Labradores, por la Avenida de la Rambla, los gigantes, los enanos, los caballos con monta y los mozos de la Colla de Nanos i Gegants d́´Alacant danzan al son del tambores y dulzainas. Recuperando tradiciones, rescatando partituras del olvido.
Todo a la espera de la custodia que transporta el Corpus Christi en la carroza de plata que el Ayuntamiento regaló a la ciudad en 1954 con motivo del Año Mariano. Cuando aparece por la puerta de la Concatedral de San Nicolás, una lluvia de pétalos y de aplausos le dan la bienvenida. El pueblo le vitorea, le alaba, le canta, cuando pasa por delante. Con la réplica de la Santa Faz que le acompaña todos los años, este en manos de Antonio Vivo, párroco de la iglesia de Santa María. Y una prole de niños y niñas que este año han hecho la primera Comunión. Junto con el pueblo que le acompaña caminando, con los que le miran, los que le rezan, los que suspiran a su paso, los que le piden, los que le ruegan, los que le aplauden. Cada uno con sus sentimientos, cada uno con su fe.
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