Una de las fiestas más importantes de la comarca durante el mes de octubre es la Feria de Ganado de Cádiar, pueblo de la Alpujarra granadina. Empresarios y ganaderos de Andalucía, y de más allá de sus fronteras, participan en esta Feria, donde los caballos y las mulas son protagonistas.
Siempre me han gustado los caballos y mucho más que las mulas. Que me perdonen estas, los asnos, los burros, y demás parientes, por ser esta mi preferencia. Respeto todos los gustos porque para estos no hay nada escrito, cada uno tiene los suyos y yo tengo los míos.
En la ribera del río Guadalfeo, cerca del pueblo, verdes pastos y escaso arbolado. Entre sus sombras, en sus caminos, en sus veredas, se agrupan los equinos. Detrás de unas vallas, atados a unos troncos, dejándose observar. Personas que los admiran, que curiosean, que los cambian ó los venden ó los compran. En el mejor estilo mercantil, usando las mejores artes del trueque ó del comercio. En un lenguaje verbal ó gesticular. A veces sobran las palabras, sus gestos lo dicen todo, sus miradas, los apretones de manos. Otras veces, la palabra dada es el signo del acuerdo, del fin de la negociación. No se ven ni cheques, ni pagarés, ni letras de cambio. Aquí no, porque esta negociación todavía es una costumbre, es un arte, una manera de hacer las cosas.
Jinetes pasean sus monturas al trote, al galope, para enseñar la belleza de su cabalgadura, su destreza, su raza. Caballos, yeguas, potrillos, atraen nuestra atención.
Entre los negociadores destacan las boinas sobre los sombreros. La tradición sobre la modernidad. Las antiguas maneras de negociar, sobre las nuevas que se imponen en otros sectores, aún no en este. También la edad, la experiencia, las arrugas en la cara, marcan la diferencia. No distingue más al que lleva sombrero por llevarlo sino al lleva boina por merecerla.
Cuando termina el comercio se abre paso la gastronomía. Manjares de la tierra, caldos de las vides, distraen los estómagos. De puesto en puesto, de peña en peña, en esta otra Feria. La del disfrute en aparatos de feria para niños y mayores, la del desenfreno, la de los cantos y bailes populares. Y en esta otra feria, una fuente donde no mana agua, sino vino, desde el siglo XVIII.
Cádiar, pueblo granadino, forma parte de un municipio junto con Narila y Yátor. En un valle, entre Sierra Nevada y la Contraviesa. Su nombre proviene de la palabra árabe “al cadi”, juez. En el Al-Ándalus fue residencia permanente del Juez principal de La Alpujarra Oriental. Durante la sublevación de los moriscos, en tiempos del rey Felipe II, fue patria de Aben-Xaguar, tío de Aben-Humeya, líder del levantamiento. El primer jefe rebelde fue coronado rey en los bancales cercanos al caserío de Cádiar. Con la derrota y expulsión de los moriscos, sus tierras se vieron despobladas de aquellos que las trabajaban, teniendo el rey cristiano que promover la repoblación de colonos de otros pueblos del reino. Pocos vestigios quedan de aquello, pero pervive entre sus vecinos un orgullo patrio por su pasado árabe y cristiano, que aflora en sus costumbres, en sus maneras, en su cocina, en su forma de pasar la vida.
Para saber más de Cádiar, visita la web: http://www.cadiar-alpujarra.com/
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