Por el Camino de Benimagrell. En el número 33. Una Torre de la Huerta de Alicante. La Torre Boter. Así llamada porque Boter es una palabra valenciana que significa botero por la actividad que antaño se hacía junto a sus muros: la fabricación de botas de vino. Una torre defensiva a la que se le añadió vivienda, junto con instalaciones de granja.
Este camino fue, y sigue siendo, camino rodado con mi bicicleta. De niño, de adolescente, esta Torre ha sido testigo de muchas de mis inquietudes. Esta Torre ha sido protagonista en algunas de mis historias imaginadas. Y a veces no tan imaginadas. Como cuando recorríamos este camino en dirección a la playa de San Juan. En pandilla. Cada uno en su bici. Orgullosos y confiados de nuestro presente y futuro más inmediato.
Por este camino, montado en mi Babieca particular. El Chinchorro, El Rancho, la Hípica, El Ruedo de Gloria, junto al chalet Las Yucas en Vistahermosa, en donde aprendimos a montar a caballo. Desde donde cabalgábamos cargados de ilusiones durante nuestra juventud. Al trote, al galope. Por la recta, cerca de la Torre Conde, los caballos cogían carrerilla hasta alcanzar su destino. Junto a este camino, junto a la balsa, frente a la Torre, los campos de regaliz. Un reto era sacar entera la raíz de las entrañas de la tierra, sin que se rompiese. En este caso, era fácil darnos una buena culada. Y lo mejor, el sabor a regaliz y a tierra húmeda. Lo mejor, compartir estos momentos con los amigos y amigas de la pandilla.
Y la Torre. Tan familiar y tan distante al mismo tiempo. Tan conocida, tan desconocida. Junto a sus muros, su granja. De su granja, una excelente leche recién ordeñada que invadía los vasos del desayuno en nuestra casa, después de hervirla. Nos la traían en un gran recipiente metálico para leche, que tantas veces hemos visto en el cine, que aún se siguen usando en las lecherías. A veces nos traían el calostro, la primera leche que da una vaca que acaba de parir. Los huevos de gallina de corral. Las hortalizas. Productos ecológicos, sin tener entonces esta denominación. Productos sanos.
No me olvido de la protagonista de este post. La Torre Boter. Un arco precede a esta propiedad. En su lienzo, unos azulejos con su nombre. Como la mayoría de las Torres de esta zona, su fábrica es de mampostería, con sillares en las esquinas. Su base es ataluzada de 1,70 metros de altura y planta rectangular de 4,90 metros en su lado menor. Tiene adosada la vivienda por tres de sus caras. La puerta de acceso la tiene dentro de la vivienda. Tiene cinco plantas, con cubierta de teja árabe, a dos aguas. Cerca de la Torre, una capilla en un inmueble independiente, en un mal estado de conservación.
Frente a la Torre, cruzando el camino asfaltado, la balsa que recogía agua para regar los campos de vides. Junto a campos de olivos, de almendros. Campos por donde pastaba el rebaño de ovejas y cabras de El Rancho. Campos por donde han corrido muchas de las aventuras de mi infancia.
No me olvido de la protagonista de este post. La Torre Boter. Un arco precede a esta propiedad. En su lienzo, unos azulejos con su nombre. Como la mayoría de las Torres de esta zona, su fábrica es de mampostería, con sillares en las esquinas. Su base es ataluzada de 1,70 metros de altura y planta rectangular de 4,90 metros en su lado menor. Tiene adosada la vivienda por tres de sus caras. La puerta de acceso la tiene dentro de la vivienda. Tiene cinco plantas, con cubierta de teja árabe, a dos aguas. Cerca de la Torre, una capilla en un inmueble independiente, en un mal estado de conservación.
Frente a la Torre, cruzando el camino asfaltado, la balsa que recogía agua para regar los campos de vides. Junto a campos de olivos, de almendros. Campos por donde pastaba el rebaño de ovejas y cabras de El Rancho. Campos por donde han corrido muchas de las aventuras de mi infancia.
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