sábado, 28 de julio de 2018

405



Con el número 405 emprende su nueva aventura allende los mares (12 julio 2018). Que tengas mucha suerte, la vas a necesitar. Courmayenca es su nombre de pila.

Unos meses antes todo parecía perdido. Flotando en medio del mar vio una medusa grande y luminosa que iba a satisfacer su apetito. Se acercó, abrió su gran boca y se la tragó. No tenía el mismo sabor que otras y notó como se pegaba en su garganta produciéndole problemas respiratorios. Empezó a agobiarte, se ahogaba. Su especie, heredera de la época de los dinosaurios, iba a sucumbir por una bolsa de plástico que un humano había tirado al mar desde su embarcación de recreo. Por un momento paso toda su larga vida por delante, no se lo podía creer, ella que había recorrido mares y océanos, salvando peligros y tempestades. ¡ Un plástico que confundió con una medusa iba a terminar con ella !.

Agotada subió a la superficie. Flotando a la deriva, su falta de aire y el movimiento de las olas la estaba adormeciendo….. Con ese debilitamiento iba perdiendo la vista por momentos.

Notó un golpe. Poco podía importarle que un depredador le atacara ahora. Estaba en las últimas...

Algo se introducía por su boca, sentía como estiraban de la bolsa de plástico que se había tragado y tenía pegada en su garganta. Se la estaban sacando, lo estaban consiguiendo, aunque la bolsa se rompía, hasta que sacaron la mayor parte del plástico. Estaba exhausta pero podía respirar.

En cubierta de un barco pesquero la limpiaron y la introdujeron en una palangana con agua salada. Si la hubieran liberado y soltado en el mar se hubiera ahogado al estar agotada. El patrón del barco de pesca sabía que en estos casos hay que llamar al 112 para que la recojan y llevarla al centro autonómico para la recuperación de la fauna marina más cercano. Y así fue, su nuevo hogar fueron las instalaciones de ARCA en el Oceanografic de Valencia, Área de Recuperación, Conservación y Divulgación de la fauna marina en la Comunidad Valenciana.

En la playa, poco antes de recuperar su libertad, ya en la arena, no salió corriendo sino se quedó quieta, posando coqueta sus 35 kilos a las cámaras y a los móviles. Un final tan bueno tenía que recordarse y quedar inmortalizada en una instantánea para siempre. Cuando empezó a andar lo hizo a buen ritmo. Cuando las olas de la orilla mojaron sus patas, su emoción era tal que aleteaba sin control hasta las primeras brazadas en el agua. Que emoción para ella, también para nosotros.

Hace casi un mes Diana, que es como la llaman, otra tortuga boba como esta fue soltada en Denia por el Oceanografic de Valencia. 15 días después fue vista en las costas de Ibiza, en las cercanías de Portinatx. Es Diana porque lleva un gps que permite su localización en tiempo real. Por medio de estos gps se saben las millas y las rutas que estas tortugas realizan por el Mediterráneo y el Atlántico aprovechando las corrientes.

El martes 17 de junio personal de ARCA del Oceanografic estará en la playa del Postiguet de Alicante para soltar otra tortuga y concienciar a los bañistas de la necesidad de proteger la fauna y la flora marina.

Esta escena en la playa liberando la tortuga no debería de repetirse nunca más porque los humanos deberíamos ser más respetuosos con el medio marino. Su futuro es el nuestro. Un mar contaminado nos perjudicará en el futuro. Y en el presente. Pero mientras los humanos nos concienciemos de esto hay organizaciones como ARCA que realizan esta gran labor de salvar la vida de las tortugas marinas que están en riesgo de extinción.


Este artículo se ha publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press-

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