martes, 14 de agosto de 2012

Extranjeros por España: el escritor inglés Joseph Townsend visitó Alicante


Muchos aventureros, inquietos, interesados, intelectuales, espías, políticos, militares, escritores,  diplomáticos, han visitado España a lo largo de los años para conocer nuestras costumbres. Muchos lo seguirán haciendo.  Porque España siempre ha despertado interés fuera de nuestras fronteras. Ambicionaron las amplias posesiones españolas allende los mares donde ondeaba la bandera de España, tanto que se decía que en el Imperio Español nunca se ponía el sol. Envidiaron nuestras obras de arte y se interesaron por nuestra cultura.  Algunos de ellos dejaron constancia de sus sensaciones en ensayos y novelas, en las que contaron momentos de la historia de España, de la vida cotidiana, de diferentes acontecimientos sociales, dándonos una interesante opinión vista por un extranjero.

Para los viajeros ingleses España tuvo ( y sigue teniendo) una atracción especial, sobre todo por visitar otros países diferentes de The Grand Tour ya que a partir del s. XVII en el Reino Unido las clases altas enviaban a sus hijos, para completar su educación y formación después de la Universidad, a un largo viaje por Europa, sobre todo por Francia, Italia y Alemania. 

Richard Ford, autor de "Hank-Book for Spain" recomienda en sus escritos que "nunca se aconsejará bastante al que se dispone a recorrer España que prescinda de ideas preconcebidas y conclusiones apriorísticas, pues son el más pesado de los equipajes. Ocasión tendrá de formular sus opiniones una vez conocido el país. Pero ¿convencerá nunca al español  de que abandone sus preferencias naturales ó nacionales?. Se limitará este a fumar un cigarrillo y pensar que a los críticos les mueve la envidia, ó son gente de pocos alcances, ó ambas cosas a la vez. Y, después de todo, el propio español tiene que ser mejor juez de lo que conviene a su persona y condición que un simple extranjero, ignorante de los factores religiosos, políticos y sociales de que sus maneras son espejo".

Uno de esos aventureros es el escritor inglés Joseph Townsend. Visitó España en los últimos años del reinado de Carlos III y dejó escrito sus impresiones en su libro " Journey though Spain in the years 1786 and 1787". Su obra se inicia con unas directrices para el itinerario por España, manifestando que se necesita "un físico robusto, dos buenos criados, cartas de crédito para las ciudades principales y una presentación adecuada para las mejores familias". Nos visitó bien aconsejado para saber cómo y que territorios y poblaciones tenía que visitar primero en función de la climatología; también estuvo bien recomendado a diferentes miembros de la Corte para tener facilidad de movimiento por el territorio español. Manifiesta en su libro mencionado que para recorrer extensamente España lo mejor es ir a Bayona en otoño, dirigiéndose después a Burgos, Valladolid, Segovia y Madrid; posteriormente marchar en invierno hacia el sur por Toledo, Córdoba, Sevilla y Cádiz; desde aquí, por la costa visitar Málaga, Granada, Cartagena, Murcia, Alicante, Valencia y Barcelona. En primavera, regresar por Zaragoza a Madrid y Aranjuez y, en dirección noroeste a Salamanca y León para visitar Galicia y Asturias.


Retrato de Joseph Townsend

Townsend salió de Londres 30 de enero de 1786 y llegó a Barcelona el 12 de abril, pasando antes por París, Lyon y Montpellier. La primera noche que pasó en España fue en la Junquera. Llegó a la ciudad condal coincidiendo con las representaciones de la vida y muerte de Jesucristo de las procesiones de Semana Santa. Le impresionó el exceso de gasto y ornato en los pasos y representaciones religiosas, así como los penitentes que participaban en la procesión " por remordimiento de conciencia, ó por ser responsables de crímenes más atroces, ó por alquiler, ó movidos por la benevolente intención de contribuir al fondo de méritos al servicio de la iglesia, desfilaban descalzos, arrastrando pesadas cadenas, con una larga cruz al hombro". En Barcelona visitó, entre otras cosas, los talleres de manofacturas de diversas actividades como sastres, zapateros, tejedores, cuchilleros, armeros, latoneros, carpinteros, torneros, ... Le causó especial atención los arcabuceros "cuya destreza en el manejo de las herramientas se salía de lo común", así como la fundición de cañones de bronce que consideró "espléndida y digna de ser visitada". Manifiesta que el método utilizado para moler el chocolate era preferible al usado en Inglaterra. Se llevó un buen recuerdo de Barcelona, indicando que " en cualquier país que recorra el viajero encontrará algún artificio mecánico ó sistema de acelerar el trabajo, recién descubierto, ó por lo menos nuevo para él; me inclino a creer que, examinado el temas con detención, ningún país ofrecía tantos ejemplos como España". 


Barcelona a finales del siglo XVIII

El acceso a Madrid desde Alcalá le pareció de "una belleza indescriptible", encontrándose por la izquierda los jardines del Palacio del Buen Retiro, el Jardín Botánico y los amplios Paseos del Prado, "bien  plantados y embellecidos por numerosas fuentes". Le gustaron el Casón del Buen Retiro, el teatro y la estatua ecuestre de Felipe IV de Pedro Tacca. Como en Barcelona se volvió a interesar por la manofactura de lana y en especial visitó la Real Fábrica de Tapices. Conoció a Campomanes en una reunión de la Academia de Historia y, en Junio, conoció en Aranjuez (donde esta la Corte) al ministro Floridablanca al que definió como que " tiene un aire de benevolencia, y si no me engaña su semblante, posee un entendimiento superior a la media común". 


Madrid en el siglo XVIII

Después de Aranjuez y Madrid,  partió hacia Asturias y el norte de la península pasando por León. Volvió a Madrid, pasando por Ávila y El Escorial. El 15 de febrero tomó la ruta de Andalucía. Le entusiasma Sevilla, sus murallas y torres y su catedral y le llamó especialmente la atención el procedimiento empleado para hinchar los fuelles del órgano de esta porque "en vez de manejarlos con sus manos, un hombre marchaba adelante y atrás por un plano inclinado ... que se apoyaba en el centro en su eje, y al extremo de cada plano había un par de fuelles empalmados a su vez al resto del mecanismo, y marchando diez veces a lo largo del plano inclinado los inflaba todos".  Se interesó por la Fábrica de Tabacos fijándose que habían cuarenta molinos para moler el tabaco con "un rodillo de piedra movido por un mulo ó caballo pesado, cuyos tirantes se enganchaban a una guía de ocho pies de largo a un ángulo de cuarenta y cinco grados".


El Escorial en el siglo XVIII

Partió por el río hasta Sanlúcar en un barco y fue a caballo hasta el Puerto de Santa María y Cádiz. En esta no le gustó nada la nueva catedral, interesándole mucho el hospicio que consideró "el mejor organizado de España". El 24 de marzo se embarcó en un bergantín con destino a Málaga y un mes después se dirigió a Cartagena por Guadix, pasando por Lorca. Posteriormente fue a  Murcia, Orihuela y Alicante. De esta manifiesta que "se ha convertido en un delicioso lugar residencial", añadiendo que "pocas ciudades pueden vanagloriarse de mayor pulcritud". Destaca que esto se debe a la labor del Gobernador Francisco Pacheco, con quien entabló buenas relaciones. Se interesó de forma especial por el comercio que Alicante hacía a través de su puerto: mercancías, destinos, navieras, ... También por el estado de la fortaleza del castillo de Santa Bárbara y el espacio abierto por una mina colocada en 1709, durante la Guerra de Sucesión, cuando ocupaba la fortaleza el General Richards y su guarnición. 


Alicante, siglo XVIII (Archivo Municipal de Alicante)

Siguió camino de Villena, Játiva, Montesa, Valencia y Barcelona. Regresó a su país pasando antes por Suiza. Dejó España con pena, manifestando que "es una tierra donde al margen de múltiples amabilidades y atenciones personales, por las que quedo en deuda con mis amigos, sentí admiración innumerables veces por la generosidad ilimitada de sus habitantes. Expresar ahora todo cuanto siento al recuerdo de sus bondades parecería adulación; pero me atrevo, por lo menos, a decir que los rasgos más provenientes del carácter español son la llaneza, la sinceridad, el espíritu desprendido, un gran concepto de la dignidad y un firme sentimiento del honor. Dicho en dos palabras, lo que en ellos me he acostumbrado a admirar lo atribuyo a su propia valía y a sus buenas cualidades intrínsecas; lo que he criticado debe achacarse a las corrupciones fortuitas de su gobierno. Si se considera la semejanza de carácter entre las naciones española e inglesa, con la marcada predilección de la primera sobre la segunda, así como las peculiares necesidades de cada una y su mutua capacidad de satisfacerlas, no puedo por menos de lamentar, muy de veras,  que no exista un mejor entendimiento entre ellas". 

Este artículo ha consultado las siguientes obras: 

Revista Historia y Vida Extra 41. "España y los Extranjeros"
"Los curiosos impertinentes. Viajeros ingleses por España", de Ian Robertson

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