“Papá, Papá, ya viene el Burrito”. Así es llamado popularmente el paso que representa la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, montado en un burrito, jaleado por un pueblo que lo aclama. Entonces, algunos lo vieron como un libertador del yugo del tirano: el Emperador Romano. Otros vieron mucho más. Un mensaje de libertad y de esperanza, sí, pero ante la maldad, ante la injusticia, ante la incomprensión, ante la envidia, ... Libertad y esperanza frente a tantas debilidades humanas, con un mensaje conciliador y de vida, incluso para después de la muerte.
En Alicante, como en muchos otros pueblos y ciudades de España, el Domingo de Ramos abre la Semana Santa. Hoy acompañaban al “burrito” otros pasos procesionales de Semana Santa: Jesús en Samaría, la Santa Oración en el Huerto, la Virgen de la Paz, la Santa Mujer Verónica y el Cristo de las Penas “la caída”.
Alumnos que lo fueron ayer, alumnos de hoy del Colegio de los Jesuitas, padres de ellos, han portado los pasos en orden, con seriedad y marcialidad, digno de aplauso. Todos a una. Entre ellos, caras conocidas, muchos recuerdos.
Entre los costaleros, entre las damas de mantilla, hijos e hijas de buenos amigos. Herederos de unas maneras, una cultura, unos valores, una forma de entender y ver la vida, que sus padres les han enseñado desde niños. Testigos de una sociedad que se materializa y simplifica hasta límites insospechados desde hace algunos años. Chicos y chicas que buscan su futuro cada día.
Y es el pueblo llano el que acompaña a los pasos, silencioso, anónimo, sin medallas ni estandartes, que canta, que reza, que exclama, que ríe, que protesta, que espera un mañana mejor que vendrá y nos colmará de alegría.
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