Después de un fuerte aguacero que no paró hasta alrededor de las 22 horas, Gracias a la hospitalidad de la familia de Rafael Espinosa, de Elche, anoche (por el 13 de agosto) mis hijos y yo pudimos disfrutar de unas horas extraordinarias. Era la nit del A´lbá. La noche que se viste de luces, de ruido y de color. Es la noche que se venera a la Virgen, se le da culto, se le acompaña, con esta representación popular donde la pólvora es protagonista. Desde la Edad Media este día se lanzan al cielo cohetes como acción de gracias en honor de la Virgen de la Ascensión.
Desde una terraza del chalet de Rafa y Mª José, a unos dos kilómetros del centro de Elche, a partir de las 23 horas vemos, de forma ordenada y regulada, como se disparan diferentes cohetes y palmeras desde distintas azoteas de la ciudad, fuegos artificiales que envuelven nuestros pensamientos, que me hacen recordar a quienes no están pudiendo estar, que hacen que mi imaginación vuele entre petardos y luces. Mientras cenamos Rafa nos explica la fiesta, el culto a la pólvora, el ansia de disfrutar la noche, de vivir la madrugada, en familia, con amigos.
Después de la cena, el cielo tiene una nueva indumentaria luminosa por la cohetada, espectacular y ruidosa; por los castillos de fuegos artificiales. Palmeras luminosas en la tierra de las palmeras porque el Palmeral de Elche es uno de los Patrimonio de la Humanidad que tiene esta ciudad.
El momento esperado llega con la media noche. Se para la actividad pirotécnica, se apagan las luces de la ciudad. Desde la torre de la Basílica de Santa María se dispara una gran palmera luminosa de color blanco inmaculado que protege la ciudad con el manto de sus luces. Un momento efímero pero espectacular. Unos cortos minutos de extraordinaria belleza. Entre el humo se ve la figura protectora de la Virgen, abrazando un futuro mejor y más próspero para los habitantes de esta ciudad de la provincia de Alicante. Lo acompañamos con la tradicional sandía. Fresca, sabrosa, dulce, de la huerta de Pepe, el padre de Rafa.
Los niños disfrutan con los truenos. Rafa les explica como se juega con ellos para disfrutar con seguridad, sin accidentes. Como desde otros chalets, los echan desde el jardín de la casa. Son pequeños petardos, algunos luminosos, con los que se divierten. Verlos reír de esta manera es el mejor regalo para pasar esta noche, para sobrellevar mejor las circunstancias especiales que estamos viviendo en mi familia. Ver a Carlos y a Myriam, disfrutar con sus nuevos amigos, Inés y Jorge, es reconfortante.
Decidimos acercarnos al centro de Elche para ver, desde lejos, la guerra de carretillas, llamados "petardos borrachos" porque se mueven con el movimiento hasta terminar su mecha. Petardos muy luminosos, luciérnagas urbanas que saltan, corren y se retuercen hasta pararse. Quienes se atreven a esta lucha lo hacen cubiertos por armaduras improvisadas con trajes militares, guantes, cascos, ... Un espectador les dice a los niños que sólo se queman los imprudentes, los que se exponen sin protección.
Y nosotros lo vemos bastante alejados detrás de unas vallas puestas por el servicio de seguridad para esta noche, además de las dotaciones de Policía Local, Policía Nacional, Protección Civil y Cruz Roja que vigilan esta contienda para solventar cualquier contrariedad. Aunque lejos, merece la pena ver este espectáculo nocturno típico de esta noche ilicitana. Es el zoom de mi objetivo el que me permite verlo desde más cerca y pienso que hay que echarle ... ¡co...raje! para meterse dentro de ese escenario de color y de pólvora.
3 comentarios:
Aunque es la primera vez que veo la Nit de l´Albà, creo que me he enamorado de ella y ardo en deseos de volverla a ver, año tras año, si el tiempo y los turnos del trabajo lo permiten.
Es fácil enamorarse de esta noche mágica. Y hay que volver. Saludos.
Pascual ni un ilicitano lo hubiera explicado mejor, veo que cogiste la esencia de esa noche tan especial para nosotros.
Me alegro de que tu familia y tú pasarais una buena estancia en Elche.
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