Salimos del puerto de Alicante. Desde su bocana, un mar de recuerdos se amontonan en mi memoria. Cuando de niño navegaba con Rafael en su velero. Muchas veces fuimos en familia a la isla de Tabarca, muchas las que nos bañamos en la playa de la isla ó a los pies del faro del cabo de Santa Pola. Muchas las que navegamos por la bahía de Alicante, Benidorm, Altea, … Algunas con el casco escorado entre risas y despreocupaciones, con la inocencia de la infancia. Muchas veces fueron aquellas que la memoria se alarga y recorre recuerdos de antaño que estaban en reserva, casi olvidados. Escenas de una infancia cómoda y amable que se dejaba llevar por cuántas oportunidades me pusieran delante. Y una de ellas era navegar en el Arion, alimentando una afición marinera que dura desde entonces. Y en esta mirada hacia atrás encuentro a mi padre, quien partió en noviembre del año pasado a su eterna travesía, protagonizando este recuerdo. Miradas, sonrisas, anécdotas, retratadas en mi memoria y que hoy afloran emocionadas en este mar levantino.
En un día soleado y frío de febrero, con un escaso viento racheado. Pero hoy no importa. Si no es el viento, hoy han sido las palabras las protagonistas. En tertulia, sentados en la bañera, cuando los quehaceres marineros lo han permitido, las palabras han brincado traviesas desde nuestras gargantas, han jugado con el viento, han hinchado las velas con nuestras voces. Mientras la roda del velero se abría paso entre las olas, mientras el casco acariciaba la superficie marina. Ciñiendo, de través ó de empopada. Navegando.
El spinnaker, inflado como un globo por el viento, adorna de azul el cielo azulado. Sentado en la proa, las piernas colgando, miro el fondo cristalino de arena y de algas. Cerca de la isla de Tabarca los recuerdos se multiplican y se aceleran, cuando viramos.
La tranquilidad es inmensa, como lo es también la ilusión de volver a navegar con el Patrón de este velero. Nos dejamos llevar por el viento, casi acariciando el mar. El velero se desliza con suavidad porque suave es la brisa.
Cerca del puerto la actividad se acelera. Recoger las velas es tarea de todos. El génova, la mayor, la mesana. Preparar las defensas para el amarre. Un trabajo en equipo donde cada uno tiene una función, donde el Patrón es el líder que da las órdenes. Y el líder de esta travesía. Gracias Rafael.
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