martes, 30 de junio de 2020

Lo que nadie dice de los efectos colaterales del coronavirus



La pandemia que ha provocado el covid-19 nos ha enseñado muchas cosas, no sólo relacionadas con la sanidad. Muchas de ellas ya las conocíamos pero ahora se han reafirmado en nuestra vida cotidiana porque no les hacíamos mucho caso.

 

Nos ha hecho más conscientes de lo vulnerable que es la humanidad. Un enemigo invisible es el dueño del mundo. Quizá movido ó provocado por una gran potencia, un exclusivo grupo de presión ó los ricos de siempre que manipulando la realidad se hacen más ricos. Pero lo cierto y verdad es que nuestra vulnerabilidad es muy evidente. Lo decía Bill Gates no hace mucho al afirmar que el mundo no estaba preparado para soportar una pandemia global y ahora muchos le acusan de ser uno de los artífices de esta crisis. Parece un disparate sólo imaginárselo.

 

Hemos sido más conscientes que antes que los políticos no siempre dicen la verdad. Cuando con los primeros síntomas de la epidemia Pedro Sánchez y su Gobierno minimizaban los efectos del virus en España, generaron una confianza infundada a millones de españoles que le creímos, aunque tuviéramos nuestras dudas. Cuando Pedro Sánchez dijo en reiteradas ocasiones en ruedas de prensa que España tiene la mejor sanidad del mundo, me puse a temblar. No porque lo dudara, sino porque me recordó cuando Zapatero dijo que España tenía la mejor Banca del mundo y el Gobierno español tuvo que pedir, poco después, a Europa el rescate de la Banca para evitar la quiebra del sistema bancario español. Sánchez no contó con la avalancha de contagiados que colapsaron los hospitales y las UCI porque no se creía que las nefastas consecuencias del covid-19 en China e Italia podían ocurrir en España. Fue una irresponsable gestión de la información. Cuando quiso darse cuenta ya era demasiado tarde y el virus campaba a sus anchas por todo el territorio español.

 

No sé si España tiene la mejor sanidad del mundo, pero los sanitarios españoles sí nos han demostrados que son los primeros en su estado de ánimo, su profesionalidad y su dedicación en curar y salvar vidas, incluso exponiendo la suya en benéfico de la de los demás cuando se constató que no tenían los medio adecuados para protegerse contra el covid-19. Ellos y todos los servicios públicos demostraron gran entereza y profesionalidad. Entre ellos, los tres ejércitos (de tierra, mar y aire) fueron los únicos que estaban realmente preparados para algo así, por algo están continuamente entrenando y haciendo maniobras, poniendo en práctica todos los supuestos posibles que pueden ocurrir en cualquier momento.

 

Una de las primeras consecuencias del confinamiento obligado por el Gobierno para frenar los contagios fue la preocupación de la población por la falta de abastecimiento. Ante el pánico de los primeros días previos al estado de alarma, los supermercados, colmados, y demás tiendas de alimentación sufrieron la avalancha de los consumidores y la compra masiva e impulsiva de algunos productos. Comprobamos después que no hubo ningún problema de abastecimiento. Otra lección de lo bien que funcionó la logística y los mercados y centros comerciales desde donde se distribuían.

 

En las semanas más duras del confinamiento y conforme se ha iniciado la desescalada nos hemos ido dando cuenta que hay que darle más valor al comercio de cercanía. Los que podían estar abiertos en las primeras semanas han demostrado que estaban ahí, incluso permanecían cuando las grandes superficies habían cerrado sus puertas promoviendo que sus trabajadores hicieran teletrabajo desde casa cuando su actividad era compatible con esta nueva modalidad laboral. Ese mercado de cercanía ha estado ahí siempre pero por comodidad, por precios ó por ahorrar tiempo, la tendencia a ir a un centro comercial es mayor que si lo hacemos a varias tiendas pequeñas en donde encontraremos lo mismo con un trato - además - más personalizado.

 

El confinamiento en casa nos ha recordado lo mucho que podemos hacer en ella, además de la propia diversión ó esparcimiento. Las casas se convierten con el tiempo en pequeños almacenes, vamos acumulando cosas, muchas de ellas ya no nos hacen falta, incluso dejamos de usarlas con el tiempo. No pensamos que ahí fuera puede haber alguien que las necesite y emplee mejor que nosotros. Cáritas parroquiales se encarga de recoger ropa para el Proyecto Lázaro; y hay otras muchas organizaciones que como esa se encargan de recoger cosas para darles otro uso en beneficio de personas necesitadas.

 

Una de las cosas que enseñó el confinamiento es a dar importancia a lo que de verdad importa, la familia. Estar en casa todos juntos, coincidiendo en las comidas, ha permitido largas tertulias en las que compartir muchos sentimientos, provocar muchas reflexiones, llegar a conclusiones de forma sosegada que antes hubiera costado mucho más en la vida ajetreada que llevábamos.

 

El covid-19 ha frenado todo de golpe. Y este frenazo descontrolado ha provocado que muchas cosas se relajen para terminar dándoles la importancia que tienen, nada más.

 

Hasta la naturaleza ha aprovechado la ausencia del ser humano para invadir un terreno que ya no era suyo. Ocurre con el mundo animal por tierra, mar y aire. Ocurre con la vegetación. Ha ocurrido con la mejora de la contaminación y la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera y, no se sabe si es por todo esto, es el motivo por el que haya llovido tanto en primavera en todo el territorio español.

 

El coronoravirus nos ha enseñado muchas cosas, y algunas otras de las que nos daremos cuenta con el paso del tiempo. Pero también ha dejado el recuerdo amargo de los que han partido a su eterna travesía sin una despedida adecuada sea por el covid-19 ó por otra enfermedad.

 

Apelo al sentido común de la gente. Terminado el estado de alarma, las autoridades sólo nos piden que tengamos precaución con el virus (que no vemos) y que hagamos tres gestos fundamentales para evitar los contagios: lavarnos permanentemente las manos, mantengamos la distancia de seguridad y que nos pongamos mascarillas cuando salgamos a la calle. Es otra enseñanza aprendida: cuando quiere el pueblo español demuestra que puede ir de la mano para conseguir grandes logros y ahora es el de vencer al covid-19. Que así sea.


Este artículo fue publicado con anterioridad en mi columna de opinión de "Tu Tribuna online" con el título de "Enseñanzas colaterales del coronavirus".

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