Hoy es Domingo de Ramos, un día de júbilo para la comunidad cristiana y para todas aquellas personas de bien que quieran unirse a la fiesta. Es un día de esperanza, rememorando el recibimiento que el pueblo de Jerusalén hizo a Jesús de Nazaret a las puertas y calles de esa ciudad, aclamando su mensaje de amor, de tolerancia, de paz, de libertad, de perdón.
Así nos narra el evangelista San Marcos la entrada de Jesús en Jerusalén hace algo más de dos mil años. Montado en un burrito. Sin lujos, sin alardes de grandeza. Acompañado por personas de toda raza y condición.
Pero es un Domingo de Ramos distinto. No recibiremos a Jesús de Nazaret a las puertas de la ciudad, ni lo acompañaremos por las calles, ni alzaremos nuestras palmas y ramas de olivo en señal de alegría, salvo que lo hagamos desde el recuerdo, el sentimiento y la fe.
Una decisión gubernamental nos tiene a todos retenidos en casa por el covid-19, un virus muy contagioso que puede ser mortal y que en España ha producido, en poco más de un mes, 11.744 muertos, 124.736 contagiados oficiales y 34.219 recuperados, y en el mundo 1.097.886 contagiados, 60.077 fallecidos y 208.993 recuperados.
Una enfermedad declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para unir fuerzas, consejos y acciones para combatirla y para buscar y producir una vacuna que lo combata y nos proteja.
En cualquier caso, hoy es un día de júbilo y así queremos disfrutarlo en la fe en Dios, y en que este coronavirus pasará, lo venceremos entre todos. Así será.
Las fotos son de años anteriores, de mi archivo fotográfico.
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