Unas voces populares claman a
los cuatro vientos: “¿Quién me presta una escalera/para subir al madero/ para
quitarle los clavos/a Jesús el Nazareno?”
Esta Saeta popular la
popularizó Joan Manuel Serrat en su
disco “Dedicado a Antonio Machado” (1969)
al ponerle música y voz, junto con aquellos versos de Machado incluidos en
“Campos de Castilla” (1912) titulados “La Saeta”, que manifiestan con dolor “¡Oh, la saeta, el cantar/al Cristo de los
Gitanos, siempre con sangre en las manos/siempre por desenclavar!/ ….”.
Desde algunos balcones españoles
canta una saeta con una voz sentida y quebrada que llama al silencio de la
calle y de sus gentes, que reflexiona sobre la pasión de Jesús, que fluye hacia
el cielo a su encuentro.
Estos días de Semana Santa
las calles de España se llenan de gente celebrando muchas cosas además de la
pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Son fiestas de Tradición y de
Devoción, no existirían tan populares como hoy la conocemos si no hubiera más
Tradición que Devoción, todo hay que decirlo.
Aunque la Saeta Popular del
disco de Serrat no está pensada para cantarse en Semana Santa, si ha habido
varias adaptaciones posteriores como marcha procesional. El protagonismo de la
primera adaptación la tiene la Agrupación
del Santísimo Cristo de la Buena Muerte en Ayamonte (Huelva) en 1983
poniéndole por título “”La Saeta del Madero”. La segunda versión la realizó la Banda sevillana Virgen de las Angustias,
de cornetas y tambores, en 1986 titulada “La Saeta”. En 1988, con ocasión del
50 aniversario de la Agrupación Musical
Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras, se estrena una nueva
versión en la procesión de la Hermandad del Cristo de los Gitanos en Sevilla.
Desde entonces tiene gran popularidad como marcha procesional en España. Cuando
la escuché el pasado lunes santo en Alicante acompañando al Cristo el Morenet, patrón de los hombres y mujeres de la mar, durante su procesión de
penitencia con la Cofradía del mismo nombre, me vino todo esto a la cabeza y me
propuse contarlo aquí. Y es lo que hago con gusto, compartirlo con ustedes.
Los versos de “La Saeta” de
Antonio Machado terminan diciendo “ … No puedo cantar, ni quiero/ a ese Jesús
del madero,/sino al que anduvo en el mar ¡”. Yo tampoco quiero, dirán aquellos.
Desde el lado humano, ¿quién puede desear ese ensañamiento contra una persona?,
salvo un malvado. Desde la religión Católica este sacrificio de Jesús de
Nazaret fue para salvar al mundo del pecado, del mal, de la violencia, del
egoísmo, de tantas cosas malas que aún perviven en la sociedad después de hace
más de dos mil años. Es el hombre quien tiene que utilizar todas las
herramientas que Dios pone a su alcance para conseguir el bien. Es fácil
decirlo, pero es el camino. Y en esto hay mucha gente involucrada, no sólo
religiosos, que son más que los que hacen el mal pero estos hacen más ruido que
los que hacen el bien. “La libertad, la moral y la dignidad humana del
individuo – decía Bakunin – consisten precisamente en esto; que hace el bien no
porque se le obligue a hacerlo, sino porque lo concibe libremente, lo quiere,
lo ama”. Que así sea.
Este artículo fue publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press, previo a la Semana Santa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario