sábado, 20 de octubre de 2012

Altea es bella desde donde la mires


Altea es bella desde donde la mires, desde donde la observes, desde la cubierta de un barco, desde la playa, desde la desembocadura del río Algar, desde el paseo marítimo, … Es bella desde sus rincones, desde sus callejuelas empinadas, desde sus arcos que dividen un barrio ó un arrabal de otro, junto a sus casas encaladas, desde su concurrida plaza de la iglesia, desde sus miradores al Mediterráneo. 


Ese mar Mediterráneo que le ha dado tanto, pregonando su belleza allende los mares, regando sus orillas, bañando los muelles de su puerto deportivo. Ese mar Mediterráneo que consiguió vestir el puerto de las redes de los pescadores, que dejó que  tuvieran cerca de sus aguas sus casas coloreadas de vivos colores. El ocre, el azul de metileno, el amarillo albero, el rojo bermellón, … Colores que les acompañaron siempre en sus mentes allá donde echaran las redes, recordando a la familia, a los hijos que crecen casi sin verlos, a las esposas que los crían mirando siempre el horizonte ... Deseando que regresen pronto sus esposos para acariciarle sus arrugas, para besarles sus mejillas, para abrazarlos fuerte, para sentirlos dentro, para vivir con intensidad esa vida compartida por momentos.  En esta tierra hospitalaria y abierta, de hombres aventureros y mujeres generosas, que los dejan partir mientras aguardan en casa. Es su futuro y el de sus hijos el que, en realidad, recorren los mares. Son sus ilusiones y sus sueños los que cabalgan sobre las olas. Es el deseo de un mejor provenir el que permite soportar los golpes de mar, las inesperadas tormentas, las traicioneras tempestades. Y al volver a casa es la sonrisa de los que les esperan, la alegría de quienes les reciben, la risa de la inocencia ó de la timidez, el abrazo perpetuo de los seres queridos, lo que permiten soportar las grandes olas, los fuertes vientos, la fuerte marejada.


Todo esto y mucho más es lo que han sabido plasmar en sus libros, en sus fotografías, en sus cerámicas, en sus lienzos, multitud de artistas venidos de los sitios más insospechados del mundo para retratar la vida dura de los habitantes de este pueblo para salir adelante. Son sus miradas, sus sonrisas, sus llantos, sus gestos, sus gritos y sus aplausos, sus expresiones, sus palabras, sus manifestaciones, sus anhelos, los que quedan retratados para siempre en tantas obras de arte que recorrerán los caminos, que navegarán los mares, que escalarán las montañas, dejando constancia de su vida cotidiana.


Y entre todo, los llaud amarrados en el muelle del puerto deportivo deseando que una vela latina acaricie su mástil mientras los faluchos esperan que fuertes remeros le ayuden a abrirse paso entre las olas, cuando un velero orgulloso suelta todo el trapo ó una motora recorre la bahía de Altea con sus potentes motores.



Para saber más de Altea, visita   http://www.ayuntamientoaltea.es/

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