Cada día, un nuevo despertar, un nuevo reto, una nueva senda que recorrer. Un nuevo horizonte que alcanzar. Un nuevo amanecer. Cada día nuestros pasos se abren camino al andar. Hoy amanecemos en una tierra que es un paraíso por sus paisajes, por su historia, por sus gentes, por sus pueblos, por todo lo que han dejado atrás deseando y ya teniendo una libertad soñada. Hemos amanecido en una ciudad donde ha triunfado la palabra frente a la violencia, la razón frente a la barbarie, la opinión frente al miedo callado y sólo, la vida frente a la muerte inesperada. Hemos amanecido en una ciudad, San Sebastián, donde la palabra paz adorna balcones, fachadas, farolas y muchos corazones. Se abre una nueva esperanza para que la convivencia sea pacífica. Con las elecciones generales de hoy tienen una oportunidad para demostrarse a sí mismos que es posible la convivencia democrática y pacífica con una amplia representación de la sociedad vasca en el Congreso de los Diputados español por la presencia en el mismo de partidos políticos de diversas ideologías.
Amanece en San Sebastián, ciudad que pateamos el miércoles pasado por la playa de la Concha, cerca de su Ayuntamiento, por su casco antiguo y la calle Mayor, junto a su templete modernista de la música, … Ciudad donde el tapeo y la tertulia son protagonistas, pero también la buena mesa con restaurantes como el Akelare donde Pedro Subijana nos dio una cena extraordinaria e inolvidable con ensalada de bogavante al vinagre de sidra, foie fresco con “Escamas de Sal y Pimienta en Grano”, Merluza escaldada con Percebes, Perlas en aceite y Rúcula, Cordero a la Brasa con los Posos del Vino. Para beber, vino blanco Palacio de Bornos Verdejo Barrica de Rueda y vino tinto Remelluri 2005 Reserva Rioja Alavesa. Finalmente, de postre, Otra tarta de Manzana con Gin-Tonic en plato Todo nos anima a volver pronto a su restaurante y a San Sebastián, Pasajes, Fuenterrabía (Hondarribia), …
Hoy (por el jueves pasado) una marcha senderista es la protagonista de este relato, que también es cultural, y donde ha primado la camaradería entre todos. Salimos del Hotel de noche deseosos de ponernos a caminar para disipar nuestra inquietud sobre la dificultad del sendero. Cerca de Fuenterrabía (Hondarribia), por donde se reparten por la ladera del monte caseríos y casas unifamiliares de personas del lugar, nos dirigimos hacia un Santuario. El de Santa María de Guadalupe. Por camino de tierra, empinado y duro, pone a prueba nuestra resistencia de buena mañana. Bajo las copas de altos robles y eucaliptos, junto a verdes praderas donde ya pacen las vacas.
El Santuario de Santa María de Guadalupe, se recorta ante nuestros ojos con una bella silueta con alta torre con campanario. De noble fábrica, se construyó en el siglo XVI en honor a la Virgen de Guadalupe. Es uno de los puntos de encuentro en el Camino de Santiago. Este cruza la ladera meridional del Jaizkibel hasta Lezo y Pasajes de San Juan. Los muros de esta ermita se embellecen con conchas de piedra, símbolo del peregrino que camina hacia Santiago de Compostela y Finisterre.
Desde el mirador del Santuario vemos una bella vista de la ría del Bidasoa, con Fuenterrabía y Hendaya, una frente a la otra, territorios de España y Francia respectivamente. Pueblos que muchas veces han desconfiado unos de otros y guerreado por el dominio de este extraordinario enclave geográfico. Tierras que otras veces se han hermanado para recibir a reyes y princesas españoles y franceses. Como el casamiento del rey Luis XIV de Francia con la Infanta española María Teresa de Austria, en la cercana y diminuta isla de los Faisanes. Curiosa ceremonia donde los séquitos de ambas cortes se quedaban en la orilla de su país mientras los novios, obispo y testigos iban a la isla de los Faisanes, símbolo de una tierra pura, fértil, sin dueño, sin peligros. Y en esta isla se desposaron uniendo ya los linajes de Borbón y Austria que llevaría al trono de España a Felipe V, primer rey Borbón.
Después de un caldo caliente y unos bocadillos del primer avituallamiento junto a los muros de este Santuario, emprendemos de nuevo la marcha. Por pistas con una ligera inclinación, nos vamos alejando del valle por el monte Jaizkibel. A vista de pájaro la ría del Bidasoa y Francia, junto con prados vestidos con un manto verde y algunos colores de otoño de los muchos árboles repartidos por el valle. Por el “Goiko Pista” el camino se hace más pedregoso, empinado y difícil, con una importante inclinación. Del camino pasamos a un sendero, estrecho y duro, con altas matas en sus lados. En algunos momentos casi tenemos que usar las manos para superar las rocas que nos encontramos delante. No nos damos cuenta pero estamos superando un importante desnivel para dejar atrás el valle donde las casas las vemos diminutas allí abajo. Sólo en breves paradas para hacer unas fotos nos fijamos en lo que ya hemos caminado.
Las conversaciones con Amaya, la guía que nos acompaña, nos hace más llevadera la marcha. Sus explicaciones sobre el paisaje de este paraje, con algunos datos históricos, sus experiencias y las nuestras, nos hacen el camino y el sendero más ameno, menos difícil. Entre los árboles vemos una torre, la del Fuerte de San Enrique. Este, junto con otras torres, se construyeron en la cresta de esta montaña para vigilar el paso de las tropas enemigas en las guerras carlistas del siglo XIX. Al fuerte lo llaman “parador” porque es un sitio ideal para el descanso después de la trabajosa subida. Con la ría del Bidasoa por un lado y el Cantábrico por el otro, junto a unos arcos de piedra de una de las salas nobles que tuvo el fuerte, tenemos el segundo avituallamiento. Caldo caliente, tortilla de patata, salchichas, croquetas, empanadillas, cocas, bocadillos, … Reponiendo fuerzas para subir de nuevo hacia la cima y el punto geodésico.
Ladera arriba, por donde pacen tranquilamente ovejas de largos pelajes y caballos de corta estatura, iniciamos de nuevo la caminata por el GR-121 (sendero de Gran Recorrido que recorre toda Guipuzcoa). Cada vez más empinado, con el estómago lleno, subimos con alguna dificultad, pero subimos. El tramo final es por un estrecho sendero y un paso entre rocas que llega a la cima, llamada Allerru, y a unas enormes antenas de telefonía y de televisión.
Iniciamos el descenso, que no sabemos que será largo. Las piernas ya van acusando el cansancio. Según Amaya vamos a buen ritmo y llegaremos al tercer avituallamiento a la hora prevista después de cuatro horas y media de caminata y breves descansos. Mientras, seguimos andando por un sendero flanqueado por un manto verde que cubre toda la ladera. Pequeños montículos de tierra nos avisan que bajo nuestros pies los topos recorren sus galerías, evitando sustos innecesarios con nuestra presencia. En la cresta de la montaña las torres vigía. Desde sus almenas avisaban a los soldados afines y al pueblo, con antorchas por la noche y con humo por el día, si avistaban a las tropas enemigas. Vestigios del pasado que recuerdan hechos históricos ocurridos en esta tierra con guerras y ambiciones, sangre y fuego. Acontecimientos históricos que marcaron una época y que fue el germen de una resistencia más moderna al orden establecido.
De monte raso a una pinada, de esta a un corto recorrido por asfalto hasta llagar al tercer avituallamiento. Bebemos y descansamos un rato. Nos dicen que, para los que queramos, podemos seguir caminando una media hora más para llegar a Pasajes. De los 80 senderistas que somos, sólo vamos seis y las guías. Los demás vuelven en los autobuses al hotel. Por camino de tierra y de cemento, por empinadas bajadas, junto a caseríos, llegamos a Pasajes. La vista de este pueblo desde arriba en la montaña, su ría, su puerto, sus casitas junto a los muelles, es un regalo para el caminante. Sus calles estrechas, sus casas de piedra, sus fachadas blasonadas, sus balcones de madera, sus embarcaderos, son el bello broche final a esta marcha senderista organizada por Catalana Occidente Compañía de Seguros.
Pasamos en barco de una orilla a otra de Pasajes, para coger el autobús para ir al hotel. Nos espera una ducha reparadora. Y más tarde unos vasos anchos para llenar de sidra, sentarnos a la mesa, comer bacalao y un gran chuletón, en Laia Asador Sidrería, para reponer fuerzas con buena compañía y entre amigos.
Para más información, visita:
Ayuntamiento de Hondarribia: http://www.hondarribia.org/index.asp?idioma=es
Acontecimientos históricos en la isla de los Faisanes: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/595/59505106.pdf
Otro hecho histórico en la isla de Los Faisanes: http://es.wikipedia.org/wiki/Ana_de_Austria_y_Austria-Estiria
Ayuntamiento de San Sebastián: http://www.donostia.org/taxo.nsf/fwHome?ReadForm&idioma=cas
Restaurante Akelare: http://akelarre.net/public_home/ctrl_home.php
Monte Jaizkibel. Ruta de los Torreones: http://www.pasaia.net/es/html/8/341.shtml
Las Guerras Carlistas y el País Vasco: http://www.juandegaray.org.ar/fvajg/docs/carlistas_boletin
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