domingo, 31 de mayo de 2020

comparado con Vermeer



En uno de los paseos posibles - según la edad y la fase de confinamiento - para la actual desescalada por el covid-19, que no llega del todo porque aún el virus está vivo y sigue contagiando, la luz y el color del cielo llamaron mi atención en el ocaso del día.

 

Me encantan los atardeceres, no se lo puedo negar. Mi mirada recorre el horizonte movida por los colores del cielo que me atraen como un imán. Me paro a mirar, es lo menos que puedo hacer ante tanta belleza. El día se acaba y, antes de pasar a la noche, una explosión de colores cálidos inunda el paisaje. Colores que se abrazan a los mástiles de los veleros del Real Club de Regatas de Alicante y que se sueltan después en una escena viva.

 

Son colores vespertinos que llaman al sosiego, junto con la quietud de las aguas del puerto, que a algunos producen cierta melancolía que llaman a la reflexión. Son tonalidades que los pintores y fotógrafos han plasmado multitud de veces porque esas y muchas más son diferentes, cada día lo son.

 

Compartiendo la foto entre un grupo de amigos, Geraldine me dijo que le recuerda a Johannes Vermeer. Nada menos. Recordé enseguida cuando estuve frente al cuadro de “La lechera” de Vermeer en el RIJKS Museum en Amsterdam. Llama la atención que se muestre tanta belleza de un cuadro tan pequeño. En él Vermeer maneja con maestría el uso de la luz, la que entra por la ventana, la que se posa sobre la mesa ó en la expresión de una mujer que vierte leche sobre un cántaro de barro. Es una imagen que transmite sosiego, como lo hace en una de sus pocas pinturas de paisajes, la “Vista de Delt” su ciudad natal, considerado como uno de los paisajes urbanos más bellos del mundo. En este paisaje Vermeer juega con la luz, otra vez, en los reflejos de los edificios y de las barcas sobre el río con la serenidad de la tranquilidad del agua del canal creando una bella composición.

 

Se me antojó pensar qué pintores españoles, y entre ellos valencianos y alicantinos pudieran utilizar colores ó técnicas parecidas. Y mira por dónde que ya lo había hecho el Museo del Prado con la exposición “Las afinidades de Velázquez, Rembradt y Vermeer” y las encontraban en retratos y en paisajes.

 

¿Y con pintores de nuestra tierra?. Fue fácil comparar a Johanes Vermeer con el valenciano Joaquín Sorolla, en sus marinas y sus atardeceres sobre el mar. Vermeer y Sorolla jugaban y dominaban la luz y explotaron la luminosidad en sus cuadros.

 

¿Y más cercano, no hay ninguno?. El primero que me vino a la cabeza fue el alicantino Emilio Valera, por el uso de los colores, otro pintor que supo manejar la luz y el color con maestría.

 

Del pasado siglo y del actual, conozco cuadros con esa sensibilidad, esos colores y esa representación del sosiego en paisajes de María José Limiñana Mañes. Y más reciente, las pinturas de Martín Alíá.

 

Y todo por la foto que encabeza este escrito y lo mucho que se ve a través de ella. Con luna, ahí arriba, testigo diario. 

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